Dos piratas aéreos armados con granadas y una pistola desviaron este viernes un avión de línea libio hacia Malta, donde liberaron sanas y salvas a las 116 personas con las que viajaban a bordo antes de entregarse.
"Los últimos miembros de la tripulación abandonan el avión con los piratas", anunció poco después de las 15.30 el primer ministro maltés, Joseph Muscat, que informó de todo lo ocurrido en la red social Twitter.
"Los piratas aéreos se han entregado, han sido cacheados y detenidos", escribió justo después.
Los dos individuos son partidarios del dictador libio Muamar Gadafi, ejecutado en octubre de 2011 a raíz de una revuelta contra su régimen, que reclaman el asilo político en Malta y quieren anunciar la creación de un partido proGadafi, indicó el ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Unión Nacional (GNA) libio, Taher Siala.
Según imágenes de televisión, uno de los piratas salió unos instantes del avión enarbolando la bandera verde de Libia durante la época de Gadafi, que gobernó el país africano entre 1969 y 2011.
El piloto del avión, Ali Milad, dijo a la televisión Libya Channel que los piratas tenían granadas y una pistola.
El aparato, un Airbus A320 de la compañía Afriqiyah Airways, había despegado de Sabha, en el sur de Libia, y debía dirigirse a Trípoli, con 111 pasajeros y siete miembros de la tripulación.
Pero los piratas obligaron al piloto a poner rumbo hacia Malta, unos 350 kilómetros al norte.
El avión aterrizó a las 11.32 en el aeropuerto internacional Luqa donde los militares lo rodearon rápidamente.
Las negociaciones llevadas a cabo por el jefe del ejército maltés permitieron la liberación progresiva de los pasajeros a primera hora de la tarde, primero de un grupo de mujeres y un bebé, y luego de los hombres, según contó Muscat.
Con calma
Los pasajeros bajaron del avión con calma, sin correr ni gritar, según un corresponsal de la AFP.
El aeropuerto estuvo varias horas cerrado y los vuelos precedentes de ciudades como Londres, Bruselas o París fueron desviados, antes de poder aterrizar de nuevo en la pista.
Libia está sumida en el caos desde la caída de Gadafi, y varias milicias se disputan el control del territorio, a pesar de la instauración del GNA, respaldado por la comunidad internacional.
El jefe de ese Gobierno, Fayez al Sarraj, anunció oficialmente el sábado pasado la liberación de Sirte, bastión del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
La organización se había adueñado de la ciudad natal de Gadafi en junio de 2015 y la defendió ferozmente durante más de un año, utilizando tácticas de guerrilla urbana, escudos humanos y minas antipersonas.
La pérdida de Sirte es una grave derrota para el EI, pero sigue habiendo yihadistas en Libia, como demostró el atentado suicida del pasado domingo en Bengasi (este).
El GNA, instalado en Trípoli desde finales de marzo, espera salir reforzado de la batalla de Sirte, en un momento en que sigue luchando por asentar su autoridad en un país devastado por los conflictos desde 2011.
Sólo compañías locales, que no tienen acceso al espacio aéreo europeo, operan vuelos en Libia con algunas conexiones hacia Túnez, El Cairo, Amán, Estambul y Jartum.