Luis Brandoni regresa a la TV con “Un gallo para Esculapio”

De la mano del realizador Bruno Stagnaro, el popular actor de 77 años encarna al jefe de una organización mafiosa de piratas del asfalto en la serie que anuncia para fines de este mes la señal de cable TNT.

Luis Brandoni regresa a la TV con “Un gallo para Esculapio”

En una casa de la ciudad bonaerense de Sarandí, en el partido de Avellaneda, este viernes se filmaron algunas de las escenas finales de “Un gallo para Esculapio”, la miniserie que marcará en unos meses el retorno, como director y guionista, de Bruno Stagnaro (realizador de la multipremiada “Pizza, birra, faso” en cine y de la también galardonada “Okupas” en tevé) y de Luis Brandoni en un rol protagónico televisivo, seis años después del sacerdote que encarnó en “El hombre de tu vida”.

El barrio arbolado y de casas bajas de esa zona del sur del conurbano bonaerense también va a ser protagonista de una persecución, pero eso va a ocurrir más tarde, a la noche. Mientras tanto, el sol de la falsa primavera de mayo golpea el cemento y Brandoni se deja fotografiar entre las paredes raídas, persianas deslucidas y bajas, sillones de abuela y un cuidado juego de ajedrez, tras ponerse en la piel de Chelo Esculapio.

“Mi personaje es un mafioso, jefe de una organización ilícita que se dedica al asalto de camiones con un séquito de gente poco recomendable. Está casado en segundas nupcias, tiene un hijo mayor. Todos los problemas que devienen de eso...”, arranca diciendo Brandoni en la entrevista.

“Un gallo para Esculapio” cuenta la historia de Nelson -protagonizado por Peter Lanzani-, un misionero humilde que viaja a la gran ciudad con el propósito de reencontrarse con su hermano y entregarle un gallo de riña, pero los caminos se tuercen y Nelson conoce a Chelo Esculapio, con quien entabla una relación de amistad y del que tal vez herede su organización delictiva.

“Hay dos cosas que tienen bastante importancia en esta serie: la presencia de los animales y las divergencias y rivalidades que hay entre los galleros”, cuenta el ex diputado nacional por el radicalismo sobre la tira en la que también comparte cartel con Eleonora Wexler, Luis Luque, Julieta Ortega, Ariel Staltari y Andrea Rincón, y que produce Sebastián Ortega.

Un mundo oscuro y marginal

Apoyado por el Incaa y en coproducción entre Underground, TNT y Boga Bogagna, el rodaje de “Un gallo para Esculapio” comienza alrededor de las 10 de la mañana los cinco días de la semana. El equipo y los actores van cambiando de locación (ya filmaron en 20 espacios diferentes) porque son muchos los decorados naturales: la casa, calles, estaciones de servicio; la mayoría se filma en exteriores y en el Gran Buenos Aires.

“Es una miniserie de aventura con un montón de historias y de episodios que tienen que ver con cierta violencia, cierto mundo oscuro y marginal”, describe Brandoni sobre la trama, dimensiones sociales que su director, Stagnaro, eligió retratar en trabajos previos como la serie “Okupas” (que le valió un Martín Fierro como mejor director en 2001) y el film “Pizza, birra y faso” (cinco Premios Cóndor de Plata en 1998).

-¿Por qué eligió este proyecto para volver a la tevé?

-El tema es atractivo, es una producción muy importante y hacía mucho tiempo que no hacía televisión. Creo que es una buena oportunidad volver con un rol de estas características, distinto a otros que he interpretado en mi vida.

-¿Puede hallar algún paralelismo entre la trama de la historia y la realidad?

-Es un tema actual, pero la relación que tiene con la realidad se basa en los piratas del asfalto que están en el Gran Buenos Aires y en otras grandes ciudades y la riña de gallos que, a pesar de ser ilegal, en todas las provincias salvo en Santiago del Estero, se ejerce, existe y se comercia con ella como tantas cosas ilegales...

-¿Qué le interesa del formato de miniserie?

-Me interesaba que tuviese un plazo determinado y la serie lo tiene. No quería una tira que de pronto signifiquen seis, ocho, 12 o 14 meses de trabajo. Cuando hice “El hombre de tu vida” fueron 24 capítulos en varios meses, pero era también una serie con principio y final.

-Desde su experiencia, ¿por qué considera que las producciones optan ahora por este formato?

-Supongo que deben ser resoluciones que tienen mucho que ver con lo económico, con los costos de producción. A mí me gustaba la televisión cuando tenía programas semanales, lo que nosotros llamamos unitarios, los hubo durante décadas y ahora han desaparecido prácticamente.

El público argentino es bastante ecléctico, nadie que esté en la producción de televisión puede tener la certeza de que un programa vaya a tener éxito, pero hay algunas cosas que sorprenden como por ejemplo lo de “Moisés y los diez mandamientos”... A nadie se le ocurriría en Argentina hacer una cosa así, pero a la gente le interesó porque era distinto, vaya a saber por qué razón...

-¿Qué opina de la situación actual de la televisión argentina y de estos fenómenos de producciones extranjeras?

-En este momento hay menos ficción que el promedio histórico, que el nivel de programas de ficción que hubo en la televisión argentina. Las series que están comprando cuestan menos que producir un programa en el país. A diferencia de nosotros, que exportamos contenidos en vez de exportar programas de televisión, y motivo por el que los actores argentinos no aparecemos en el exterior. En países como Brasil y Turquía no se venden los libros y eligen vender las latas completas. No me atrevería a decir que los guiones extranjeros son mejores que los locales, hay cosas que faltan hace años en la televisión, como programas de humor, por ejemplo “Operación Ja-Ja”, o teatro, lo que tenía una gran atracción para el público porque, entre otras cosas, empezaba y terminaba. Hay algunos canales que no producen ningún programa de ficción, Canal 9 hace más de una década que no hace un programa con actores y América tampoco, y eso habría que revisarlo.

-Además de "Un gallo para Esculapio", ¿tiene otros proyectos?

-Sí, en teatro y en cine. Acabamos de estrenar una obra de Alicia Muñoz, “Justo en lo mejor de mi vida” en el teatro Picadilly, esta vez como director; fui director y actor a la vez en 1996, pero es la primera vez que asumo solamente el rol de director. Me siento raro todavía pero ya me voy a acostumbrar. Y terminada esta serie voy a hacer una película.

-¿Influyó de algún modo la relación que mantiene con otros directores cuando su rol es el de actor?

-No, son compartimientos estancos. Stagnaro es el director de la serie y tengo relación actor-director, es la primera vez que trabajamos juntos. Además es distinta la técnica de la televisión, que es similar a la del cine, y es muy distinta al vínculo que se crea en el teatro, que es más personal y mano a mano.

El teatro es una de las pocas tarea artesanales y de tracción a sangre que quedan en el mundo, por eso en la mayoría de los países está subvencionada por el Estado, porque es una de las pocas tareas artesanales que se hace a mano.

“Un gallo para Esculapio” va a salir al aire un día por TNT primero, después por Telefé y por último por Internet, y nos van a ver millones de espectadores en muy poco tiempo, eso en teatro no pasa, porque está hecho a la medida de los espectadores.

-¿Considera que la actividad teatral repuntó este año?

-Sí, el teatro está muy bien. Tuvo un bajón el año pasado, se rasgaron la vestidura muchas personas, y si alguien quiere sacar provecho de un bajón del teatro y asimilarlo a la situación económica se equivoca, porque hubo momentos muy malos en Argentina como cuando estuvimos en dictadura, y la gente iba al teatro mucho más que ahora. No es fácilmente asociable una cosa con la otra. El teatro ahora en Buenos Aires está esplendoroso, con estrenos, y va mucha gente a las salas.

Nueve capítulos

“Un gallo para Esculapio” tendrá nueve capítulos de una hora cada uno y se anuncia para fines de mayo por la señal de cable TNT, luego de lo cual pasará a exhibirla Telefé.

El tema fija su trama en el submundo marginal de las riñas de gallo y de los piratas del asfalto del Gran Buenos Aires.

El punto de partida es con el personaje de Nelson (Peter Lanzani), un joven de la provincia de Misiones que viaja a Buenos Aires con un gallo de riña para encontrarse con su hermano Roque en la terminal de ómnibus de Liniers.

Pero Roque nunca aparece en el punto de encuentro. Nelson se vincula, en cambio, con Chelo Esculapio, (Brandoni), gallero y jefe de una banda de piratas del asfalto. Ante la sospecha de que él puede ser el responsable de la desaparición de su hermano, Nelson decide entrar en su banda para averiguarlo.

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