Que una mañana de trámites para Luciano Cáceres (42), una cara inconfundible de la pantalla argentina. Aún así, estaciona su auto para atenderle el teléfono a Los Andes y hablar de "Lobos", la última película en que actúa. Ciertamente, se muestra entusiasmado por el séptimo largometraje de Rodolfo Durán ("El karma de Carmen", "Cuando yo te vuelva a ver", entre otros).
“Esto lo filmamos el año pasado y uno tiene recuerdos fragmentados, pero al verlo todo junto se completa el trabajo”, dice sobre las horas previas al estreno que sucedió el miércoles pasado.
"Hay algo emocional muy fuerte, porque es el reencuentro con todos los compañeros. No solo los actores, sino todos los que participaron de la película. A veces es algo muy intenso de cinco semanas de rodaje y después no te volvés a cruzar con ellos por años. Y después está este espíritu de películas de bajo presupuesto, donde uno se pone la camiseta. Hay más pilas, más disponibilidad. Uno ve el esfuerzo que está haciendo el líder por hacer su peli y no podés hacer menos".
¿Qué puede adelantar sobre "Lobos"? "Es una película bastante particular", desliza. "Un policial que no traiciona los tópicos del género, pero que es más dramático. Está anclado básicamente en los vínculos".
Filmado en Avellaneda y Lobos, hallamos a la familia Nieto, atrapada en las redes de la delincuencia. El patriarca (Daniel Fanego) está abrumado por no poder dejar a sus seres queridos un futuro mejor. Su hijo Marcelo (Luciano Cáceres) ha decidido salir de la banda y cambiar su vida. Pero algo sale mal y Marcelo tendrá la decisión de mantenerse al margen o jugarse por su familia.
"Cuando arranca la película ya mi personaje está alejado de la delincuencia y se fue a las antípodas. Pero bueno, la sangre manda. Hay algo ahí que hace que el policial corra. Y después habla no solo de los que delinquen, sino de todos los otros poderes que están complotados para que esto ocurra", explica.
-Una de tus motivaciones era trabajar con Fanego.
-Sí, con Dani habíamos hecho Teatro por la Identidad hace mucho tiempo. Era una cuenta pendiente y encontrarme en un set con esta relación padre-hijo fue muy intenso.
-¿Creés que siempre hubo interés en el policial o está más acentuado ahora, con ficciones como "El Ángel", "Acusada" o "El marginal"?
-El policial es un género que en nuestro cine por épocas se vuelve a transitar con mucha potencia y va rotando. Creo que habla un poco de la Argentina de hoy. Se habla de inseguridad, pero al mismo tiempo los mismos que venían a controlarla la apañan y viven de ese negocio paralelo. No digo que todos los policías sean malos ni que todos los políticos lo sean, pero si existe el lado B de la ilegalidad es porque está permitido.
En este caso particular, habla más de los vínculos. Esta familia hace lo que puede, lo que sabe. No hay buenos y malos. No es moralizante: es la tarea que les toca.
El pulso del oficio
Tiene aún películas en el tintero que esperan ser estrenadas. Después de la fallida ficción "Fanny, la fan", el año pasado se reivindicó en la tevé participando de "100 días para enamorarse", la tira más vista de 2018. Y en el verano calentó la temporada marplatense con "El Ardor" y "40 Días y 40 Noches". Durante esos meses su vida se volvió el cotilleo de algunos programas, que querían emparentarlo con su colega Juana Viale: desmentido. Lo que es notable es su ritmo de trabajo.
-En tu carrera, ¿tenés algún criterio para aceptar o rechazar los proyectos?
-No pienso esto como “carrera”. Nadie me corre y no hay un lugar a donde quiera llegar ni primero ni segundo. Para mí esto es un oficio. Generalmente, por suerte soy muy convocado para todas las disciplinas, y voy eligiendo según los proyectos: muchas veces, si vengo de algo muy oscuro me voy a algo más claro. También, si hay un director que me encanta quiero estar. Y eso más allá de las producciones: puedo hacer teatro independiente para una sala de 40, como lo vengo haciendo desde hace 31 años, o una obra de la avenida corrientes. Creo que siempre hay un laburo que es el que más manda, que es el que te resuelve lo económico, que a veces puede estar guiado por lo artístico, pero también quiero darle espacio al deseo y la experimentación.
-Una búsqueda...
-Es que en estos tiempos hay que juntarse mucho. Mucho trabajo en equipo. Yo soy de participar en muchas movidas independientes que tienen que ver con el desarrollo de mi oficio.
-¿Notás que la producción ha bajado en los últimos dos años?
-Sí, y los presupuestos son muy mínimos. Es complejo, pero sabemos que estamos en crisis y cuando hay tantas necesidades básicas faltando, ponerse a hablar del entretenimiento, porque no deja de ser entretenimiento lo que hacemos, no sé si quedaría bien yo. Obviamente defiendo mi oficio, defiendo la industria, creo que nuestro cine y nuestro arte hablan de la identidad y hay que defenderlo siempre.
Con mucho o con poco, con presupuesto o sin presupuesto, nosotros los argentinos nos juntamos y hacemos. Por eso nuestro teatro, nuestro cine, nuestros músicos.
-A la par de todos tus proyectos, tenés una hija pequeña. ¿Te está costando conciliar ese intenso ritmo de trabajo con la paternidad?
-No, para nada. La prioridad es ella, Amelia. Es una gran compañera y sabe de qué se trata, porque su mamá también es actriz (Gloria Carrá). Desde hace meses que viene a los camarines, viaja conmigo si estamos en gira, o con la mamá, está habituada a esto. No sé si seguirá el oficio porque le interesan muchas cosas. No voy a forzar nada tampoco. Mi hija es una gran compañera.
-¿Vas a dar en algún momento el salto a la dirección de cine?
-Sí, es una cuenta pendiente desde hace mucho tiempo y ojalá tome el valor y lo logre. Yo dirijo desde hace 20 años teatro, entonces hay algo ahí en la puesta, en la dirección de actores que vengo laburando.