Luis Felipe Noé: “En América Latina es necesaria una revolución cultural”

El gran maestro del arte argentino pasó por Mendoza para compartir su pensamiento estético. En esta charla, ‘Yuyo’ derramó su visión.

Luis Felipe Noé: “En América Latina es necesaria una revolución cultural”
Luis Felipe Noé: “En América Latina es necesaria una revolución cultural”

¿Qué batallas vale la pena librar, Yuyo? "Sobrevivirse, creo. Yo tengo una batalla personal. Pese a mi edad, a mis 85 años, quiero hacer como Tiziano, Mattisse, Monet. Realizar mi mejor obra de viejo".

Clava la vista en la mesa de dibujo de su casa. "Tengo otra en mi taller, que está acá al lado", avisa, como dejando claro que no puede estar sin una cerca. Y nos pasea con sus ojos por la biblioteca rebalsada de arte y filosofía, por los dibujos suyos y de otros, por la pc que él aún prefiere llamar "máquina de escribir" y en la que dos colaboradoras teclean sus imparables pensamientos.

“Yuyo” le puso su tía, cuando era chiquito. Le gusta más que le digan así. Los yuyos no se pueden domesticar, desbordan cualquier terreno, crecen desmadrados. Así, hoy, entiende el Caos, ese concepto en el que empezó a teorizar hace más de 50 años y que ahora profundiza. “En el ‘65, cuando escribí la ‘Antiestética’, todavía entendía el caos como desorden. Pero son cosas diferentes. Actúa bajo un orden que todavía no podemos vislumbrar. El caos es la vida misma, en conjunto. Todo lo que cambia, lo imprevisible, lo que se mueve, lo que desborda cualquier estructura impuesta. El caos nos constituye”.

Algunos cerebros rígidos le advertirían que eso implica descontrol, anarquía. Él responde con conciencia histórica: "En nombre del orden se han avalado los totalitarismos, las dictaduras. Cada vez que vienen a poner orden, hay más caos".

Noé sigue alumbrando el mapa de la reflexión estética que, por supuesto, comprende todo lo humano. Y lanza relámpagos sobre el continente: "En América Latina es necesaria una revolución cultural. Eso es lo que antecede a las verdaderas revoluciones políticas".

- ¿Cómo hacerla?

- Primero hay que tomar conciencia del propio contexto, conciencia de la necesidad de una enunciación latinoamericana libre de nostalgias europeas o de países hegemónicos como Estados Unidos.

Y en ese ‘verse’ es indispensable la atenta percepción del otro. Más que la percepción: abrazarlo, asumirlo. Yuyo no considera el arte como “expresión de un sujeto”. Le parece perezoso. Sí lo identifica con la frase abismal de Rimbaud: “Yo es otro”.

Apuntes sobre el “Arte coctelero”

Suele decirse que Noé es un personaje central en el arte contemporáneo argentino. Por vaga, por caducable, no le gusta esa expresión. "¿Y cómo va a llamarse esto que denominan 'arte contemporáneo' cuando deje de serlo?", inquiere. Tiene una propuesta: "Yo le pondría arte coctelero".

Un posible análisis del 'Arte coctelero' lo describiría como aquel que mete a la batidora todas las vanguardias y saca a veces cosas interesantes, a veces macaneos.

Noé delinea la historia: "Terminado el proceso de las vanguardias, el análisis condujo a lo esencial. Fue como un striptease. La pintura quedó desnuda frente al arte conceptual. Y luego se reencontró con el hiperrealismo, claro que después de haber absorbido la noción de la fotografía. El arte coctelero se dedicó a mezclar experiencias. Creo que éste es un muy buen momento creativo porque hay mucha libertad. Claro que a veces la libertad desconcierta.

- ¿Dónde ves lo interesante?

- En el proceso de democratización del arte, veo dos manifestaciones que me interesan. Una es la del llamado “arte bruto”, la libre enunciación más allá de toda formación, de toda academia. El de las personas con trastornos psíquicos, por ejemplo. Otra es la eclosión de la pintura en las calles, aquellas que surgen espontáneamente. Desde el graffiti a los murales.

- Aquí hay buenos cultivadores de la pintura callejera, sólo que se los llevan detenidos.

- ¿En serio?

- Sí

- Me parece una gran estupidez.

Pensar en líneas

Desde sus inicios, Noé quebró estructuras en el arte. En los años '60, junto con Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega, formó parte de la Nueva Figuración. 

Realizó más de cien exposiciones en Nueva York, París, Amsterdam, Madrid, entre muchas otras ciudades. Obtuvo el Premio Nacional Di Tella (1963), la Mención de Honor en la Bienal Internacional de Grabado de Tokio (1968) y el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes (1997).

Representó a la Argentina en la Bienal de Venecia de 2009. Referente de las nuevas generaciones de artistas, dirige con Eduardo Stupía, con quien hizo obras a dúo, el proyecto "La línea piensa", centrado en el dibujo.

Noé, uno de los más singulares artistas argentinos, capaz de intervenir como teórico, intelectual y maestro, marcó a varias generaciones. Desde sus obras tempranas en las que experimenta con la ruptura de la unidad, Noé no deja de conmover y asombrar ni pierde la capacidad de asombro. "La ventaja de tener un lenguaje artístico es que me voy sorprendiendo a mí mismo".

Propuso una nueva imagen de la realidad. Desde "Paquete Mantegna" (1964), donde rompió el marco del cuadro y fragmentó el famoso Cristo en escorzo del pintor del Quattrocento, la clave de su obra es quebrar fronteras, experimentar, tensar los límites, revertirlos.

Su obra, sus reflexiones teóricas, sus libros (“Antiestética”, “Una sociedad colonial avanzada”, “Códice rompecabezas sobre Recontrapoder en cajón desastre”, entre muchos otros), su rol como pensador, como maestro tienen impacto inextinguible sobre el arte argentino.

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