Las nuevas técnicas para elevar la calidad productiva y explorar nuevas vías de comercialización son parte de los ejes que atraviesan el proyecto “Contribución al Desarrollo Sostenible del Cinturón Verde de Mendoza”. Su coordinadora en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es la ingeniera Mabel Pereyra, quien habló con Los Andes sobre los desafíos de los pequeños productores y las formas de articulación junto a otras entidades para asistir de una forma integral a los productores hortícolas.
-¿Qué problemáticas están abordando sobre el enfoque territorial del Cinturón Verde?
-El principal problema que estamos intentando abordar con otras instituciones y otros actores es el avance desorganizado del espacio urbano sobre el rural. También intentamos combatir la contaminación de cauces de riego, por drenajes o residuos domiciliarios industriales, que son los que se producen justamente en el cinturón verde.
Por otro lado, promovemos la incorporación de buenas prácticas agrícolas o mejores prácticas agropecuarias para poder ordenar la producción y hacerla más sostenible atendiendo el cuidado ambiental. Claro está que, en todos los casos, buscamos la equidad social. Muchas veces atendemos a aquellos actores cuyos ingresos son menores o con menor capitalización. Si bien el conocimiento está disponible para todos los estratos productivos, muchas veces las herramientas programáticas que tenemos están dirigidas a los actores con mayores necesidades en cuanto a lo productivo.
-¿Cuál es la intervención concreta del INTA en el Cinturón Verde?
-La estación experimental de Mendoza tiene más de 120 agentes que trabajan en investigación y en extensión. En investigación se produce conocimiento científico tecnológico y social. Eso nos permite entender las prácticas culturales, las relaciones históricas que existen en el territorio, la identidad que caracteriza a una determinada zona geográfica y el sentimiento de pertenencia que tienen los productores.
-¿Qué herramientas utilizan?
-Nos manejamos con las instituciones que están presentes en el Cinturón Verde y buscamos consenso permanentemente. Una de las herramientas que tenemos en el INTA es el programa Pro Huerta para la pequeña agricultura familiar. Es un estrato pequeño que ha servido para atraer fondos para poder costear herramientas y llevar proyectos especiales, como el costeo de la radio comunitaria en Colonia Bombal de Maipú, lo que nos abrió las puertas a la hora de difundir conocimientos sobre distintas temáticas.
-¿Con qué otros instrumentos cuentan?
-Tenemos los programas de Cambio Rural. Son planes que agrupan a productores y favorecen a las asociaciones, dando un subsidio que es compartido con el productor para que tengan a su disposición un técnico que los ayude tanto en la parte productiva como en las organizacionales. La idea es que puedan abordar la comercialización y el financiamiento de manera más adecuada. Además, tenemos los distintos programas que llegan desde el Gobierno nacional para financiar proyectos específicos.
-¿Sobre qué temas están asistiendo a los productores?
-Hemos recibido muchas consultas por parte de los productores de melón de Lavalle por algunos inconvenientes con virosis. Es un buen ejemplo de la forma de trabajar que implementan los proyectos regionales. Es grato sentarse a una mesa que reúne a productores independientes, a los que trabajan en cooperativas, a técnicos extensionistas y a los equipos de investigación del INTA experimental para que cada uno aporte sus conocimientos para solucionar un problema concreto, como la detección de una enfermedad sobre la fruta.
-¿Cómo se enfrenta un problema de esa magnitud?
-Capacitamos mucho a los productores sobre seguridad alimentaria. Para eso trabajamos mucho con el programa Pro Huerta, pero también con la inocuidad alimentaria, cuidando la calidad del producto pero también la salud del productor. Muchas veces el productor aplica al calendario elementos que no tienen bien identificados, sin conocer la peligrosidad que tienen esos productos. Por esa causa estamos haciendo una campaña de capacitación con entrega de equipo para proteger la piel mientras se realiza la pulverización de forma correcta, de acuerdo con las recomendaciones.
Perfil
Mabel Pereyra es casada, tiene una hija que es licenciada en Flauta Traversa y un varón que está estudiando Física.
Es ingeniera agrónoma y cuenta con una trayectoria de más de 20 años. Llegó al INTA con un amplio conocimiento del territorio que, según sus palabras, le ha permitido alcanzar grandes logros junto con otros profesionales. “No podría tener éxito sin un equipo de trabajo, de gestión” deslizó la experta.
Su tiempo libre lo utiliza para leer, le gusta el cine y caminar. También le gusta asistir a obras de teatro local y nacional. “Los teatros comunitarios me parecen una jugada importante de forma de expresión”, opinó.