Un líder político piensa en intereses colectivos y un líder empresario en cambio persigue intereses particulares. El primero busca el consenso y la adhesión de la gente, el segundo la rentabilidad. Algo común es que los dos buscan el éxito.
Hasta ahora, Macri ha tenido un liderazgo basado en la imagen y las aspiraciones colectivas. El marketing y el contacto con la gente han sido el origen de su poder.
Pero la Argentina, por Constitución, historia, tradición y cultura, es un país presidencialista. En las crisis, los gobernadores, legisladores, sindicalistas, empresarios, inversores, etcétera quieren hablar directamente con el Presidente y no con sus delegados o representantes. Ello puede requerir modificar el rol asumido por el jefe de Gabinete en materia de poder.
Un líder debe asumir su rol de estadista, dejando en segundo plano el de candidato. Debe estar más atento a la historia que a la noticia, a la acción que a la imagen. En las crisis, no debe dudar en sacrificar imagen por resolver problemas.
Se puede gobernar un país con baja aprobación, siempre que se vayan resolviendo problemas. La opinión pública no es estática, sino dinámica. Se puede pagar un costo hoy por resolver problemas y a lo mejor en el futuro puede tener recuperación electoral. Sino, será la historia la que determinará si un político ha sido un estadista o no.
En lo inmediato, el Senado dio sanción definitiva al proyecto de "emergencia tarifaria", que había sido sancionado por Diputados. El Presidente rápidamente lo vetó. Pero hay que "desdramatizar" el veto.
Se trata de una atribución que la Constitución Nacional otorga al Presidente y que puede ser revocada por los dos tercios de las dos Cámaras. Ello es muy improbable, con lo cual el veto quedará firme.
Macri puede pagar un costo político por vetar -en realidad ya lo pagó al aumentar las tarifas-, pero también da una señal de firmeza que el mundo económico se la puede reconocer.
Dentro del peronismo, Schiaretti, el gobernador de Córdoba, está haciendo una oposición "dialoguista" que en mayor o menor medida están realizando todos los gobernadores del PJ.
Esto explica su intento de impedir la sanción de la ley en el Senado. Pero en este caso puede haber tenido un error de cálculo sobre la posición que finalmente adoptaron sus colegas.
Los gobernadores parecen encaminarse a dejar hacer a Macri, pero no a compartir el costo político por las medidas que adopte, y ello explica lo que sucedió en el Senado.
Pero la convergencia de los distintos sectores del peronismo que se ha dado en el Congreso -desde Cristina hasta Menem- muestra que esta fuerza política asume que puede ser alternativa de poder para 2019. Históricamente ha sido la posibilidad de llegar al poder lo que lo ha unido cuando está en la oposición, y esto puede estar sucediendo nuevamente, aunque hoy haya divisiones y no se perciba un candidato claro.
En cuanto al oficialismo, la incorporación de figuras políticas con buen diálogo con la oposición, como Frigerio y Monzó, a la "Mesa Política" no a la "Mesa Chica", es consecuencia de la necesidad.
Pero Macri y Peña, siguen teniendo una visión crítica sobre la política tradicional y sólo la aceptan cuando ello se hace inevitable. Aceptan la política por necesidad, no por preferencia.
En cuanto a Cristina, desde que salió del centro de la escena en diciembre Macri se ha ido deteriorando sistemáticamente. La ausencia de la ex presidenta no es la causa única de este fenómeno, pero sin ella Macri se queda sin enemigo.
A él le conviene que ella aparezca, pero la ex presidenta parece advertir que mirando el mediano plazo, la mejor forma de debilitar a Macri es no oponerse a él frontalmente, por ahora.
Pero durante la semana pasada, los ataques de Macri la sacaron de las casillas y tuvo una excepción a su "silencio estratégico" al criticarlo con el apelativo poco feliz de "machirulo",
La Argentina no ha resuelto una crisis, la está viviendo. Ni la turbulencia cambiaria ni el conflicto social han desaparecido, ni mucho menos. En lo social lo peor está por llegar, y lo mismo sucede con la inflación. Perder reservas para defender valores ficticios del dólar es un clásico de la Argentina, del cual el país parece no aprender.
En cuanto al FMI, los países recurren a él por necesidad, no por elección. Cuando un país sufre una corrida cambiaria y ha perdido la confianza de los mercados, ese es el momento en el cual se impone ir al FMI.
Quizás Macri debería resolver el conflicto entre el estadista y el político pensando en el ejemplo de Winston Churchill. Semanas después de haber ganado la guerra fue derrotado electoralmente y separado del gobierno. Pero cinco años después, sus conciudadanos lo votaron y volvió al poder.