El tandilense Matías Rueda comenzó el camino hacia la segunda chance mundialista al retener el título argentino pluma valiéndose de un explosivo nocaut técnico en el primer round ante el mendocino Daniel Brizuela.
En el Club Unión y Progreso de su Tandil natal, "La Cobrita" (57 kilogramos) picó en la mandíbula a Brizuela (57,100) con un derechazo tan determinante que dejó al Tatú como dormido en posición vertical y los dos pies juntos, como si se tratara de un muñeco antiguo.
Llevado por el impulso de su ataque, Rueda aplicó un zurdazo, también a la perilla, que, fue incorrecto, y estuvo totalmente de más, por lo que completó el cuyano un preocupante viaje sin escalas ni amortiguadores hacia el tapiz.
Con celeridad el árbitro Fernando Villarruel ni intentó empezar a contar y procedió a quitarle el bucal al abatido, al tiempo que pedía atención médica.
Brizuela se recuperó, tal vez para comenzar a pensar que lo que tenía que hacer en el boxeo ya lo hizo, mientras el anfitrión ya había dejado en evidencia que de ninguna manera se da por entregado y va en procura de otra oportunidad para intentar cumplir su sueño de ser campeón del mundo, basándose, sobre todo, en el argumento del poder de sus puños.
Es que, a los 28 años, quien suele subir al cuadrilátero con la camiseta aurinegra de Santamarina, y además de titular argentino de la categoría también dispone del cinturón sudamericano, logró su vigésimo séptima victoria, 24 de ellas en forma precipitada, y sólo perdió una vez, cuando el 23 de julio del corriente año el mexicano Oscar Valdez, en Las Vegas, lo noqueó y privó de obtener el cetro ecuménico OMB.
Claro que para concretar ese sueño tan elevado Rueda deberá asumir con nitidez la enorme distancia existente entre el nivel en el que se desenvuelve, y gobierna, y el que pretende conquistar, como así también que en esa exigencia superlativa tendrá que estar preparado para ser atacado.
Para evitar repetir el error, al tandilense habrá que aumentarle gradualmente la calidad de los examinadores y llevarlo a combatir de visitante.
En cuanto a Brizuela, a los 30 años, pasó a tener un récord compuesto por 28 victorias, ocho de ellas expeditivas, siete reveses, dos empates y una pelea sin decisión.
Pero, de las siete derrotas del lasherino cinco de ellas fueron por nocaut y se nota el desgaste de una campaña que incluyó escenarios de Inglaterra y Australia.
En definitiva, en menos de un capítulo completo, la noche de Tandil dejó cuentas claras para dos.