El último libro del psicoanalista y escritor Luciano Lutereau, "Marcadores nuevos" (Letra Viva), continúa explorando la voz narradora como eje de sus historias. Luego de "Los santos varones" (2010) y "Perezosa y tonta" (2011), Lutereau se zambulle en la experiencia sensible de narrar, esta vez, a través de la filosofía y el psicoanálisis como modos fidedignos de construcción del sentido común. Tratar de revelar "de qué manera cualquier teoría puede convertirse en una inspiración y, por lo tanto, alterar su valor de verdad a través del arte", afirma.
"Marcadores nuevos" es la historia de una mujer que recuerda un período preciso de su pasado y escribe sus "Memorias". Así es como desde la frase inicial del primer capítulo, el acto de escribir irrumpe como un modo de apropiarse de la realidad, encarnando en símbolo las vicisitudes de una generación. Un ejercicio asociativo donde el Otro desarrolla un papel de consolidación esencial. Asimismo el autor del mítico ensayo "Lacan y el Barroco. Hacia una estética de la mirada", se refiere a sus labores como editor frente a dos sellos nacionales; Pánico el Pánico y Letra Viva, siendo esta última, responsable del lanzamiento de una nueva colección de narrativa.
-"Marcadores nuevos" es el nombre de una banda muy particular. Pues ésta jamás grabó un disco ni dio concierto alguno. No obstante sus integrantes (la protagonista y Tina, su amiga) escribían canciones (que a su vez no cantaban)? ¿Lo paradójico resulta propicio a la hora de lanzarse a escribir una novela?, ¿de qué modo?
-Es cierto, la paradoja tiene un lugar permanente en la novela. También el juego con la apariencia, al mostrar que lo único evidente ?como diría Adorno? es la pérdida de la evidencia. Mejor dicho, Marcadores nuevos es una novela acerca de la pérdida, de la dificultad de saber qué perdemos cuando perdemos algo, aunque en el camino creamos que se trata de la ingenuidad, de un pedazo de vida, determinados hábitos y algunos objetos.
Por eso la historia está escrita en ese tono evocativo, con la voz de una chica que le escribe a otra que nunca aparece ?como si fuera posible recuperar su ausencia?, para decirle que el lenguaje no sirve para volver a verse.
-A menudo se habla de lo Otro, el yo y el no-yo; se nombra también a la Gestalt. Es indudable el vínculo fuerte entre literatura y psicoanálisis. Cito: "Siempre percibimos más que lo presente. El aparecer, tal como aparece, es el modo privilegiado de la presencia".
-En esta novela hay diversas influencias literarias, filosóficas y psicoanalíticas. Se trata de mostrar de qué manera cualquier teoría puede convertirse en una inspiración y, por lo tanto, alterar su valor de verdad a través del arte. Así "Marcadores nuevos" trabaja sobre la construcción del sentido común. Que "el todo es más que suma de las partes" hoy en día es una afirmación evidente, pero es una idea que surgió en el siglo XIX.
En definitiva, nuestro sentido común es la sedimentación de lo pensado en otro tiempo. En la novela, entonces, me interesa exponer que cuando hablamos, en realidad, "somos hablados", como no somos tampoco los dueños de nuestras pasiones y deseos, y eso es algo muy triste para quien está atravesando una pérdida, porque sólo le queda pensar por qué amó de este modo y no de otro. Y para eso no hay una respuesta precisa.
-En una ocasión, usted dijo que su escritura se acercaba, un poco, a la de Manuel Puig. ¿Lo decía únicamente por su trabajo al abordar la voz femenina?
-La cercanía con Puig fue una tentación de mi segunda novela, Perezosa y tonta (2011), donde trabajé con registros próximos a los de su obra. Al final, eso me desilusionó un poco, porque todavía me hacía pensar que estaba ejercitándome para escribir. Dicho de otro modo, escribía novelas que todavía era una preparación para escribir novelas.
En 'Marcadores nuevos' creo haber encontrado un resultado más interesante, a expensas del acoso de las voces de mis precedentes e inspiraciones. Curiosamente, fue la novela que más disfruté escribir. Se me ocurre esta secuencia: la primera novela se escribe con y contra los propios fantasmas; la segunda, para homenajear o discutir con otro escritor; recién a partir de la tercera se empieza a escribir para un lector. Ahora sigo en esta última vía.
-En cada capítulo se deslizan ideas. Doy dos ejemplos concretos: "no hay más que darle cien años a una idea para que se vuelva un lugar común" (Cap.4); "Contar la historia de mi vida me arrojaría en la situación de contar la vida de infinitas personas. El recuerdo de múltiples mujeres que no fui y podría haber sido." (Cap.6). ¿Hasta qué instancia cree que el libro oficie a modo de laboratorio, como campo de maniobras para discutir algunos de los temas vinculados concretamente a su generación?, ¿por qué?
-En otro orden de cosas, 'Marcadores nuevos' es también una novela acerca de las generaciones y, en particular, acerca de la historia de la literatura. Un escritor no se sienta y escribe lo que más le gusta, sino que carga con un pasado. Por ejemplo, hoy en día ya no es posible pintar como un impresionista. O sí lo es, pero esa obra no responde a la historia de la pintura. El primer gesto profundo de un artista, eso que lo separa de ser un mero diletante, es la pregunta acerca de cómo va a tomar posición en el campo en que se incluye.
La segunda inquietud radica en hacerse cargo de esa historia sin quedar fagocitado por ella, es decir, sin agotarse en una rebeldía fatua o en una actitud obsecuente. Es el eterno problema de la búsqueda de la voz propia, que sólo se encuentra a través de los demás. Faulkner escribía para Shakespeare, pero llegó a ser Faulkner porque quiso dar un paso más. En nuestro país lo mismo está pasando actualmente con Pablo Farrés y su novela Literatura argentina.
-Como el formato del diario íntimo lo exige, es un texto muy analítico. A lo que me refiero es que no es casualidad que, a menudo, la historia deslice conceptos platónicos o kantianos. La filosofía está presente en la voz narradora, en su lenguaje metatextual (esa transición entre lector y texto).
-La filosofía recorre la novela de una punta a la otra, pero es utilizada como un recurso instrumental. No juego con la erudición en ?Marcadores nuevos', sino que la pongo al servicio de la narración, para construir la voz de un personaje maravilloso, al que amé profundamente, porque pude entender cuánta tristeza había detrás de su ironía, de qué manera su maldad (que se parece muchas veces a la maldad de Platón o a la de Kant) era una actitud refleja, una impostura que dejaba de lado la ternura. Para el lector seguramente es divertido advertir que dilemas cotidianos pueden ser reconducidos a los problemas filosóficos más importantes de Occidente.
-"Marcadores nuevos" integra la flamante Colección Narrativa, un proyecto de Letra Viva que usted edita. ¿En qué consiste la propuesta y cuáles son algunos de sus objetivos?
-Actualmente, creo que escribo para aprender a editar. No puedo escribir un texto sin pensar en el modo en que podría estar editado y publicado. Espero cansarme pronto de este nuevo vicio. En Letra Viva, que es una editorial especializada en psicoanálisis y filosofía, había interés desde hace tiempo en incursionar en el campo literario, especialmente porque había un par de números vacantes y porque el público habitual de la editorial acusa recibo de esa afición.
Entonces el director editorial, Leandro Salgado, me convocó para pensar el proyecto que, finalmente, se concretó en dos colecciones: una orientada hacia relatos y nouvelles, y otra de novelas (que dirige Nicolás Cerrutti). En ambos casos, los libros apuntan a la búsqueda de voces singulares, creo que yo no podría sugerir otro criterio. Afortunadamente, los lectores vienen acompañando nuestra propuesta de publicar autores jóvenes.
-¿Próximos proyectos?
-Mi próximo proyecto, esta vez con mi editorial Pánico el Pánico, en la que trabajo junto con Marina Gersberg, es la preparación de dos "audio-libros", para los cuales convocamos a dos escritores y algunos músicos: por un lado, Esteban Dipaola y Gonzalo Aloras; y, por otro lado, Esteban Castromán y una banda de música noise.
Nos interesa trabajar en un formato que vaya más allá del libro y que puede servirse de la virtualidad, para darle a la experiencia literaria un nuevo soporte comunicacional. Antes que la soledad del lector, estamos buscando introducir a la literatura como experiencia comunitaria.