Es uno de los actores más convocados y presentes en la tv nacional. Su figura se luce en casi todas las telenovelas de alto rating del país. Luciano Castro es también un apasionado del surf y del boxeo, pero el amor más fuerte lo tiene por sus tres hijos (dos de ellos con la mendocina Sabrina Rojas).
Por estos días tuvo que batallar con la filtración de unas fotos privadas que se viralizaron a ritmo frenético. Tal fue la locura que tuvo que recurrir a una medida cautelar para evitar que las imágenes no se reproduzcan más en los medios. El documento que presentó su apoderado expresa que "el actor tiene derecho a preservar su imagen e intimidad".
Hasta su esposa tuvo que salir a explicar en los medios que estaba en conocimiento de esas fotos y que él las hizo circular mientras estaban separados.
Pero hacer foco en la vida privada de Castro no es justo con quien lleva casi tres décadas en el oficio. Es por eso que nuestra charla se concentra ahí, en quién es Luciano como persona y artista.
-¿Cómo arranca tu carrera en tv?
- Fue en el ‘92, en un casting muy grande que hacía Telefé. Fui a acompañar a un amigo que me lo pidió y después del casting me dejaba usar su moto. Yo tenía 17 años y era lo único que me importaba. Había más de una cuadra y media de cola y de casualidad me encuentro con una amiga que me cuenta que estaba trabajando ahí y me hizo pasar a tomar un café. Era la primera vez que entraba a un canal de televisión, para mí era toda una aventura. Recuerdo que me encontré a Fernando Bravo y no lo podía creer. En ese momento entra Cris Morena y le deja unas carpetas a mi amiga. Esa fue la primera vez que nos vimos. Y a los dos días me llama mi amiga para consultarme si quería hacer un casting. Yo respondí que no, que no sabía bailar, ni cantar y era muy vergonzoso. Y ahí me convenció: me contó que Cris había dicho que daba con el perfil para “Jugate conmigo”. Recuerdo que mi amigo no quedó y eso fue lo que más pudor me dio. Después de un tiempo descubrí que quería ser actor, no lo sabía. Me sirvió mucho el consejo, tanto de Cris Morena como de Gustavo Yankelevich. Ellos me dijeron que si quería vivir de esto tenía que estudiar teatro, porque la juventud termina y no alcanza con ser bonito.
- ¿Te molesta que te tilden de galán -o lindo- sin llegar a apreciar tu trabajo?
- No. Es muy poco lo que me importa aquello que opinan las personas que no me conocen. Si yo no te quiero o no te conozco, sinceramente no le doy importancia al que dirán. No solo en el mundo de la fama, en la vida soy así. Y la realidad es que estudié igual o más que cualquiera, tanto acá como en España, por eso es que no me afecta. Después empezó a jugar el factor suerte y saber acompañar ese factor: estar capacitado para aprovechar las oportunidades. Porque la suerte, como la belleza, en algún momento se acaba; y nadie tiene 20 años de suerte. Yo hace 26 que trabajo, entonces me adjudico haber estudiado e ir creciendo en esta carrera. Al día de hoy me sigo capacitando, más allá de que me toquen papeles protagónicos. Yo no me conformo con lo que hice, y me sigo preguntando qué otras cosas que me gustaría hacer.
-¿Y qué cosas te gustaría hacer?
- Quizás trabajar con algún actor específico, hacer un unitario y laburar más en cine. Audicioné en cine muchas veces para grandes directores, pero nunca quedé. Pero me preocuparía si no lo hubiese intentado. Creo que todo lleva su tiempo. Igualmente no me gusta quedarme en la cómoda, pienso que eso es ser conformista. Si me hubiese quedado en esa, no hubiese conseguido lo que conseguí en estos años.
-¿Es cierto que te levantás todos los días a las 5:30 de la mañana y te acostás muy temprano? Incluso si es un día libre…
- Sí, es cierto. Hay un poco de mito en el tema y se agranda, pero amo la mañana, la disfruto un montón. Pensar que todos están durmiendo me genera un placer enorme. Me gusta salir a correr a esa hora, o meterme al mar a surfear a las 6 de la mañana. Disfruto de los momentos en que estoy solo.
- Y cuando te acostás, ¿te dormís rápido o maquinás un poco?
- Me duermo al toque, igual maquino todo el tiempo. Soy muy terrenal y eso es contraproducente a veces. Soy bastante exigente conmigo mismo. Como dice la frase: “bajo presión uno rinde lo que jamás podría rendir en su vida”. No hay que ser tan drástico tampoco, pero uno trata de ser el mejor en todas sus versiones.
- Actualmente estás con una novela y se viene el teatro en verano…
- Sí. “Pequeña Victoria“ es una historia distinta pero muy conmovedora. Y vamos a hacer teatro en Mar Del Plata, que es una ciudad a la que quiero mucho; junto a mi mujer (Sabrina), Gonzalo Heredia, Brenda Gandini, Luciano Cáceres y Mey Scapola. La obra se llama “Desnudos”. Es alemana y la produce Javier Faroni. Se centra en el encuentro de tres parejas que advierten que saben muy poco sobre sus respectivos compañeros y sobre sí mismos.
- ¿Qué cosas te enojan?
- Lo que más me enoja es la injusticia y la falta de respeto. Me sacan por completo, no lo soporto y no lo acepto de ninguna forma. Y lamentablemente vivimos en un país en donde la injusticia y la falta de respeto están a la orden del día. Pero es la que nos toca, por creernos vivos y cancheros.
- ¿Le tenés miedo a algo?
- Sí, a todo lo que tenga que ver con mis hijos. Lo que más me aterra es que no sean felices. Después, en el resto, los acompañaré y voy a estar para lo que necesiten. Ellos significan todo para mí.
- ¿Creés en el amor para toda la vida?
- Creo y no creo. Creo que sí porque lo veo en parejas que se juntan para toda la vida y se aman de verdad, no están juntas por compromiso o necesidad. También he visto grandes amores y grandes parejas que se han tenido que separar, entonces tengo los dos ejemplos en las manos. Si me preguntás, te digo que sí existe; pero el amor también se puede terminar. El amor incondicional que sí existe es el que uno tiene por los hijos.
Es actor hace casi 26 años, protagoniza “Pequeña Victoria“, la nueva tira de Telefé, y ya se está preparando para “Desnudos“, la nueva obra teatral que se estrenará este verano en Mar Del Plata. Dice que le gustaría hacer más cine.