El presidente Mauricio Macri aseguró ayer que “la gobernabilidad ya no está más en discusión”, en medio de la tensión política que desató la reforma previsional, y destacó el apoyo del gobernador Alfredo Cornejo ante las masivas protestas en las calles.
Macri confesó que el camino reformista (con ajuste en los haberes jubilatorios, baja de impuestos y cambios en las reglas laborales) le quita el sueño porque no logra el apoyo mayoritario de la opinión pública y, mucho menos, de la oposición política.
Pero también descartó que la protesta social vaya a tener algún costo político para él. Anoche, cientos de personas volvieron a realizar cacerolazos en diferentes esquinas de Buenos Aires y otras ciudades del país.
Visita de la Iglesia
En medio de un clima enrarecido, el Presidente recibió ayer en la Casa Rosada a la nueva comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), que le entregó una copia del comunicado en el que advierte la “creciente violencia política”.
Monseñor Oscar Ojea y el cardenal Mario Poli solicitaron, en una reunión hermética, que el Gobierno con “consensos de mayor solidez lidere el diálogo y pacifique las disputas” políticas y económicas que se están registrando.
El encuentro fue minutos después de que Macri brindara una conferencia de prensa en la que se ocupó de despejar dudas sobre su alianza con Elisa Carrió. Dijo que comparten la visión sobre las tensiones que genera el “cambio cultural” que experimenta la Argentina mientras intenta “encontrar el camino del equilibrio”.
Por primera vez desde que asumió, Macri pidió no comparar el presente con 2001. Apuntó que en los dos años que lleva de mandato, a la Argentina le “ha ido bien” porque se fue “recuperando del desastre heredado”.
Palos para otros
Cristina Fernández, Sergio Massa y Daniel Scioli no fueron mencionados por Macri, pero recibieron tiros por elevación. "No puedo entender que no salgan a condenar la violencia", reprochó. El Presidente esperaba que, como referentes de espacios políticos, pidieran calma a los manifestantes, dijo a Los Andes un ministro tras la conferencia.
“Queda claro que han habido diputados de la Nación que han incitado a la violencia”, expresó Macri al apuntarle a la massista Graciela Camaño, quien en la sesión del lunes había citado a Nelson Mandela al sostener que “un Gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para defenderse”.
Macri no sólo no aceptó que la Policía y la Gendarmería se hubieran extralimitado con la represión sino que les agradeció “la labor”.
Pero no quedó en palabras: en la tarde, fue al Hospital Churruca a visitar a los efectivos heridos junto con la ministra Patricia Bullrich.
“La violencia fue orquestada. La vamos a enfrentar con la Justicia. Esto fue premeditado, buscó que no funcionara el Congreso. Pero nosotros demostramos que la democracia funciona”, dijo el mandatario para descartar cualquier lectura de crisis política.
Mientras el Presidente hablaba, el juez federal Sergio Torres firmaba la liberación “por falta de pruebas” de los 70 detenidos el lunes a raíz de los incidentes. Ninguno tenía antecedentes penales y la fiscal María Alejandra Magnano decidió no imputarlos.
"No van a desestabilizar"
Según Macri, no hay ninguna razón para que “un grupo pueda creer que a partir de la violencia va a imponer sus ideas, va a desestabilizar el funcionamiento democrático”. “Eso no va a suceder porque las mayorías hemos decidido que queremos vivir en acuerdos” sostuvo.
En uno de sus discursos con más contenido político en dos años de mandato, Macri enfatizó en que “la gobernabilidad ya no está más en discusión” dado que la hipótesis contraria “es una fantasía de una minoría orquestada que cree que puede alterar la gobernabilidad”.
El jefe de Estado aclaró que esa oposición, a la que no identificó, “no lo va a poder hacer” porque Cambiemos está trabajando “como corresponde”, enviando leyes para su debate y aprobación en el Congreso.
Tras ello, Macri le apuntó al kirchnerismo -al cual acusa de casi todos los males del país- y al Frente Renovador, como si fuera una escisión del espacio político anterior.
“No hicieron una sola autocrítica. Ellos no tuvieron errores, dejaron todo maravilloso...”, ironizó en alusión a Massa, Scioli y la ex presidenta.
Sobre un posible error de cálculo político por impulsar las reformas en un mes que suele ser convulsionado en el país, el mandatario dijo que no tiene “tiempo para especulaciones”.
En los pasillos de la Rosada, los funcionarios del círculo más cercano al mandatario explican la verdadera causa: están convencidos de que el momento para los cambios más controversiales es ahora, antes de que comience a esfumarse el espaldarazo electoral de octubre.
El rol de Cornejo
El lunes, catorce gobernadores posaron para la foto en el Congreso tras una reunión con Emilio Monzó, Marcos Peña y Rogelio Frigerio (el articulador), y horas después la Reforma Previsional fue sancionada.
El jefe de Estado lamentó, en la conferencia de prensa, que Cornejo no haya podido llegar a esa foto. Es que el mendocino, ahora presidente de la UCR, es considerado “clave” en el armado de gobernabilidad de Cambiemos de cara a sus ásperos debates con los jefes provinciales.
Según el Presidente, Cornejo es uno de los gobernadores que “han apoyado con la firmeza y la convicción” de que el Gobierno está “sentando bases para un mejor futuro”, con “la generosidad” de entender que las leyes no generan el mismo impacto en todas las provincias.
Aprobación con el apoyo clave del PJ
Cambiemos logró ayer sancionar el proyecto de reforma previsional en la Cámara de Diputados con el respaldo de la totalidad de los integrantes de la coalición oficialista, y de legisladores que responden a gobernadores peronistas, quienes acordaron el paquete de leyes con el gobierno nacional.
La iniciativa se aprobó en general con el apoyo de 107 diputados de Cambiemos -ya que el presidente del cuerpo Emilio Monzó no votó- y un veintena de legisladores que responden a mandatarios de partidos provinciales y del Partido Justicialista, en base al acuerdo alcanzado entre el presidente Mauricio Macri y los jefes distritales.
Los opositores que acompañaron fueron representantes de Córdoba, Entre Ríos, Misiones, Catamarca, Tucumán, Chaco y Salta.