Maduro obtuvo una victoria a lo Pirro

Se declaró ganador en las elecciones presidenciales realizada el domingo en Venezuela, cuando todo el mundo sabe que se trató de un fraude.

Maduro obtuvo una victoria a lo Pirro
Maduro obtuvo una victoria a lo Pirro

La historia cuenta que Pirro, rey de Epiro, logró una victoria sobre los romanos, con el costo de miles de hombres. Se dice que al contemplar el resultado sobre la batalla, Pirro dijo "otra victoria como esta y volveré sólo a casa". Una "victoria pírrica" es la que se consigue con tantas pérdidas en el bando vencedor, de modo que la victoria termina siendo desfavorable para dicho bando.

¿De qué otra forma podríamos calificar, sino de pírrica a la victoria alcanzada por Nicolás Maduro en las elecciones realizadas el domingo en Venezuela? Porque los únicos que creen en la honestidad del comicio son el propio Maduro, el grupo de obsecuentes que lo rodea; algunos países, como Cuba y El Salvador, que lo hacen por una cuestión ideológica y unos pocos personajes, como un ex futbolista argentino que dejó una pobrísima imagen apoyando el cierre de campaña del Presidente, luego de haber firmado un millonario contrato en dólares en la transmisión del Mundial de Fútbol para la cadena oficial venezolana, en un país donde la gente sufre hambre y no cuenta con remedios ni artículos de primera necesidad. El resto del mundo no sólo desconoce el resultado de los comicios, sino que exige una nueva convocatoria, con absoluta libertad de participación, de inmediato.

En anteriores oportunidades habíamos anunciado que las elecciones en  Venezuela venían "amañadas", aunque el mejor calificativo que les cabría sería el de "tramposas". Porque previamente el gobierno procedió a la detención de los políticos opositores a fin de no permitirles participar; reprimió con ferocidad y un costo de más de 130 muertos los actos que el pueblo organizó por iniciativa propia, en todo el país en contra de la política económica; disolvió "de hecho" al Parlamento, que se encontraba en manos de la oposición, imponiendo un organismo "superior" con derecho a vetar todo lo que resolvieran los legisladores electos democráticamente por la gente;  adelantó sorpresivamente la fecha de las elecciones para evitar una posible reunificación de la oposición y no permitió la participación de veedores internacionales, a excepción de quienes habían anticipado abiertamente su apoyo a la gestión de Maduro.

Las trampas no sólo se concretaron en los meses y los días previos, sino directamente en el acto electoral en sí y en los resultados dados a conocer por el denominado Consejo Nacional Electoral quien oficialmente anunció que había concurrido a votar un 46% del padrón, siendo que tanto la oposición como los observadores independientes coincidieron en señalar que no lo había hecho más de un 30% de los ciudadanos en condiciones de votar. Dentro de ese escaso margen deberíamos incluir a aquellos que, si no iban a emitir su sufragio, perdían la posibilidad de recibir bolsas alimentos con los que el gobierno "compra" adherentes y que suelen integrar los denominados colectivos civiles que suelen sumarse a las fuerzas armadas para reprimir manifestaciones adversas.

De hecho entonces, y aún tomando como válidas las cifras dadas a conocer en forma oficial, sobre 18 millones de votantes Maduro recibió poco más de 6 millones de votos,por lo que cuenta, como máximo, con  el apoyo de un tercio del total del país. Por supuesto que el canal oficial venezolano sólo hace alusión a la diferencia obtenida por Maduro por sobre sus opositores.

La reacción internacional no se hizo esperar. Catorce países americanos, integrantes del denominado Grupo de Lima, que integran, entre otros, Argentina, Chile, Canadá, Brasil, México y Colombia, han declarado que no reconocerán los resultados de las elecciones, "por no cumplir con los estándares de un proceso democrático, libre, justo y transparente" y por lo tanto convocarán a sus embajadores en Caracas en señal de protesta; pedirán a la OEA una nueva resolución, plantearán que los organismos financieros no otorguen préstamos a Venezuela, aunque coordinarán medidas de asistencia humanitaria. El presidente español Mariano Rajoy anticipó que su país estudiará "medidas oportunas" y reclamará un rechazo por parte de la Unión Europea.

Más allá de todo, hay un hecho incontrastable. Nicolás Maduro se mantiene en el poder en base a la fuerza y a la mentira, pero su poder real se ha derrumbado y con él ha terminado diluyéndose aquella "revolución bolivariana" que instaló Hugo Chávez y que había ganado adhesiones en esta parte del continente en base al apoyo financiero que le permitía un valor superlativo en el precio del petróleo.

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