José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
El justicialismo mendocino pretende asumir el rol de oposición con una nueva organización interna a partir de la renovación de la conducción partidaria. No es menor el tema; en la extensa transición que siguió a la derrota electoral de junio del año pasado, el peronismo, afectado por las heridas, prácticamente hizo abandono del Gobierno y en la Legislatura adoptó una casi espontánea tarea de confrontación con el radicalismo, como anticipando los tiempos, sintiéndose ya más cómodo en la faceta de opositor.
En estos momentos, el principal partido de la oposición en Mendoza se encuentra en una fuerte etapa deliberativa, en la que se plantea cómo seguir en la escena mendocina si de lo que se trata es de asumir lo mejor posible el papel en el que la ciudadanía colocó al justicialismo en las elecciones provinciales del año pasado.
La reciente fractura del Frente para la Victoria a nivel nacional, con la conformación de un nuevo bloque legislativo de peronistas alejados del kirchnerismo, sin duda alentó la revisión de la situación a nivel provincial. La decisión de Francisco Pérez de dejar la presidencia partidaria, notificada por nota en la semana, despeja bastante el camino hacia la reestructuración que la mayoría pretende, más allá de que la figura del ex gobernador se encontraba totalmente desdibujada luego del mal año electoral que pasó.
Francisco Pérez en realidad nunca cumplió con la función de un cabal jefe partidario. Dicen en el PJ que su desempeño fue equiparable al de “un padre ausente”. Por eso su carta de renuncia y despedida no sorprendió tanto. Para muchos en el peronismo es una decisión que debió tomar mucho antes, por lo menos luego de la sucesión de derrotas del año pasado.
El otro gran cuestionado es Carlos Ciurca. El ex vicegobernador también era vice de Pérez en el partido. Pero prácticamente nadie quiere que siga estando en su cargo, porque quedaría al frente del PJ y también tiene múltiples cuestionamientos por su desempeño en el armado electoral que condujo al fracaso. Ciurca no sólo perdió en su departamento la puja por la intendencia, sino que, además, la derrota de Scioli en la segunda vuelta presidencial le quitó la posibilidad de ejercer una función nacional desde la que pudiese mantener su tutelaje partidario en la provincia.
Como referente del sector interno conocido como La Corriente, Ciurca también debe hacer frente a los cuestionamientos más severos que recibieron los jefes departamentales del PJ, precisamente, por gestiones que condujeron en los últimos años dirigentes identificados con esa porción partidaria inspirada por el ex vicegobernador.
Las Heras, Guaymallén y Luján, departamentos que perdió el PJ y dejó en manos de Cambia Mendoza, fueron los que más cuestionamientos recibieron durante la campaña electoral y los que aún hoy siguen mostrando, especialmente Luján y Guaymallén, deficiencias de gestión y desmanejo de las cuentas durante los últimos años
De todos modos, Carlos Ciurca, que muy poco aparece en la escena local en los últimos tiempos, todavía no presenta la renuncia a la conducción partidaria que le reclama una buena parte de la dirigencia justicialista. Y no pocos son los que dudan de que realmente siga los pasos de Pérez y haga efectiva su dimisión.
¿Cómo seguir? Consensuar los pasos a dar de aquí en adelante es también todo un tema dentro del PJ local. La dificultad también deja ver diferencias muy grandes entre integrantes de las distintas líneas internas. El fenómeno -aseguran quienes siguen los acontecimientos- se da tanto entre los azules como entre los que formaron parte de La Corriente.
Sin embargo, en el seno del sector que supo liderar Juan Carlos Mazzón es donde la fisura se advierte con mayor nitidez. Están los que quieren que todo salga a la luz y se produzca la discusión que tenga que darse de una buena vez y los que prefieren seguir apostando al acuerdo de partes.
Entre los primeros están los intendentes que lidera el jefe comunal de San Martín, Jorge Omar Giménez, mientras que por la línea que prefiere “consenso y unidad” sobresale Adolfo Bermejo.
El experimentado maipucino, que cargó con la cruz de una candidatura a gobernador que pocos veían con agrado asumir, porque se percibía el avance del frente Cambia Mendoza y la condena ciudadana a los ocho años de gobiernos justicialistas en la provincia, salió a postularse para presidir el PJ pero también a exigir, desafiante, el alejamiento de todos los que integran la conducción, entre los cuales hay intendentes exitosos que lograron mantener en pie los pocos bastiones que le quedaron al peronismo a nivel territorial.
Y son varios de estos “caciques” los que se molestan con lo que ellos consideran como una ya insoportable continuidad bajo la sombra protectora del supuesto dialoguismo.
No debe dejarse de lado el pensamiento del intendente sanrafaelino, Emir Félix, junto a su hermano Omar, impulsor de una interna en la que la votación de la gente determine quiénes deben ser en lo sucesivo quienes conduzcan al peronismo.
Ayer estaba prácticamente confirmada la reunión de dirigentes prevista para mañana a última hora en Tunuyán. No será un encuentro numeroso, como pretenden Carmona y la mayoría de los representantes del kirchnerismo. Participarían los intendentes y legisladores nacionales y provinciales, en especial los presidentes de bloques provinciales.
El diputado nacional Guillermo Carmona anticipó ayer en declaraciones periodísticas que él y otros legisladores nacionales y provinciales vinculados con el kirchnerismo, no estarán presentes. De todos modos, desde la organización del encuentro comentaron que sí esperaban contar con la senadora Anabel Fernández Sagasti.
Descartan que pueda surgir una definición sustanciosa del encuentro programado para mañana. Además, en principio nadie tiene la intención que se dé aquí lo que pasó a nivel nacional, con la fractura en el Frente para la Victoria que arrancó en Diputados, con las separaciones del bloque. Aquí la prioridad es que queden todos los sectores dentro del justicialismo, incluyendo al kirchnerismo. Tratan que el quiebre que se está observando a nivel nacional no se repita aquí para no allanar aún más el camino a un gobierno que ya tiene suficiente mayoría legislativa.
Los tiempos de Cornejo. Mientras el justicialismo remueve sus estructuras e intenta definir qué protagonismo tendrá de aquí en más, el Gobernador y sus colaboradores continúan en la puesta a punto de las finanzas provinciales y viendo cómo cumplir mes a mes con las obligaciones, tanto con los estatales como con los acreedores en general.
El crédito de Cornejo con los mendocinos se mantiene y posiblemente tenga en lo inmediato dos aspectos límite: la Fiesta de la Vendimia, que siempre es como una bisagra en el calendario político anual, y las paritarias. Se estima que hasta allí llegará la dureza que esgrime la administración provincial, postura rígida que podría atenuarse en lo sucesivo una vez finalizada la pulseada por los salarios.
La gestión provincial está muy atada a los resultados de las políticas del gobierno de Macri. Es inevitable. De ahí la necesidad de Cornejo de tener ordenado y consolidado el frente interno.