Por Néstor Sampirisi - nsampirisi@losandes.com.ar
Será como oxígeno. Esta noche, Mauricio Macri o Daniel Scioli, alguno de los dos se convertirá en la sexta persona elegida presidente por el voto de los argentinos en la historia reciente. Algo tan anhelado pero tan difícil de imaginar allá por 1983, cuando Raúl Alfonsín aseguraba que se había acabado para siempre la época de los golpes de Estado en nuestro país y todos, sin distinción de idea política, deseábamos que fuera cierto.
Será como oxígeno no sólo porque participaremos de otra elección democrática, sino porque esta tiene el perfume de un cambio de época, gane quien ganare. Un cambio que tendrá que construirse sobre la base de una inédita división para quienes nacimos a la experiencia política con aquella “primavera democrática”, que tendrá que restañar heridas sociales, familiares, entre amigos.
También será oxígeno virtual. Tomando Facebook, por caso, transformado desde hace meses en una tóxica maraña de militancia para “amigos”, repleta de los mismos improperios que asolan cualquier foro de lectores. Ha resultado angustiante ingresar a la propia cuenta en la red social. Tanto que muchos, entre los que me incluyo, lo evitaron durante días.
Estaban los militantes K, con su cadena de horrores contra Macri y el más visceral desprecio hacia sus “amigos” que respaldaban al candidato de Cambiemos. Y los militantes anti K, para quienes Scioli era apenas un pusilánime y sus “amigos” kirchneristas tan corruptos y autoritarios como se sospecha serían los odiados funcionarios y miembros de la familia presidencial. Más que una red de amigos parecía una red de “enemigos” que replicó sin distinción alguna lo que desde hace algunos años se vive en cualquier casa, oficina, club o bar de la Argentina.
Era insoportable entrar al muro y leer, una tras otra, esas publicaciones que casi no dejaban espacio a otro aspecto de la vida. Con sus respectivos Me Gusta y comentarios, incluidos aquellos que repelían voces que no coincidieran con la suya: “Pensá lo que quieras, pero no lo publiques en mi muro”, decían los más elegantes y educados. Como si ellos no invadieran el muro de los demás con sus posturas (descalificaciones incluidas).
Por deformación profesional, quizás, elijo poner el foco en el comportamiento en la red de mis amigos periodistas. No todos, claro, pero no pocos se lanzaron a las arenas movedizas del periodismo militante sin ningún reparo, sin lugar para la duda, la repregunta, el escepticismo, tan típicos (e imprescindibles) en nuestra profesión. Si eran K, inconsultamente, llenaban el muro que comparten con sus amigos con videos, propagandas, revisionismo periodístico, etc. con publicaciones que terminaban con la arenga tuitera #QueganeScioli, por ejemplo.
Y si eran anti K, otro tanto, con la diferencia que terminaban con su propia visión del mundo: #MacriPresidente.
El inédito balotaje que protagonizaremos hoy será, entonces, como oxígeno también para nuestra profesión u oficio, si les gusta más. Para bien de nuestras audiencias (les aviso: ya no son más lectores o televidentes o radioescuchas. Ahora son audiencias) tendremos el desafío de volver a hacer periodismo con pretensión de objetividad, de honestidad, de ética.
Y no para dejar de debatir, de pensar distinto, de fijar posturas críticas o de disentir, sino para confrontar argumentos sin pensar que quienes no coinciden son “el enemigo” y, sobre todo, sin perder de vista ciertos preceptos que nos impusimos en 2006, a poco de crear Fopea, la más importante agrupación que reúne a periodistas de todo el país.
Es un buen momento para recordar algunos, a quienes gusten: 1) buscar la verdad, resguardar la independencia y dar un tratamiento honesto a la información; 2) tener como objetivos irrenunciables el rigor y la precisión en el manejo de datos con el fin de alcanzar una información completa, exacta y diversa. La distorsión deliberada jamás está permitida; y 3) creer que los valores esenciales de los periodistas son el respeto a los principios de la democracia, la honestidad, el pluralismo y la tolerancia.
Esto vale para nuestra labor en los medios donde trabajemos, pero también para lo que hacemos en las redes sociales y en todo lugar en el que nos expresemos. Seguramente nada cambiará de un día para el otro. Nos espera un largo y duro camino de retorno, pero valdrá la pena. Tengo esa convicción. Tengo esa certeza.
Un gestito de Me Gusta para eso: la manito cerrada, el pulgar para arriba.