Mauricio Macri se despidió ayer de Davos, Suiza, sin grandes anuncios para la Argentina y viajó a París donde hoy afrontará una de las cumbres más difíciles de su presidencia: una negociación directa con Emmanuel Macron para destrabar el acuerdo Mercosur-Unión Europea.
Macron frenó dos veces el acuerdo: en octubre, porque pidió tiempo para estudiarlo dado que su gobierno asumió en mayo; y en diciembre, por el lobby de los industriales, agropecuarios y ecologistas franceses.
Hay dos diferencias fuertes: Francia no dará de baja los subsidios a su producción agrícola e incluso Macron los quiere regular con una norma de la Comisión Europea; además ofrece cupos más bajos para los exportadores sudamericanos.
El Mercosur le pide a la Unión Europea poder exportarle 380.000 toneladas de carnes enfriadas y congeladas al año, pero la demanda no supera las 70.000 toneladas. La diferencia es enorme y los europeos no dan el brazo a torcer.
La última oferta del Mercosur fue llevada a Bruselas en diciembre por los comisarios de la UE de Comercio, Cecilia Malström, y de Agricultura y Desarrollo Rural, Phil Hogan. Pero los mecanismos de consulta allí son complejos por los intereses de sus 28 estados miembros, con 507 millones de habitantes.
A contramano de un Macri más liberal, Macron considera que en el futuro, los costos de producción deben ser decisivos en la conformación de los precios, por lo que no bajará los subsidios hasta que Francia mejore su competitividad.
Y otra de las exigencias de Francia pasa por la forma de producción agrícola: Macron aboga por productos orgánicos, en divergencia con la producción a escala de la Argentina, basada en los transgénicos y el uso de agroquímicos.
Es un tema fuertemente debatido en el Parlamento francés. Aunque el portavoz de Macron, Christophe Castaner, ya anticipó que antes de que termine el actual mandato en 2022, el glifosato estará prohibido en todos sus usos, incluido el agrícola.
El popular defensor del medioambiente y ministro de Transición Ecológica francés, Nicolás Hulot, avisó que el objetivo es no producir con agroquímicos pero tampoco aceptar el ingreso de productos rociados ellos.
Si bien la UE prolongó recientemente el permiso para los pesticidas, los eurodiputados coincidieron que podría haber sido la última prórroga, por lo que dejarían de ser admitidos el 15 de diciembre de 2022.
Si eso ocurre y si la Argentina no cambia sus métodos de producción, perderá exportaciones por U$S 16.800 millones, según un informe de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). Sería un duro golpe para Córdoba, responsable del 14,3% de las exportaciones totales del país.
La reunión de hoy fue pedida por Macri, quien necesita el acuerdo Mercosur-UE porque, considera, ayudará a la Argentina en su proceso de "inserción en el mundo", dado que hasta ahora se le han desplomado las exportaciones y no llegaron inversiones resonantes.