Es una encrucijada de caminos que obliga a decidir si seguir por la Ruta 40 hacia Neuquén, entrar a la reserva de la Payunia hacia el Este poco después, o ingresar al espectacular camino internacional a Chile por el paso El Pehuenche.
Es Bardas Blancas, un pueblo con historia y belleza natural que entró en conocimiento general de los argentinos porque esta semana se unió a la red de las redes, Internet.
Pertenece al distrito Río Grande de Malargüe, el departamento más joven de Mendoza y el más austral y aislado.
Ahora está "conectado" y sus pobladores podrán multiplicar sus posibilidades de comunicación. Son un poco más de 300 en el pueblo y otros 200 diseminados por la amplia geografía que combina llanura con montaña unidos por un factor común: el clima riguroso y la lejanía con los centros urbanos. Bardas, como suelen identificarlo sus vecinos, está a 65 km al sur de la ciudad de Malargüe junto al torrentoso Río Grande.
La vida de esta gente cambiará sin dudas a partir de ahora. “Esto nos permitirá mejorar nuestra calidad de vida”, asegura Rosario Ramírez (48) enfermera del centro de salud y oriunda del paraje. “Siempre viví aquí así que conozco mucho a la gente y sus necesidades”, asegura.
Internet “era algo necesario porque las comunicaciones telefónicas son difíciles por la geografía. Ahora podremos atender mejor a nuestros vecinos. Casi todos tienen celular y ahora podrán conectarse a Internet y por ahí, por ejemplo, podremos dar turnos o cambiarlos o hacer un seguimiento de alguien con dificultades. Parece una cosa común pero para nosotros es importantísimo porque estamos muy lejos de Malargüe”, dice Rosario entusiasmada.
Cuenta que ella con sus propias manos debió resucitarlo de un ataque cardíaco “pero todo fue inútil porque no logré pedir asistencia a tiempo y se repitió el episodio y lamentablemente falleció. Ahora, en un caso así -dice recuperando su voz firme en el relato- podremos comunicarnos y solicitar asistencia, un médico, una ambulancia”, afirma.
La enfermera asegura: “hay personas que llegan al centro de salud desde muy lejos caminando o a caballo desde los parajes de Poti Malal, Carrizalito, Agua Botada o de Chenqueco. Será muy lindo ahora que pidan turno por internet, o cambiarlo o evacuarles una consulta”.
Rosario señala a modo de ejemplo sobre la actividad en el centro de salud o “salita” como suele denominarla la gente, que en 10 días, el mes pasado fueron atendidas más de 200 personas y suele llegarse a 360 en el mes. Es mucho”, reflexiona.
Fabiola Muñoz (31) presidenta de la Unión Vecinal de Bardas Blancas, asegura: "Ahora, por ejemplo, los chicos podrán acceder a educación terciaria a través de internet. Esta posibilidad no existía hasta ahora porque una vez finalizada la primaria y secundaria, muy pocos podían viajar a Malargüe o a otra ciudad a seguir una carrera". Cuenta orgullosa que esa localidad, pese a todo, ya tiene a dos egresados.
“Uno universitario y otro terciario Ahora podremos hacer carreras a distancia. Deseo perfeccionarme en turismo porque me gusta y porque sería útil a mi comunidad”, señala. Ella tiene una tecnicatura superior en Conservación de la Naturaleza.
La vecinalista dijo que ahora habrá internet en el SUM (Salón de usos múltiples), en el Centro de Salud, En la escuela y en el Registro Civil.
“También se podrá instalar un cajero automático para que nuestra gente no tenga que viajar, como en el caso de los jubilados, a Malargüe a cobrar...” señala entre otras muchas necesidades insatisfechas.
“Hay gente que puede comunicarse en determinadas horas del día con nosotros desde los puestos alejados. Ahora le podremos sacar turno en el hospital de Malargüe y avisarles”, dice con entusiasmo.
Y acota: “También seguiremos las gestiones, y se lo pedimos al presidente Macri en una carta que le dimos para que abran una carrera terciaria para que los chicos empiecen a estudiar en nivel superior. La especialidad que queremos, por ahora, es la de turismo ya que tenemos muchas cosas para mostrar a la gente, a los turista que vienen a visitarnos y que redundará en beneficios de todos”, asegura la joven Fabiola, madre un niño de 5 años”.