Malvinas - Por Jorge Sosa

En algún momento me sentí contento de que otros pelearan por mí, sin medir los alcances de mi ignorancia y de su sacrificio.

Malvinas - Por Jorge Sosa
Malvinas - Por Jorge Sosa

A pesar del tiempo transcurrido, las cientos de notas que se escribieron y se siguen escribiendo al respecto, los documentales que se han hecho, los testimonios que se han brindado, les confieso que aún tengo grandes interrogantes sobre lo que ocurrió en Malvinas.

No sé si son preguntas sin respuestas o heridas que no cierran y obligan a las preguntas. ¿Cómo pudo ser que nos llevaran, nada menos que a una guerra, los delirios alcohólicos de un hombre que, al parecer, desconocía la realidad?

¿Fue esa la manera inteligente que encontró para que los militares se salvaran de una bancarrota, de todas formas inevitable? ¿Cómo fue que llegamos a estar en manos de un hombre con el whisky fácil?

¿Realmente creían los militares de aquella época que le podían hacer frente con las armas a la tercera potencia mundial? ¿Realmente pensaron que los Estados Unidos iban a apoyarnos por más que hubieran instigado el golpe del ‘76 y ayudado a las juntas que lo siguieron?

¿Creyeron que la USA que nos usa se iba a poner abiertamente en contra de su madre patria y aliada incondicional? ¿Nos tragamos los argentinos la gran patraña de que íbamos ganando la guerra o fue el inconsciente colectivo, más inconsciente que nunca, el que nos hizo ilusionar con una reivindicación histórica que le diera de comer a nuestro orgullo?

Los medios de comunicación, ¿fueron engañados o fueron cómplices de una gran mentira? Cuando Gómez Fuentes realizaba sus boletines triunfalistas, los medios, que deben extremarse en buscar la verdad, ¿creían que esa era la verdad o aceptaban la falacia como una forma de no meterse en problemas?

Sí, a pesar del tiempo todavía son varias las preguntas que me quedan de aquel hecho irreparablemente cruento y de ninguna manera olvidable.

La única certeza que tengo es que cientos de jóvenes argentinos fueron enviados a una aventura sin pasaje de vuelta, muchachos con escasa instrucción militar se vieron injertados en un paisaje adverso, enfrentando la peor adversidad que pueda haber creado el hombre: la guerra.

No puedo olvidarme que yo no fui a pelear, pero en algún momento, me sentí contento de que otros pelearan por mí, sin medir los alcances de mi ignorancia y de su sacrificio. Tal vez por eso escribí esta poesía.

Sobre la tierra hostil de las islas
crecerán nuevas flores, 
una por cada uno de aquellos que quedaron
mirando el universo
desde la misma tierra hostil de las islas.

Crecerán nuevas flores, 
flores de recuerdos, 
tal vez "nomeolvides";
flores que se regaron con millones de lágrimas, 
flores de esperanza, 
Porque algún día nuevo
retornarán los pasos, 
las palabras amigas
las miradas hermanas.

Sobre la tierra hostil de las islas,
aquellos que quedaron nutriendo sus entrañas, 
regresarán en flores, 
cambiarán el paisaje, 
nos harán propietarios de cada madrugada

Sobre la tierra hostil de las islas
bajo el sol de la patria.

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