La risa tiene múltiples maneras de expresarse. No solo para los que la practican sino para los que la inventan. Los creadores de series esto lo tienen clarísimo. Pero...: ¿siempre es así? Todo depende de la capacidad narrativa, de los guiones, de las ideas y de la pulsión por hacer más y más y más sin importar cómo se realiza.
Aquí cruzamos a dos buenos productos estrenados en las plataformas, y que compiten entre sí para los Globos de Oro 2019: "El método Kominsky" de Netflix y "La maravillosa sra. Maisel" de Amazon; que va por su segunda temporada y es con esa que vuelve a por el premio, pues en 2017 ganó dos.
Los dos personajes que aquí enfrentamos son efectivamente los más opuestos del streaming en términos de comedia. Uno es Sandy Kominsky (Michael Douglas), el actor galancete y anciano que lucha por aceptar la vejez y mantenerse en forma. La otra es Midge Maisel, una típica chica judía y ama de casa de los '50 en Nueva York que despunta el vicio secreto del stand-up.
La gran diferencia no es la calidad de los actores para encarnar sus personajes: Michael Douglas está inmejorable y Rachel Brosnahan no puede más de encantadora y efectiva. Sino que justamente en el guión es donde residen las diferencias.
Chuck Lorre repite en “El método Kominisky” la fórmula que le garantizó el éxito con “Two and a half men” (una sitcom buena cuando actuaba Charlie Sheen): química entre los personajes y chistes con remate con las claves del asunto. Como ya conocemos los tics, el envío es bueno pero de ahí no pasa (mucho menos encantador que “Grace & Frankie”, otra sitcom del estilo).
En el caso de “La maravillosa sra. Maisel” si bien el personaje central es la clave de todo, la espesura de los coprotagónicos (con sus propias historias como subtramas a fuerzas de elipsis y buen manejo narrativo del lenguaje audiovisual) le dan a la serie una profundidad, complejidad y sofisticación que impactan.
¿Quién merece el Globo de Oro este año a Mejor Comedia entre estas dos? Para nosotros, claramente la adorable Sra. Maisel; que no solo es un lujo de realización y diseño de puesta, sino que cruza registros de actuación, se despliega en sus historias, posee personajes secundarios tan importantes y suculentos como la actriz principal y es, desde todos los aspectos, mucho más magnifica que el buen viejito Kominsky.