Para describir el barrio Maipú Chachingo, ubicado al sureste de la ciudad de Maipú, hay que remontarse al destructivo aluvión del 4 de enero de 1970.
En esa tarde de domingo, caluroso y húmedo, las aguas bajaron turbias de las cerrilladas del pedemonte durante la tarde, provocando una correntada de devastadoras proporciones, que causó la muerte de habitantes y la destrucción de obras públicas, calles y casas de la población.
Muchos mendocinos quedaron en la calle, y las autoridades tuvieron que armar planes improvisados para hacer frente a la delicada contingencia.
Surgieron barrios de muy elementales y sencillas casas, pero que sirvieron para remediar la penuria de mucha gente que resultó damnificada y estaba sin techo.
Uno de los tantos conglomerados que surgió a raíz de ese arrasador fenómeno natural fue el barrio Maipú, construido por el Instituto Provincial de la Vivienda (IPV), al sur de la calle Tropero Sosa.
Primero se levantó ese conglomerado (60 unidades) y luego se le agregó otra porción de casas (30 en total), al que se le impuso el nombre de Chachingo.
Pero, con el tiempo, las manzanas en cuestión conformaron un solo conjunto habitacional, que pasó a llamarse Maipú Chachingo, en el distrito Coquimbito, aunque no falta quien lo considere en la jurisdicción de la ciudad de Maipú. Cabe aclarar que Chachingo es una localidad del departamento, ubicada en la margen norte del río Mendoza.
Por el área no había nada más que campos incultos, fincas y plantaciones de olivos. Posteriormente se radicó el barrio Tropero Sosa, mucho más grande, y se impuso la costumbre popular de designar a las manzanas surgidas tras el fenómeno climático de 1970 como el Tropero Sosa viejo.
Pero, esa denominación nunca agradó a los propietarios del conjunto habitacional, en razón de cierta estigma vinculada a la inseguridad.
El nombre Maipú Chachingo fue certificado por la filial Maipú de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, ante un pedido de la unión vecinal.
La mayoría de los adjudicatarios de estas 2 operatorias, que luego se fundieron en una sola barriada, eran trabajadores municipales. El actual presidente de la vecinal local, Marcelo Nora (45), llegó con sus padres cuando tenía 4 años.
Hoy es un agente municipal de la división Rentas de la comuna y un "peleador" por el progreso de su entorno. Forma parte de ese colectivo de vecinos del Gran Mendoza, que brega por los intereses comunes de las zonas a las que pertenecen.
En la entidad está secundado, entre otros, por Isabel Chávez (28, vicepresidenta 1ª) y por Juana Belsuca (77). Esta última se cuenta entre las primeras residentes del perímetro.
"En los comienzos era muy sacrificado vivir aquí, porque había que caminar un poco más de un kilómetro, a través de una huella de tierra mal iluminada para llegar al carril Tropero Sosa; diga que eran tiempos no tan inseguros como los de ahora", refiere. Otra privación era el agua, que se tomaba de un surtidor comunitario.
En los fondos de este barrio están las fincas Pannocchia y Baquero, semiabandonadas en la actualidad.
Nora señala que en la actualidad existe una sola estructura habitacional de 90 viviendas, que albergan a 120 familias y que se traduce en unas 800 personas, con una población infantil de 250 chicos.
En varias propiedades y en atención al déficit habitacional, se han venido a vivir los hijos de los dueños y algún que otro nieto, quienes construyeron en los patios o en planta alta.
Elección de autoridades
La comisión vecinal que preside Nora es una de las primeras de la provincia en ser elegida por el voto directo de los vecinos, algo no frecuente en las entidades de ese tipo.
"Se llamó a los residentes a participar y presentar sus propuestas, y luego se eligió democráticamente a las autoridades", explicó el dirigente.
La militancia en lo comunitario está dando resultados. En un futuro mediato el municipio construirá la plaza del lugar, que reemplazará a un espacio muy deprimido y poco útil que hay en la actualidad.
Ese proyecto es muy esperado. Su materialización se hizo posible debido a que el vecindario ganó una propuesta presentada en el municipio, en el marco del programa PAR (Participación Activa y Responsable).
Con la dificultad de seguir perteneciendo a un área donde la inseguridad siempre puede una mala noticia, la barriada trata de superarse.
Por ejemplo, ahora hay buena disponibilidad de líneas de transporte de pasajeros hacia la ciudad, a través de los grupos 9 y 10. Y también entran los taxis y las ambulancias.
Ramona Muñoz (75), la dueña del primer almacén del sector, afirma que "la vida se está componiendo por estos pagos y ojalá sigamos en esa senda".
Durante varias décadas el progreso urbanístico llegaba hasta el Tropero Sosa, pero desde hace un tiempo se extiende a la barriada visitada. Con el apoyo municipal se consiguieron las cloacas, el pavimento y el gas natural.
Y pronto se vendrá la reconversión lumínica del alumbrado público, en base a brazos pescantes, en reemplazo del precario alumbrado en suspensión, que le dará una mejor fisonomía al barrio.
Niñas y jóvenes, contentas con el lugar
Camila Abarca (9 años) y Milagros Castro (12 años) son el claro ejemplo de que los niños de estos barrios para cursar sus estudios primarios deben optar por cualquiera de las dos escuelas que se encuentran en los barrios aledaños.
Camila asiste a la escuela Doctor Carlos María Biedma en el barrio México y Milagros a la Provincia de la Pampa en el Tropero Sosa. Si bien ambas tienen su grupo de compañeritos en la escuela, son muy buenas amigas entre sí.
"Desde que asfaltaron las calles, podemos andar en patines y en bicicleta; es genial", señala con cierta candidez la mayor de las niñas. Por su parte, Camila agrega: "Mi mamá me cuenta que cuando era chica se reunía a jugar con sus amigas en el espacio que hacía de plaza. Está contenta como yo porque dice que al fin verá terminada la plaza (iniciativa ganada por los vecinos en el programa PAR del municipio); vamos a poder jugar todos juntos, mi mamá, mi papá y mis hermanos".
Mientras un grupo de jóvenes juega un "picadito" en una improvisada canchita, surge el diálogo con Romina Corzo (23), una joven madre, cabeza de hogar.
"Todos nos conocemos. Aquí nacieron nuestros padres, hermanos e hijos. Hay gente humilde, solidaria y trabajadora. Cuando alguien necesita algo, seguro que algún vecino le tiende una mano. Antes -continuó Romina- pensaba solo en salir a divertirme; ahora desde que Dios y el destino me regalaron una hija; ayudo y colaboro en todo lo que se pueda hacer porque sé que estoy trabajando para que lo disfruten en el futuro mi hija y los otros chicos".
Doble denominación
La filial Maipú de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, con la firma de su presidente, Rubén Impagliazzo, certificó el origen del nombre del barrio.
Y lo explicó de esta manera: "En 1972, la empresa Espina Construcciones SRL solicitó al municipio de Maipú el permiso para la construcción de 40 viviendas en 2 manzanas, en el distrito Coquimbito, tramitadas ante el IPV en un plan denominado 'Vivienda mínima con esfuerzo propio', y en el expediente abierto figura que la denominación del grupo habitacional es barrio Maipú".
En cuanto al barrio Chachingo, se indica que "fue presentado con ese nombre por la empresa Bautista Milanese en el municipio. Se trata de 22 viviendas, ubicadas en el distrito Coquimbito, en forma conexa al barrio Maipú, construidas por el plan Servicio Mínimo del IPV".