Luego de pasar algunas horas detenidas, y tras el violento y traumático episodio que les tocó protagonizar, una mujer de 62 años y su hija fueron liberadas ayer. Si bien se comprobó que la madre había apuñalado en el corazón a un inquilino que se negaba a pagarle el alquiler adeudado, los testimonios de las acusadas, los golpes que presentaban y el relato de vecinos permitieron establecer a los investigadores que se trató de un caso de legítima defensa.
Los gritos pidiendo auxilio de Yolanda Edith Mora sacudieron la calma de la fresca noche del último miércoles, minutos antes de que comenzara el jueves. Según pudieron reconstruir luego los pesquisas, la mujer había entablado una discusión con Francisco Aldo Mercado (68), a quien le alquilaba una habitación de su casa, ubicada en la manzana "B" del barrio Arausal. Se trata de un vecindario tranquilo, de gente trabajadora que está rodeado por barriadas con índices de conflictividad como el Campo Papa y el Sarmiento.
El pedido de ayuda de la dueña de la casa 39 alertó a sus vecinos, que comenzaron a llamar a la línea de emergencias 911. Cuando una comisión policial llegó al lugar, los uniformados entrevistaron a Mora, quien visiblemente conmocionada, les relató lo ocurrido mientras les mostraba el cuerpo inerte de Mercado en el suelo de la vivienda y con una mancha de sangre en el pecho.
Según contó Mora, y luego fue corroborado por el fiscal de Homicidios Gustavo Pirrello, ella llegó a reclamarle a su inquilino que le cancelara la deuda por la renta que mantenía hacía varios meses. El hombre estaba "en evidente estado de ebriedad", según confiaron fuentes de la pesquisa, y comenzó una discusión con la mujer, negándose a pagar lo que debía. De las agresiones verbales pasó a las físicas y fue entonces cuando Mora comenzó a pedir socorro. Las marcas que quedaron en su cuerpo dieron cuenta de la violencia sufrida.
Alertada por los vecinos de su madre, Sandra Garro (43) llegó a la vivienda donde se desataba la discusión (vive a unas casas de distancia) e intercedió en defensa de su mamá. Según versiones, la mujer logró apartar a Mercado, quien continuaba agrediendo a la dueña del inmueble.
Esa acción habría sido aprovechada por Mora, quien tomó un cuchillo y se lo clavó al inquilino debajo de la tetilla izquierda, lo que le provocó hemotórax (los pulmones se llenan de sangre) y, en cuestión de segundos, la muerte. O bien Mora le propinó el puntazo poco antes, cuando el hombre estaba arriba suyo golpeándola.
A la llegada de los policías al lugar se sumó la de los médicos, que constataron el deceso de Mercado por una herida punzante en el pecho, a la altura del corazón.
Madre e hija fueron aprehendidas y trasladadas a una comisaría, donde permanecieron durante algunas horas mientras peritos de Policía Científica analizaban la escena y trasladaban el cadáver del moroso al Cuerpo Médico Forense, donde se le practicará la necropsia.
Legítima defensa
El relato de las mujeres involucradas en el homicidio -obtenido tras la declaración informativa que se les tomó a amabas-, los signos de violencia en el cuerpo de Yolanda Mora y el testimonio de vecinos permitieron a los investigadores determinar que estaban ante un caso de legítima defensa. Es decir que, temiendo por su vida y para poner fina a las agresiones de Francisco Mercado, Mora se defendió con un cuchillo.
A la descripción coincidente y coherente sobre el episodio vivido de madre e hija se agregó el testimonio de los vecinos que alertaron al 911. Uno de ellos incluso detalló que luego de escuchar los gritos de Mora, interpretó que alguien le estaba tapando la boca para que nadie advirtiera la situación. Además la mujer tenía marcas de los golpes -al parecer de puño- recibidos durante la discusión y el posterior forcejeo.
Por eso en horas de la tarde de ayer, Mora y Garro fueron liberadas bajo caución juratoria, es decir que se comprometieron a quedar a disposición de la Justicia cuando las requiera. El caso se caratuló entonces como homicidio simple en contexto de legítima defensa.
Claves
El testimonio de los vecinos de Yolanda Mora, la principal acusada por el crimen, avalaron su versión de que estaba siendo atacada a golpes por el inquilino moroso. El relato de su hija, también.
Las lesiones que presentaba la mayor de las aprehendidas constataron que había recibido golpes de la víctima fatal. Eso también permitió legitimar la carátula de homicidio simple en legítima defensa.