Macarena Álvarez lanza “Los meses inciertos”: viaje a la incertidumbre

Una trama generacional marcada por la fugacidad del tiempo, los viajes y la búsqueda

Macarena Álvarez lanza “Los meses inciertos”: viaje a la incertidumbre

Lápiz en mano, papel y muchas historias. Así se recuerda Macarena Alvarez de pequeña, escribiendo, como instintivamente. Desde entonces publicó un libro de cuentos y su escritura transita en sus ratos libres entre blogs y redes sociales, en las anotaciones que toma en sus viajes, como las que apuntó para esta novela en los trayectos en tren que unían su casa de su trabajo, en Londres.

Esa espontaneidad, liviana, fresca, se fuga así por las páginas de "Los meses inciertos" (Pánico el pánico): una narración escrita en segunda persona a un ex novio, con la que la protagonista reflexiona en un torbellino de emociones extremas sobre su propia experiencia -que mira hacia el pasado y hacia el futuro-, sobre el vínculo con su madre, sus miedos, sus pensamientos y sus deseos.

-La novela puede ser leída como un relato generacional, como la narración literaria de una edad y de una época, ¿cómo surgió la trama en ese sentido?

-Quise narrar una problemática generacional. Me hice adulta en una época en la que la tecnología avanzó sin piedad y creo que eso influyó en la vida de todos los nacidos en los 80. Nos distrajo un montón, que no es algo negativo necesariamente. Esa distracción nos abrió las puertas al mundo, nos acortó las distancias, nos animó a explorar.

Y todo eso, a los veintipico de años, trastoca. Quise contar esta historia desde ese lugar de confusión, quise mostrar los enredos de una juventud posmoderna a través de un personaje que transita una búsqueda personal con todos los sinsabores que eso implica. Quise aproximarme a la incertidumbre que conlleva el solo hecho de crecer.

-A esa incertidumbre le sumás los viajes… La protagonista viaja por un largo tiempo a España para despegar de su lugar, como una forma de búsqueda. Y vos también has sido una viajera, ¿Crees que los viajes, la distancia y lo nuevo producen una potencia narrativa?

-Sí, es una potencia narrativa infinita. Así como se expande el ser, se expande la imaginación. El hecho de vivir temporadas largas en otros países resignifica el concepto del viaje. Una ya entra en la dinámica de lo cotidiano.

Y eso te pone en contacto con diferentes costumbres, con escenas que, por lo menos en mi cabeza, se transforman en disparadores para diferentes historias. Y los tiempos libres sirven para reflexionar sobre esa experiencia que una atraviesa lejos de casa. A mí los viajes me sensibilizan, me deforman la mente, me inyectan creatividad.

-La experiencia del viaje junto a otros elementos sugieren que ficción y realidad -la de tu propia biografía- por momentos se cruzan. ¿Buscaste una frontera que te permita escindir un registro del otro?

-Varios elementos de la novela son autobiográficos pero no son más que eso: elementos. Quise escribir sobre lo conocido pero mantener un relato donde predominara la ficción. Digamos que me abastecí de cierto material del pasado para delinear algunos momentos de la historia pero la columna vertebral es puramente ficcional. Mi intención fue separar las dos dimensiones, por más delgada que sea la línea.

-El relato de la protagonista está atravesado por una honestidad brutal -le habla a su ex novio y a su vez se habla a ella misma- y eso se tradujo en un divertido manejo el humor.

-Lo que busqué fue escribir lo más oral y menos forzado posible. Me sirvió recurrir a imágenes y dejar que la voz se detuviera en los detalles, que no filtrara. Esa es la manera que encuentro de acercarme al que lee.

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