La falencia se notaba a la legua. Por eso, la sentencia es tan determinante como irrefutable: el sábado lo perdió Godoy Cruz. Y no se trata de quitarle méritos al inteligente planteo tucumano, que supo explotar los enormes espacios que ofreció el equipo de Sebastián Méndez en ese retroceso lento, sin relevos ni contención de los volantes centrales (ambos de confección, ninguno de marca), situación que obligaba a los centrales a tener que presionar mucho más arriba y dejar todavía más huecos a sus espaldas.
Más que nunca, quedó en evidencia que Godoy Cruz no posee un plantel equilibrado en cuanto a su confección: abundan los marcadores centrales y los delanteros, pero escasean los volantes de contención.
Y el sábado quedó totalmente en evidencia. Sin Maxi Correa, Juan Andrada y Fabián Henriquez, a Méndez no le quedó otra que improvisar un mediocampo sin un “5” clásico. La novedad funcional resultó positiva cuando el equipo tuvo la pelota en su poder.
De hecho, entre los 20’ y los 40’ del primer tiempo, Godoy Cruz exhibió el lapso más productivo para los ojos del semestre. Ganó en pausa en ese sector del campo y generó juego del medio hacia los costados, explotando la claridad en la salida del doble comando Giménez-Fernández y la velocidad de los extremos.
Fue en ese período de tiempo (hasta el gol de Atlético) donde el Tomba tuvo no menos de cuatro chances claras para ponerse arriba en el marcador.
Sin embargo, en la primera de cambio, dejó al descubierto las enormes falencias que había evidenciado en la contención y los relevos en esos primeros minutos en los que el modesto elenco tucumano se movió con facilidad a espaldas de los volantes.
También es cierto que hay rendimientos individuales que no maquillan ni logran disimular las deficiencias colectivas. “Morro” García tuvo su chance nuevamente desde el comienzo, pero decepcionó.
Lento e inconexo con Ayoví terminó absorbido por la marca. En otra época retrocedía y se ponía el traje de lanzador. Para colmo, en el amanecer del complemento, dilapidó una chance clarísima para poner el empate transitorio.
A partir de ahí, en el complemento, hubo un equipo con grietas en defensa, sin contención en el medio, carente de circulación y casi sin pisar el área adversaria (hasta el descuento de Correa).
Así, el bolso de los argumentos positivos queda despojado de material. Son las formas con que se desemboca en una conclusión: lo perdió el Tomba.