Con apenas unos días de diferencia, Luis Robbio, uno de los fundadores de Belatrix, firma dedicada al desarrollo de software, recibió dos distinciones. La Asociación de Ejecutivos de Mendoza le otorgó el máximo galardón de Ejecutivo del Año y la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional le entregó un Premio Exportar.
Aclara que los recibió su hijo Federico porque estaba en una conferencia en Santo Domingo, a la que ya lo habían invitado y le dio vergüenza fallarles. "”demás, es muy satisfactorio que los reciba un hijo, porque a la empresa la armamos mis hijos y yo”, plantea.
La sede de la empresa, sobre calle Gutiérrez, ocupa un amplio espacio que perteneció a tienda El Guipur. Como es de esperarse en este tipo de emprendimientos, hay salas para la conexión remota y un buffet para los empleados con una mesa de ping pong. En una de las paredes principales se observa un mapa que señala las sedes de la empresa en el mundo y, cerca de la oficina de Luis, otro que marca con alfileres los lugares que ha visitado. Allí, en su espacio personal, tiene un globo terráqueo.
En la charla con Los Andes, el empresario indicó que la suba del dólar los benefició y que en 2019 esperan mantener el nivel de crecimiento de los últimos 5 años, de entre el 25 y el 35%. Pero planteó que las retenciones los perjudican y que se necesita más recurso humano capacitado para que la industria pueda crecer.
- Hay sectores de la economía que están muy afectados y otros a los que se les abrieron nuevas oportunidades, ¿cómo impactó en su empresa la suba del dólar?
- Para nosotros fue terrible el atraso cambiario porque vivimos de las exportaciones. Por suerte, tenemos oficinas de desarrollo con más de 300 personas en Lima (Perú) y unas 100 en Bogotá (Colombia). Justamente una de las estrategias fue diversificar los riesgos porque el dólar a $ 18, como estaba en abril, era una mentira y dañaba a quienes traen divisas al país. Era una cosa de locos. ¿Qué necesita el país? Divisas. ¿Qué hacemos? Castigamos a los que las traen. Uno, como empresario, hay veces que no entiende qué quieren hacer.
- ¿Considera que la cotización actual les permite ser competitivos?
- Hoy está en un valor razonable, aunque nos han puesto retenciones. Graciosamente, dijeron que iban a fijar dos tipos de retenciones, unas para productos primarios y otras para los que tienen valor agregado. ¿Dónde pusieron a la industria del software? Con los productos primarios, que pagan más. La verdad que es una cosa insólita. Pertenezco a la Cessi (Cámara de la Industria Argentina del Software) y estamos discutiendo esto.
Pero el dólar al valor que está nos viene bien. Lo que nos viene mal es la incertidumbre. Y la retención nos cae como un baldazo porque nos achica la ganancia. Hoy está en $ 36, con el 12% de retención nos queda un dólar de alrededor de $ 32 pesos, que sigue siendo mejor que $ 18. Pero atrás del dólar viene corriendo la inflación y los empleados, con todo derecho, reclaman mejores sueldos.
- Con este contexto, ¿las empresas argentinas de software pueden competir mejor en el mundo?
- Nos cuesta ser competitivos en precios. La Argentina es un país caro, aun después de la devaluación. Nunca nos vamos a poder comparar con la India o con China. La estrategia que uno tiene que tener es no competir por precio, sino por calidad de servicio, por creatividad, por innovación, por trato. Lo que nos ayuda es que hay una escasez de talentos muy grande en el mundo y los ingenieros argentinos son buenos. Hay creatividad y ganas de innovar, y eso es apreciado. Obviamente no nos ha ido mal, pero es una lucha dura.
- Hace poco abrieron una nueva oficina en Barcelona
- Nos ha sido muy difícil Europa, así que estamos intentándolo ahora, desde ahí. Porque el mercado europeo mira mucho a la India y a Europa del Este, que ofrece buenos profesionales y están cerca. No es fácil penetrar, pero si algo nos caracteriza es que somos tozudos.
- El presidente Mauricio Macri reconoció que los impuestos son altos pero necesarios por el déficit, ¿qué opina de esto?
- El Estado argentino parece que es incapaz de auto controlarse. Entonces el mundo privado tiene que estar solventando los errores del Estado. Vamos a tener que hacer un esfuerzo para llegar al déficit cero. ¿Y quién lo hace el esfuerzo? Los privados. Es una pena. Somos un país que, individualmente, somos muy bien mirados y cuando nos integramos como sociedad estamos mal. Pero seguimos participando (ríe).
- ¿Qué expectativas tiene para el año que viene?
- Siempre seguimos con ganas de crecer. En los últimos 5 años hemos tenido un crecimiento de entre 25 y el 35%. Es muy grande. Lleva mucho esfuerzo y, mientras más grande, es más complicado. Pero seguimos con esa idea. Hoy el mercado laboral se está complicando en Mendoza, pero tenemos oportunidad de crecer en Colombia y en Perú.
El crecimiento tiene que ver con los clientes en Estados Unidos, donde hemos realizado una inversión muy fuerte en marketing, participamos en ferias, vamos a congresos y además hemos ido juntando antecedentes. Yo diría que tenemos altas chances de cumplir esa meta.
- ¿Qué cree que necesita el sector para seguir creciendo?
- Lo más importante es invertir en capacitación porque falta recurso humano y vengo insistiendo, desde hace tres gestiones, en que hay que preparar gente. Pero lamentablemente entienden que la función del gobierno es salir a buscar empresas que se quieran radicar en Mendoza y no dedicarse a formar los profesionales para que las inversiones vengan por un atractivo natural.
Y a fines del año que viene se vence la ley de promoción del software, que nos da crédito fiscal por las cargas sociales y reduce el impuesto a las Ganancias del 35% al 14%. Esto nos permitió crecer, porque las empresas que brindan servicios basados en conocimiento tenemos poco capital físico; es intelectual.
- ¿Qué significaron los premios para ustedes?
- Como nuestro trabajo está tan volcado hacia el exterior, uno supone que el medio nuestro nos ignora, pero nos mira y nos evalúa positivamente. Es un aliciente.
Perfil
Luis Robbio creó Belatrix, junto con sus hijos Federico y Alejandro, en 1993. Inicialmente era una empresa dedicada a la automatización y control, pero la crisis del 2001 y la ventaja competitiva que ofrecía la devaluación los llevó a replantearse el negocio y virar hacia el desarrollo de software.
Sin embargo, lo que hoy se presenta como una historia de éxito implicó serias dificultades. Uno de sus hijos se fue a vivir a Estados Unidos y, de a poco, comenzaron nuevamente con dos ingenieros.
Hoy tienen cerca de 700 empleados, 4 sedes de desarrollo en Sudamérica (en Mendoza, Buenos Aires, Lima y Bogotá) y oficinas comerciales en Florida, Sillicon Valley, Nueva York y Barcelona.