Como una Cenicienta moderna, sin tantos jugadores de renombre y con malos resultados como un pesado lastre, soñando un futuro mejor, Luján de Cuyo se repuso tras el mal inicio y venció, como visitante, al actual líder de la zona, Atlético Palmira, 2-1. Lázaro, con el botín roto, y Agüero, en la última bola del partido, le dieron los goles al conjunto del Bajo. Rodríguez, uno de los pocos que salvó la ropa en el local, había marcado el empate transitorio.
Ese arranque furioso del “Jarillero”, llevándose por delante a su rival y generando un par de situaciones que bien pudieron significar la apertura del marcador hicieron presagiar que el invicto se mantendría. Sin embargo, Dellarole pensó dos segundos, enganchó y le sirvió el balón en la cabeza a Lázaro, quien venía incómodo por la rotura de su botín. Igual, el carrilero no dudó y abrió el marcador. De ahí en más, el juego pasó por lo que propuso el conjunto de Bolado. Palmira lució demasiado liviano. Torres peleó más de lo que jugó y con Benito no alcanzó para inclinar la balanza.
El entretiempo permitió que el conjunto local decidiera volver a ser el de otras tardes y antes del cuarto de hora encontró la igualdad en una acción donde quedaron dudas sobre la posición de Coca, quien lanzó el centro para la llegada del “9” y el posterior festejo. Y siguió siendo un poco más el conjunto “aurinegro” y aparecieron algunas situaciones, forzadas, es cierto, para desequilibrar. A esa altura, el árbitro Mostaccio, de mal partido, había mostrado el acrílico amarillo en diez ocasiones.
Luján, a pesar de quedarse con uno menos por la expulsión de Ojeda, bancó a pie firme las embestidas de su rival y apostó a un contragolpe que le diera los tres puntos. Y lo encontró desde el pie de Agüero, quien ejecutó un tiro libre que rozó en Abba y descolocó a Narváez para desatar la locura “granate” en el Este provincial. ¿Merecido triunfo? A nadie le importa ya eso.