Luchar contra la corrupción, prioridad del nuevo gobierno

En su discurso de asunción, el Presidente de la Nación, Mauricio Macri, puso énfasis en el combate a la corrupción enquistada en el Estado. Es de esperar que las palabras se traduzcan en hechos, aunque con que sólo se deje actuar a la Justicia con indepen

Luchar contra la corrupción, prioridad del nuevo gobierno

“Este Gobierno va a combatir la corrupción, voy a ser implacable. Los bienes públicos pertenecen al conjunto de los ciudadanos. No habrá tolerancia con esa práctica abusiva. La Justicia independiente tendrá todo mi apoyo; no habrá jueces macristas. No existe justicia ni democracia sin Justicia independiente. No puede haber jueces militantes de ningún partido", dijo con énfasis el primer mandatario ante la Asamblea Legislativa.

Estos conceptos, posiblemente los más enérgicos y aplaudidos en medio de un mensaje que se caracterizó por la sobriedad y bajo tono de voz, retumbaron favorablemente entre quienes tienen una gran expectativa con respecto a los pasos que dé el nuevo gobierno para que los actos de corrupción no pasen inadvertidos o sean tolerados como algo común e imposible de erradicar.

La espontánea presencia de una multitud en las calles del Centro porteño para acompañar el paso del auto presidencial y esperar, tanto frente al Congreso como fundamentalmente ante la Casa Rosada, el juramento y la toma de posesión del presidente Macri, en gran medida fue representativa de la mayoritaria decisión ciudadana de apostar por una propuesta política que, sin deponer un estilo abierto al diálogo y la búsqueda de consenso, no sea indiferente al repudio ciudadano por la apropiación de los bienes de todos los argentinos al amparo de formas democráticas utilizadas para satisfacer apetencias personales o intereses sectarios.

No debe olvidarse que ese elevado porcentaje de votantes que se inclinó por un cambio de rumbo político en el país, tanto en la primera vuelta electoral de octubre como en el balotaje de noviembre, lo hizo esperanzado en que la acción libre de jueces y fiscales permita poner en caja el control del Estado sobre aquellos muchos que delinquen valiéndose de actos de corruptela que terminan minando las estructuras republicanas de nuestra sociedad.

Tampoco debemos olvidar los argentinos que en la década política que pasó se vio, como pocas veces antes, la tremenda influencia del Estado en la designación y desempeño de los integrantes del Poder Judicial, a los que en muchísimos casos se sometió con la amenaza del descrédito público y la destitución si no respondían a los lineamientos políticos del kirchnerismo, o bien se los incorporó a la magistratura por el solo hecho de comulgar con el avasallamiento sin frenos de circunstanciales mayorías políticas sobre el Poder Judicial.

Es de esperar que estas premisas fundacionales de su gobierno, formuladas por el presidente Macri en su discurso de toma de posesión del cargo, se hayan basado en su real convicción personal y política y cuenten con el respaldo mayoritario de la clase dirigente que se encolumnó detrás de su candidatura, de modo que el grueso de la ciudadanía no sufra una nueva decepción luego de tan elevada expectativa creada.

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