Para Luis Machín, interpretar un unipersonal significa un quiebre en su camino como actor. Él, uno de los artistas más versátiles de la escena y la televisión argentina, había visto a grandes actores poniéndole el cuerpo y el alma a este tipo de piezas. Y enfrentar ese desafío requería de cierto bagaje y coraje, que -tras una serie de causas- le llegó finalmente a sus 49 años.
"Yo vi de bastante chico a Miguel Bebán, el padre de Rodolfo, haciendo dos unipersonales. Y recuerdo que cuando vi a ese hombre era bastante mayor, a la mirada de un chico de 15 años. A mí me resultaba una atracción ver ese cuerpo poseído por las palabras y el compromiso de su capacidad corporal. Esa acumulación de ver actuaciones que impresionan... y eso genera deseo. Entonces, en algún momento uno tiene curiosidad por llevar un texto, que no puede ser cualquiera", comenta al teléfono el actor, después de una larga jornada de rodaje cinematográfico.
En 2017 estrenó "El mar de noche", una pieza escrita por Santiago Loza y dirigida por Guillermo Cacace, que finalmente pasó a ocupar ese significativo lugar: el primer unipersonal de su carrera. Una obra exquisita con la que lleva dos temporadas en cartel y distintos reconocimientos, como el premio ACE a Mejor Actor.
Es un grito ahogado. El desamor diseccionado. La soledad escandalosa con la que se topa un hombre. La espera y su agonía. Los intentos antes de hundirse. El silencio que retumba después de cada palabra. No poder nombrar, porque lo que queda cuando el amor se ha retirado es un campo arrasado, escombros: la nada, un hueco. Un texto con un humor áspero, que motiva desgarro y piedad.
Inspirado en obras de dos gigantes literarios: "De profundis", de Oscar Wilde y "Muerte en Venecia", de Thomas Mann, Santiago Loza lo escribió durante un largo viaje, en tránsito, en aeropuertos, en hoteles de dudoso gusto situados en playas lejanas. A este texto poético y profundo, Guillermo Cacace y Luis Machín logran un traspaso de gran sensibilidad a la escena.
"Santiago es un dramaturgo muy prolífero, tiene varios unipersonales escritos pero hay algo muy fuerte en su dramaturgia, que tiene que ver en cómo pinta algunos mundos muy íntimos. En general, sus unipersonales son para mujeres y no son muchos los que tiene escrito para hombre. Hasta donde yo sé, tiene solo dos para hombres. Tiene un carácter exquisito del mundo que plantea", dice.
Y amplía: "Y se suma el trabajo de Guillermo y mío de llevar un texto que tiene enorme poesía a un lenguaje vinculado con lo teatral. Pero nuestra forma de desafiar un texto que tiene enorme poesía es pasar por el cuerpo ese texto y no que sea solo la palabra leída".
-¿Qué te impactó más del texto y del personaje?
-No suele ser una sola cosa. En general, es una concepción que reduce la complejidad de nuestra actividad. Pensar en que hay algo que desencadena nuestro trabajo. Son muchas las cosas que se ponen en juego y que conviven. En este caso no fue la excepción a la regla. Hubo un deseo de trabajar con Guillermo hace tiempo, sumado a un texto que resultaba convocante. Y un texto que me producía atracción, pero a la vez una sensación que tenía que trabajar desde un lugar bastante diferente. Hacer un unipersonal tiene características particulares.
-Un gran desafío...
-Además yo no había hecho ningún unipersonal, solo algunas intervenciones u homenajes, pero no tenían ese carácter de obra. Todos estos elementos se conjugaron para que lo hiciera. Incluso tomarme el tiempo con Guillermo para ver si era posible... me refiero a llevar un texto tan poético a un lenguaje dramático.
-¿Llegó en el momento justo este unipersonal?
-Vaya a saber. A medida que pasan los años y que uno va conociéndose como actor y renovando esa especie de contrato, ese conocimiento, ese bagaje de experiencia e intercambio con el otro hace que me reencuentre conmigo mismo y mi instrumento como actor. Y además las características que requiere un unipersonal, como el conocimiento de las capacidades expresivas. Yo creo que no se puede hacer en cualquier momento un unipersonal. Siempre me despertó curiosidad.
Entre el cine y la televisión
Luis Machín es uno de los actores más populares en la pantalla. Sus personajes no pasan desapercibidos. Como Emilio Arostegui u Oscar Anderle, en la serie de “Sandro”. En la actualidad se encuentra filmando una película y pronto estrenará otra serie, con producción internacional.
"Terminé hace menos de un mes de filmar una adaptación de la película 'Atrapar al ladrón'. Aquí se hizo una adaptación para mini serie de diez capítulos, adaptada a nuestra idiosincrasia. Una parte de filmó acá y otra en España y es una producció para plataformas. Seguramente se verá por Telefe, que hizo parte de la producción. La idea es estrenarlo en octubre en Europa y luego en Argentina", comenta.
-¿Cómo ves el furor por las series y la apuesta de canales de aire con coproducciones internacionales y para plataformas?
-Es la manera en que se está produciendo en los últimos tiempos. Programas que empiezan a probar cómo son los equipos de trabajo en el país. Acá hay una tradición televisiva y cinematográfica. Y esa combinatoria posibilita que la serie tenga una mezcla de lenguajes, de lo que sería la televisión, que se quedó en el tiempo, con lo que sería una producción cinematográfica. Todas las miniseries tienen una tendencia a lo cinematográfico.
-Una mezcla de lenguajes...
-Sí, la combinatoria para hacer una buena miniserie está ligada al cine. Por eso son tan convocantes, tan personales. Y por la premura con la que vivimos ha generado otra forma de mirar contenidos. Ha quedado en el tiempo eso de sentarse a ver una novela o una serie. Pero todavía hay una gran cantidad de gente que mira televisión de una manera tradicional. Acá hay un público fiel a esa forma.
El mar de noche
Actúa: Luis Machín.
Dirección: Guillermo Cacace.
Día y hora: Mañana, jueves 11 de julio, a las 21.30.
Lugar: teatro Independencia (Chile y Espejo, Ciudad).
Entrada: $300. En boletería y www.entradaweb.com