La Cámara de Diputados de Brasil le dió anoche un duro golpe político a la presidenta Dilma Rousseff al votar con holgada mayoría la continuidad del juicio político que puede terminar en su destitución, en medio de una tensión en todo el país, donde la sucesión de los votos se seguía con sumo interés.
La iniciativa para llevar adelante el impeachment (juicio político) y elevarlo al Senado alcanzó los 367 votos a favor y 137 en contra, con siete abstenciones y dos ausentes, en la votación de los 513 integrantes de la cámara baja.
Como una definición por penales: así se palpitaba esta noche en las calles y en las casas de Brasil la votación, diputado por diputado, para definir si seguía adelante el juicio político con vista a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. Pantallas gigantes se distribuyeron en las calles de las principales ciudades brasileñas, esta vez dominadas por mayoría de los vestidos de rojo, que respaldan a Rousseff.
Por su parte, el líder de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados de Brasil, José Guimaraes, admitió la victoria de los partidarios del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff en la votación de anoche.
“Los golpistas vencieron aquí en la Cámara”, pero “esta derrota provisoria no significa que terminó la guerra”, dijo a periodistas Guimaraes, cuando los partidarios del impeachment llevaban una ventaja de más de 200 votos.
Habían transcurrido entonces cinco horas de una ceremonia en la que cada diputado disponía de 30 segundos para emitir su voto y fundamentarlo.
La batalla política de la crisis que se arrastra hace un año en Brasil ha sido vencida por Temer y su socio, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, ambos del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), primeros en la línea de sucesión en caso de que el Senado aparte a la mandataria.
Es la segunda vez que un presidente es sometido en el Senado a un juicio político, luego de Fernando Collor de Mello en 1992, a quien se le adjudicó el delito de corrupción, pero para Rousseff el delito imputado de gestión fue haber violado la ley de responsabilidad fiscal.
Los votos de los diputados estuvieron marcados por la pasión y no faltaron los perfiles de muchos opositores que pedían el voto por sus esposas, familias, Dios, Jesús y hasta hubo un diputado, Wladimir Costa, que lanzó papel picado. “Que Dios tenga misericoria de Brasil, voto sí”, dijo Cunha, en el voto más simbólico y poderoso de la tarde, ya que el fue quien en diciembre aceptó el pedido de impedimento de la magistrada y se convirtió en el principal colector de votos, junto con Temer, contra Rousseff.
“Esto es un golpe de Estado, no hubo crimen de responsabilidad en la acusación que se le inventó a Dilma”, dijo Rubens Pereira,d el Partido Comunista do Brasil (PCdoB), uno de los pocos que atacó los argumentos del informe del relator Jovair Arantes, que acusó a Rousseff de violar la ley de responsabilidad fiscal.
Temer, cuando la votación iba 259 a 83, divulgó una fotografía, sonriendo, mirando la televisión, en su despacho del Palacio de Jaburú, con un clima de victoria.
Protagonistas
La crisis tiene otros protagonistas, héroes y villanos :
Rousseff, la presidenta acorralada: "Vivimos tiempos extraños y preocupantes. Tiempos de golpe, de farsa y de traición": así definió su presente político Dilma Rousseff, la primera mujer en presidir Brasil, amenazada por un juicio político por supuesta manipulación de las cuentas públicas.
Michel Temer, el vicepresidente: del partido centrista PMDB, compartió fórmula con Rousseff en 2010 y 2014, pero al fragor de la crisis este abogado constitucionalista de 75 años decidió tirar por la borda la discreción que marcó su carrera política y se sintió investido de la misión de formar un "gobierno de salvación nacional".
Eduardo Cunha, el acusador inculpado: Segundo en la línea de sucesión presidencial, el ultraconservador jefe de la cámara de Diputados, Eduardo Cunha, es el arquitecto detrás del impeachment contra Rousseff.
Lula, un ex presidente que no consigue ser ministro: "Dejé la presidencia y creí que ya había terminado con mi tarea", dijo en marzo Luiz Inacio Lula da Silva, presidente de 2003 a 2010, anticipando su regreso al ruedo después de que la Policía lo condujera por la fuerza a un interrogatorio sobre supuestos beneficios recibidos de la red de corrupción de Petrobras.
Otras sorpresas le esperaban al mítico dirigente que encarnó las esperanzas de la izquierda latinoamericana en la década pasada.
Sergio Moro, un juez al filo de la ley: "Todos somos Moro", "Partido Operación Lava Jato", "Héroe", son algunas de las leyendas más frecuentes en las multitudinarias marchas que piden la salida de Rousseff.
Todas remiten al juez de primera instancia Sergio Moro, a cargo de la mayor investigación sobre la corrupción estatal y privada de la historia de Brasil, apodada “Lava Jato” (lavadero de autos). Este magistrado de 43 años, experto en expedientes de lavado de dinero y con estudios en Harvard, ha puesto tras las rejas o sentado en el banquillo a parte de la crema empresarial y política de Brasil.
Cómo continúa el proceso
Tras la aprobación de Diputados sobre la la continuidad del proceso de juicio político a la presidenta Dilma Rousseff, el trámite pasará al Senado, que es la cámara acusadora.
En ese caso, el Senado debe crear una comisión especial que tendrá 10 días para emitir dictamen acerca de la recomendación de la Cámara de Diputados. Ese dictamen debe ser sometido a votación por el plenario del Senado, donde se necesita mayoría simple (al menos 41 votos sobre 81 legisladores totales) para que se abra el juicio.
Si en esa votación -para la cual no hay plazo establecido- el Senado ratificara el juicio político, Rousseff debe dejar el cargo inmediatamente y por un término máximo de 180 días, durante los cuales será juzgada.
En ese ínterin, el Poder Ejecutivo debe quedar a cargo del presidente Michel Temer. En la votación final, en la que se decidiría si Rousseff es condenada o absuelta, el Senado estará presidido por el titular del Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema), Ricardo Lewandowski.
En esa votación, para que la mandataria sea condenada -y, por lo tanto, destituida- serán necesarios los votos de al menos dos tercios (54) de los senadores. Agencia Télam