La escritora argentina Flavia Company, que vive en Barcelona hace largo tiempo, acaba de publicar una lindísima obra que se llama "Magokoro. Carta del padre de Haru".
El libro es un precioso objeto, que se lee con fluidez y como una delicia, y contiene múltiples reflexiones. Es también un interesante ejercicio narrativo. En él una narradora cuenta que conoce a Haru, una anciana que trabaja en una zapatería. Ella le entrega una carta sin abrir. Es de su padre, Osamu (un maestro calígrafo que la dejó en un dojo cuando era pequeña y quedó huérfana de madre).
Haru le entrega esta carta, que nunca leyó y que ya no precisa, para que la narradora sea quien la abra. Esa carta es el libro que Company comparte con sus lectores. Y no solo hay un gran y exquisito cuidado en el objeto que contiene las palabras sino también en el modo en que ellas están dispuestas. Reflexiones profudamente filosóficas sobre la relación padre-hija, sobre el amor, sobre la vida, la muerte, el odio, la ira, y otros tantos asuntos humanos se despliegan en “Magakoro” de un modo particularísimo.
Una especie de "reverso o contracarta" -en todos los sentidos: literarios y afectivos- de esa gran maravilla que es "Carta al padre", el texto que Franz Kafka escribió a su padre Hermann, en 1919, criticándolo por los maltratos afectivos a los que se sintió sometido.
En el caso de Kafka (que una carta de un hijo desdichado a un padre), el escrito fue publicado luego de su muerte por Max Brod (su editor, ¿traidor?). En el caso de "Magokoro" (carta de un padrea una hija) la lectura juega a ser póstuma pero tiene el aval de la feliz y satisfecha Haru, porque el amor es bueno y es un acto generoso el compartirlo.