"Señoras y señores... estamos sobrevolando la Ciudad de Mendoza. Ajustarse cinturones de seguridad que descenderemos en breves minutos en Santiago de Chile"; así rezaba el mensaje por altavoces del personal de cabina del avión que me llevaba de regreso a la Capital del vecino país, en oportunidad de haber hecho un viaje al Viejo Continente.
¡Qué diferencia con lo que resulta hacer el mismo trayecto (Mendoza-Chile) por vía terrestre! Configuran un ultraje a la dignidad humana las distintas penurias que se sufren en el trayecto del viaje al otro lado de la Cordillera de los Andes.
En el vejatorio periplo terrestre se presentan una serie de falencias como ser las impresentables e intolerables colas de espera en las Aduanas, la carencia o mal estado de infraestructura sanitaria y de toda naturaleza; los excesivos controles cuando uno ingresa al país trasandino; el mal estado del túnel internacional, etc., etc.
Una serie de sinsabores que tornan desagradable el viaje al vecino país, a lo que se suman ahora las últimas contingencias climáticas, ya no de la nieve sino el problema de aludes en gran cantidad y, obviamente, la falta de obras adecuadas para contenerlos.
A estos problemas hay que buscarles una solución de una vez por todas. Llámese túnel de baja altura u otra solución más viable en términos económicos y de tiempos.
También sería bueno que todos los funcionarios de la ruta, de ambos países, hicieran aplicación de la máxima "lo cortés no quita lo valiente" y que se disminuyan las secuencias interminables de trámites.
Sabido es que en los países europeos se transita de un país al otro sin advertirse, siquiera, que se ha salido de uno e ingresado en otro. Algún día, espero que alcancemos esa meta y que podamos "abrocharnos los cinturones de seguridad" en Mendoza para llegar en pocas horas a la localidad chilena de destino sin otro descenso del vehículo que no sea por alguna necesidad personal.
Oscar Casares - DNI 11.827.663