Macri da ventajas y el peronismo aprovecha

Macri da ventajas y el peronismo aprovecha

Carlos Sacchetto - Corresponsalía Buenos Aires

Si algo tienen de parecido los gobiernos de Cristina Fernández y de Mauricio Macri es la capacidad para incurrir en errores no forzados. La diferencia radica en la fortaleza política de cada uno para cometerlos, aunque las consecuencias hayan sido y sean negativas para los dos.

Desde la confianza que otorga sentirse dueño de un poder excesivo, a la ex presidenta esos errores le costaron la derrota electoral del Frente para la Victoria. Desde un lugar opuesto, al actual jefe de Estado las equivocaciones le están costando, por ahora, una caída de su imagen y los dolores de cabeza que le provocan el enrarecimiento del clima político y la exhibición de sus debilidades.

Un proyecto de ley que bajo otras circunstancias hubiese transitado sin mayores sobresaltos por la negociación parlamentaria, se ha convertido en una excusa formidable para generar una innecesaria pulseada política que supera en mucho la dimensión del debate. Es la llamada ley antidespidos, que entre otras cosas establece la doble indemnización para los trabajadores que sean cesanteados.

La realidad indica que en estos cinco meses de ajuste económico se han producido despidos, que las grandes compañías no tienen problemas en ofrecer hasta cuatro indemnizaciones bajo la modalidad del retiro voluntario y que las pequeñas y medianas empresas se verían perjudicadas por esa ley.

A esta altura, lo que en verdad parece estar en juego entre el Gobierno y la oposición no sería la suerte de trabajadores y empresas, sino el triunfo o la derrota política que puedan adjudicarse los contendientes.

Esta situación tuvo como disparador el grueso error de Macri de anticipar que la ley sería vetada si la aprueba el Congreso. “Eso no se anda diciendo, directamente se hace si es necesario y en el momento oportuno”, reconoce un integrante clave del bloque de diputados de Cambiemos.

Alto riesgo

El efecto no deseado de esa actitud fue que el peronismo encontrara una posibilidad inmejorable para unirse. Esa movida incluyó a la dirigencia sindical, a sectores como los liderados por el senador Miguel Pichetto, el diputado Diego Bossio, el titular del PJ José Luis Gioja, el cristinismo de La Cámpora y hasta el propio Sergio Massa, protagonista de una riesgosa jugada personal.

Un dirigente que habla mucho con él afirma que el líder del Frente Renovador, de buen diálogo con el oficialismo, creyó convertirse en el gran mediador y que eso le abriría la puerta para volver al peronismo como uno de sus jefes. “No se da cuenta de que en el peronismo lo esperan para matarlo”, afirma de una manera metafórica su amigo.

En ese juego pendular de Massa también quedó colgado Pichetto, quien para muchos apuntaba como el gran renovador del peronismo porque había logrado aislar a los kirchneristas duros, al menos en el bloque de senadores que preside.

Ese ímpetu al rionegrino le duró poco, aunque en el Congreso se comenta con sarcasmo que aquella votación a favor del arreglo con los fondos buitre le sirvió para que “cuando suba a un avión no le pase lo mismo que a Zannini”. Se refieren al repudiable escrache que sufrió el ex candidato a vicepresidente del Frente para la Victoria.

Si esos son algunos avatares en la oposición, los problemas propios en el Gobierno son vistos como relativos y transitorios. Una reciente encuesta de reconocida consultora refleja que de los casi 70 puntos de imagen positiva que tenía Macri al comenzar su gestión, ya ha perdido 12.

Ese descenso está impulsado con más fuerza por la Ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense, donde más ha impactado el ajuste de tarifas. La particularidad es que en Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Mendoza, la segunda zona más gravitante en términos electorales, la pérdida de imagen ha sido mínima.

La evaluación

A modo de consuelo ante el clima adverso que provoca el ajuste de la economía, en la Casa Rosada dicen estar convencidos de que los grandes costos que ha debido pagar la gestión cada vez son menores. Aseguran que la inflación va a bajar en forma notable a partir de junio y que cuando miran el escenario electoral del año próximo se ven frente a inmejorables condiciones.

Lo que no puede disimular el Gobierno es ese amateurismo político que lo lleva a cometer errores impensables y que se expresa en actuaciones muy desparejas de sus integrantes. Los ejemplos abundan: en plena negociación por la ley antidespidos, la Anses cesanteó a 200 empleados, y mientras se asiste a una elevadísima inflación de abril, la nafta fue aumentada otro 10 por ciento. Y lo absurdo: el ministro de Energía Juan José Aranguren diciendo que “al que le parezca cara la nafta, que no la consuma”.

Pese a que las internas se suceden en forma cotidiana, los integrantes del Gobierno dicen tener en claro que una fractura de Cambiemos sería peor que la inflación y el estancamiento económico. Pero las decisiones las sigue tomando una mesa chica formada exclusivamente por miembros del Pro. La UCR y la Coalición Cívica sólo participan en niveles más ampliados o cuando se deben dar respuestas legislativas.

En un rápido relevamiento dentro del oficialismo, las figuras con mejor imagen que sostienen al Gobierno son el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó; el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; el de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, y la canciller Susana Malcorra. Es significativa la ausencia en esa lista del jefe de Gabinete, Marcos Peña.

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