Una semana que fue de mayor a menor para el Gobernador. Por un lado, encaró la Asamblea Legislativa con un discurso con el que no sólo ratificó su convicción kirchnerista sino que insistió con su empeñosa campaña por la reforma de la Constitución a toda costa, sin dejar en claro qué procedimiento va a elegir para viabilizarla a pesar del achicamiento de los tiempos posibles.
Dijo en la cara a los opositores que no apoyan dicha reforma (senadores y diputados sentados en sus bancas e intendentes y otros dirigentes ubicados como invitados) que son hipócritas por sospechar lo que muchos piensan, y el oficialismo no se encarga de dejar en claro: que una de las prioridades es la posibilidad de reelección, suya y de su vicegobernador.
Sobre el final de la semana, Pérez quedó, prácticamente, como observador de un cierre de listas de distritos y municipales en el que, la tradicional dirigencia, de algún modo quiso demostrar que primero está el justicialismo y después el Frente para la Victoria.
El titular del Ejecutivo dijo: "Uno intenta que estén representadas todas las líneas que integran el Frente para la Victoria, pero los espacios para la Legislatura son pocos en relación con la cantidad de nombres...".
Fue como la admisión de que, sin tener una corriente propia, Pérez realmente tuvo alguna expectativa con respecto a nombres de dirigentes o funcionarios cercanos a él que no fue del todo satisfecha. Algo similar ocurrió con los movimientos juveniles kirchneristas.
En la Asamblea se sintió cómodo. El miércoles Francisco Pérez encontró territorio propicio en la Legislatura. Lo esperaron, vivaron y acompañaron los sectores militantes de la juventud kirchnerista, muy expectantes con la ayuda que pudiera brindar luego el Gobernador a la hora de la definición de las listas.
No tuvo en las calles reclamos gremiales porque los sectores estatales más combativos ya habían solucionado sus diferencias salariales y, de ese modo, nadie lo esperó para recriminarlo, como ocurrió a varios gobernadores en las mañanas del 1 de Mayo.
Seguro de tener detrás suyo a un justicialismo unido que protege a su gobierno más allá de sus debilidades, el mandatario no buscó actitudes conciliadoras con la oposición y, en cambio, la desafió con el debate pendiente sobre la reforma constitucional. La fiel pertenencia al kirchnerismo que él mismo se encargó de reconocer y justificar mediante su discurso, también quedó demostrada en el estilo confrontativo y "calentón" que eligió.
Pérez habló de la necesidad de plantear una discusión política "a la mendocina" sobre la futura Constitución de la Provincia, pero, curiosamente, optó más por el método kirchnerista del reto y la recriminación, en este caso puntual hacia quienes le negaron la discusión.
No empleó los calificativos distintivos del proyecto político nacional, que suele hablar de destituyentes, golpistas y "gorilas", pero tildó nada menos que de hipócritas a los radicales y demócratas que sospecharon de su obsesión reeleccionista, como ellos mismos dijeron el miércoles luego de escuchar el mensaje.
En la oposición desean que, más allá de tanto enojo, el Gobernador no tenga aún tomada una decisión sobre el procedimiento que elegirá para movilizar la manoseada reforma.
La mención de algunas medidas nacionales que terminaron aportando a viejos anhelos mendocinos, como la indefectible caída de los regímenes de promoción industrial, para justificar aquello de que "a Mendoza le va mejor cuando tiene una buena relación con el gobierno nacional..." habla poco y nada del estilo "a la mendocina" que el Ejecutivo local reclama para no tratar de hipócritas a sus opositores no complacientes.
Bien se ha dicho que el kirchnerismo no difiere en nada de otros proyectos y modelos políticos que, invocando métodos federalistas, una vez instalados en la Casa Rosada se aferraron a metodologías centralistas ajenas a las necesidades provinciales.
En todo caso, el gobernador mendocino puede ser definido como un fuerte adherente al modelo nacional vigente que se siente muy cómodo entre quienes lo practican a rajatabla y que no duda en apostar a una recompensa futura a nivel nacional.
El cierre de listas, otra sensación. Decíamos desde este mismo espacio semanas atrás que la reunificación partidaria que logró el oficialismo a través de sus bloques legislativos era, por un lado, una lógica respuesta a los efectos del cacerolazo del 18 de abril y, además, la adopción por parte del grueso del PJ provincial de una medida protectora de su dirigencia ante posibles influencias de la Casa Rosada dirigida a bendecir a personajes adictos.
Después del cierre de listas de la madrugada del viernes, quedó la sensación de que Pérez logró la unidad del justicialismo pero se quedó relegado en cuanto al reparto de lugares. El mismo destino tuvo la agrupación La Cámpora, que mucho esperaba de la influencia del Gobernador para ubicar a su gente.
Los distritos clave en la provincia en cuanto al caudal electoral formaron parte del gran acuerdo de los sectores más influyentes. No habrá agresión en el territorio a cargo de un rival interno. La Corriente, que lideran Ciurca, Miranda y Abraham, tiene preponderancia en cuanto a las candidaturas en el influyente primer distrito electoral, mientras que los azules mantienen su dominio en el segundo, que incluye al Este y a Maipú.
Algo similar ocurre en el Sur, donde la línea Integración, que capitanean los hermanos Félix, tiene la voz cantante a la hora de proponer nombres para las listas.
No obstante, los caciques departamentales no consiguieron dirimir diferencias en el tercer distrito electoral, donde Luján y Godoy Cruz son determinantes a la hora del voto. La interna tendrá en ambos los principales campos de batalla. Ciurca y López Puelles han conseguido armar estructuras fuertes en ambos territorios; el intendente jaquista lujanino aporta en este caso a La Corriente.
Estiman, los que siguieron las negociaciones que, en definitiva, esta pelea generará una no muy grande movilización que puede servir para que el partido se mantenga activo de cara a un año electoral complicado.
No hicieron espacios para todos. Aquel deseo de Pérez de que en las listas provinciales estuvieran representados todos los sectores del Frente para la Victoria chocó violentamente contra los deseos de los que más rodaje tienen en la militancia peronista.
Las tres líneas protagónicas (azules, La Corriente e Integración) basaron la unidad del oficialismo en lo que ellos definen como "respeto a las realidades territoriales". Es decir, no armar internas donde es mayoría el adversario y aceptar el orden de reparto que corresponda en las listas. Aunque hay que advertir que la inevitable contienda en el distrito que forman el Valle de Uco, Luján y Godoy Cruz podría llegar a dotar al sector ganador de un status mayor en el cuadro de honor partidario.
Finalmente, quedó en claro que, contrariamente a lo que deseó Pérez, no hubo espacio para los militantes K porque la dirigencia tradicional del PJ, leal al Gobernador y fiel al Ejecutivo nacional, entendió que los sectores juveniles, más allá de su indudable militancia kirchnerista, no tienen el kilometraje suficiente como para desplazar a los que llevan más años caminando sus territorios.
"Los lugares se ganan, se pelean y hay que respetar a los que siempre han trabajado en Mendoza". Lo dijo uno de los referentes de La Corriente.