Rubén Magnano (63) es sin duda el adiestrador más importante de la historia del básquetbol argentino. Comandó un grupo de jugadores que fue subcampeón del mundo en Indianápolis 2002 y luego fue partícipe de, tal vez, el máximo logro a nivel deportivo del país, la obtención del oro olímpico en Atenas 2004, por encima del Dream Team de los Estados Unidos.
El cordobés nacido en la localidad de Villa María, de innumerables pergaminos a nivel clubes, potenció las individualidades y forjó la camada de los más destacados basquetbolista de nuestros anales, como el caso de Manu Ginóbili, Luis Scola, Fabricio Oberto o Pablo Prigioni, entre otros.
Magnano llegó a Mendoza con la intención de participar de la Clínica Anual de Reválida y nos recibió de la mejor manera en la comodidad de su hotel.
-¿Cómo te recibió Mendoza?
-Estar en Mendoza me trae buenos recuerdos, hemos jugado un TNA en el ’94 contra Regatas. Fue una serie muy disputada en una linda provincia. Siempre ligado a lindos recuerdos aquí.
-¿Cómo ha ido evolucionando el básquetbol de las provincias y en especial en esta región?
-Estuve mucho tiempo afuera, pero he visto una U13 de Mendoza y me pareció magnífica. Están en un lote interesante de selecciones. Hay un éxodo importante de jugadores. Se está trabajando bien.
-¿Cómo se hace para ponerse nuevos objetivos luego de aquellos logros insuperables?
-Es extremadamente peligroso sentarse arriba de un logro y mirar para atrás. Cambiás recuerdos por desafíos y no me parece nada productivo. Cuando sucede eso es porque te estás poniendo viejo. Claro que cuando quiero darme una ducha de autoestima veo la final de los Juegos Olímpicos. Pero busco siempre nuevos desafíos.
-¿Argentina fue, es o será una potencia mundial?
-Argentina es una potencia en el básquetbol. La FIBA tiene cerca de 220 países y Argentina está dentro de los 15 o 20 mejores. Da para pensar que estamos inmersos, durante mucha cantidad de años y por una cantidad de razones.
-¿La Generación Dorada fue la conjunción de muchas individualidades o la consecuencia de un trabajo?
-La Generación Dorada fue una consecuencia de una estructura dirigencial, de jugadores y entrenadores con una capacidad en los clubes poco reconocida. Ojalá todos entendamos lo que significan los pequeños clubes en la formación de jugadores.
-¿Cómo se hace para entrenar a jugadores de elite?
-Los jugadores de Selección son lo suficientemente inteligentes para saber que todos los días deben aprender algo, y me incluyo como entrenador. Es lo que yo nombro como humildad inteligente. Este tipo de jugadores buscan elevar siempre su techo.
-¿Se puede avizorar un futuro semejante al de aquella camada de jugadores?
-Del momento en que sucedió puede volver a suceder. Nadie apostaba nada que Argentina podía ser campeón olímpico. Estamos acostumbrados a alimentar la desesperanza, inclusive a nivel país. Pero claro que da para soñar y esperanzarse.
“Nadie apostaba nada que Argentina podía ser campeón olímpico”.
-¿En que momento se dieron cuenta que podían alcanzar algo grande?
-Nosotros después del Mundial 2002 empezamos a declarar que la Argentina iba a ir por una medalla, aunque no sabíamos el color. Esto es coraje y no vender humo. Veníamos de perder la final en Indianápolis por una bola ante Yugoslavia; eso nos abrió los ojos y nos permitió pensar que podíamos alcanzar algo grande.
Uno de los momentos más importantes se dio en el debut ante Serbia en Atenas 2004.
-¿Cuán importante fue Tolcachier en todo el proceso?
-Enrique fue mi asistente pero también es mi amigo. Es un entrenador extremadamente laborioso e inteligente. Ve muy bien el juego y en aquel momento con la Selección argentina fue vital. Aunque alejado de las luces de los jugadores y un poco menos del entrenador, él fue tan importante como yo en el logro.
-¿Le siguen sorprendiendo los jugadores?
-A mi los jugadores me sorprenden día a día. De Fabricio Oberto me sorprendió como él modificaba el chip en un equipo en el que solo agarraba rebotes y defendía para transformarse en una opción ofensiva. Fue notable cómo esos jugadores se preparaban individualmente. Otro fue Pablo Prigioni y cómo llegó a hacerse cargo del equipo.
-¿Cómo ves las formativas en la Argentina?
-Creo que hay cosas por mejorar en cuanto a la formación. No nos olvidemos que de los que ganaron el Oro, once estaban jugando afuera del país. Hay que ver cómo se puede lograr ese roce sin la suerte del éxodo.
-¿Cómo vivió aquel conflicto de la CABB en 2014?
-No tengo idea lo que sucedió en la CABB cuando los jugadores tomaron protagonismo en la crisis de hace unos años. Yo estaba alejado de lo que pasaba en el país.
-¿Cuáles son los planes a futuro de Magnano?
-Yo sigo dispuesto a dirigir. Me siento con fuerzas para hacerlo y, cuando ya no las tenga, será tiempo de sentarse a disfrutar de los logros.