Una vez vi una película, de la cual no recuerdo el nombre, en la que un joven -Keanu Reeves- ante un problema de un niño con su mamá separada dijo esta frase: “Para conducir te exigen tener registro, pero cualquier idiota puede ser padre”.
¡Qué verdad! ¿no? ¡Qué dura verdad! La muerte de Luciana nos hace ver la realidad: vivimos entre salvajes. Padres salvajes que son padres por el solo conocimiento de cómo realizar el acto sexual. Madres salvajes que son madres sin tener siquiera el instinto animal de proteger a su cría.
Funcionarios salvajes que están más preocupados por la foto en el Dakar, o con el Indio, como si en esto se les fuera la vida. Y nosotros, la sociedad salvaje que, conociendo muchas Luciana por ahí, hacemos poco y nada, sólo apiadarnos y buscar culpables.
Como siempre, buscar responsables cuando una Luciana muere a manos de padres salvajes pero, como sociedad, pese a nuestros errores, tenemos en nuestras manos algo muy valioso: el voto.
Y la memoria, para acordarnos de los tipos que de atrás de un escritorio, ungidos por la voluntad de un amigo político, que casi nunca cuentan con la vocación de servicio para lo que se los pone allí, hacen la vista gorda y oídos sordos a las necesidades de la gente; sólo preocupados por conseguir la foto con el famoso/a para pavonear en las redes sociales, o la entrada de los amigos para el superclásico.
Es importante mantener el status, mientras muchas Luciana indefensas están aferradas a la voluntad de un alma que se apiade de ellas.
Ojalá algún día abramos los ojos y nos demos cuenta de que mientras estemos preocupados por el dólar blue, el auto 0 km, las vacaciones o el mejor celular, y no veamos la realidad salvaje que nos rodea, habrá muchas más Luciana y volveremos a indignarnos, haremos marchas, escracharemos a funcionarios y, si tenemos suerte, nuestra conciencia nos dejará dormir.
Pablo Alfredo Castro - DNI 12.026.292