El peinado vintage, ha cobrado gran fuerza en los últimos años, haciendo que muchas mujeres se inclinen por él para su gran día. No obstante, existen varias décadas reseñables en las que podés inspirarte según sea tu personalidad.
Años 20
La década de los años 20 estuvo marcada por la gran influencia de los cabarets, el charlestón, las femeninas flapper y mujeres muy seguras de sí mismas. El cabello solía llevarse con unas marcadas ondas, conocidas como ondas al agua. Eran frecuentes los recogidos que simulaban un cabello corto y pegado, aunque también podía llevarse la melena a un lado de manera muy sensual.
Las diademas, bandas, tocados, y todo tipo de adornos comenzaron a proliferar de manera exagerada, llegando incluso a conformar una parte importante del look. Podés adaptar esta tendencia al presente mediante telas blancas con transparencias que cubran parte o la totalidad de tu rostro de manera sensual. Otra opción es recurrir a grandes detalles florales o plumas en colores llamativos, que te den un toque atrevido.
Años 60
Los años 60 son los de la elegancia y el glamour por antonomasia. El volumen en la coronilla se convierte en el gran aliado de la estética de la mujer, logrando crear un aspecto más refinado y sofisticado. Los recogidos hacia atrás con flequillos al centro y al lado se unen a dicha característica para conformar una estética que ha llegado a considerarse como icono de la elegancia clásica.
En la actualidad estos peinados se reinventan mediante moños de bailarina bajos o laterales. Los adornos nupciales para el cabello se plasman en forma de velos que cubren los hombros, así como coronas o tiaras de pedrería que evocan al personaje de Holly, interpretado por Audrey Hepburn, en Desayuno con Diamantes.
Años 70
El movimiento hippie tuvo una gran repercusión en la sociedad durante la década de los 70, lo que llevó a consagrar el estilo boho chic como máxima entre las mujeres de la época. Se trata de un periodo en el que las tendencias en cabello se dividieron en dos vertientes dominantes. La primera, basada en las ondas rotas como máxima de un look extremadamente natural, en la que los adornos florales en forma de coronas cobraron gran importancia.
La segunda, se centra en recogidos y estilos semi-desechos a base de trenzados de diversos tipos, ya sea dos, tres, cuatro o cinco cabos. Las trenzas se perfilan como eje central y pueden mezclarse a su vez son mechones sueltos, ondas, flores, etc. La idea es embriagarse de un espíritu en armonía con la naturaleza tan presente en aquellos días.