El incremento de consultas al programa de Juego Responsable necesita ser tomado desde dos planos. Por un lado, el positivo, porque resulta evidente que la campaña realizada por las autoridades de la Dirección de Salud Mental, en la que por primera vez se incluye al juego como un "consumo problemático", está dando resultados.
Por el otro, el negativo, porque demuestra que se ha producido un incremento en la cantidad de gente que se ve afectada por ese tipo de problemas y, con un aspecto no menos grave: que ha descendido la edad de la gente que pregunta por ese tipo de afección.
La ludopatía consiste en un trastorno en el que la persona se ve obligada, por una urgencia psicológicamente incontrolable, a jugar de forma persistente y progresiva, afectando de forma negativa la vida personal, familiar y vocacional.
El problema fue reconocido por la Organización Mundial de la Salud, que la incluyó dentro de la clasificación internacional de enfermedades, en 1992.
Afecta a las personas que pasan del juego ocasional al excesivo y compulsivo y si bien es imperceptible cuando aparece el problema, el comportamiento pasa rápidamente de lo ocasional a lo habitual y, al perpetuarse, ocasiona una serie de trastornos con graves consecuencias tanto para los jugadores como para su entorno familiar y de amistades.
De acuerdo con lo señalado en un proyecto de ley de la ex senadora Graciela Herranz, el juego puede llegar a ser tan importante en la vida de un jugador que su familia, su trabajo o bienes materiales pasan a constituir una cuestión secundaria.
Los profesionales de la dirección de Salud Mental señalan que uno de los mayores problemas que influyen en el incremento de la ludopatía se da con la mayor oferta de salas de juego, o casinos.
Debe recordarse en este aspecto que en octubre de 1991 fue sancionada la ley que autorizó la instalación de casinos en los hoteles que sean considerados "cinco estrellas internacional" y que tengan un mínimo de 160 habitaciones, en centros de turismo de alta montaña y en los departamentos fuera del Gran Mendoza, de acuerdo con la determinación del Poder Ejecutivo.
Fue así entonces que las salas de juego se multiplicaron a lo largo y a lo ancho de la provincia, aunque en 2009, por una nueva ley, se prohibió la instalación de nuevos casinos.
En cada una de las normas legales se hace alusión a la necesidad de creación de una comisión para evaluar la incidencia de la ludopatía (hubo seis proyectos más específicos en ese sentido), pero los hechos evidencian que la situación es inquietante.
Se dan algunas situaciones preocupantes: a diferencia de lo que sucede en Chile, en Mendoza está prohibido el funcionamiento de cajeros bancarios automáticos en el interior de las salas de juego, pero los mismos se encuentran instalados a escasos metros del ingreso a las salas de juego, por lo que el resultado final es el mismo.
Por otra parte, algunos no descartan que pueda haber una relación directa entre la adicción y la difícil situación económica actual, porque muchas personas insisten en el juego en la creencia de que, ganando, puedan llegar a mejorar su estándar de vida.
Será difícil modificar la situación respecto del funcionamiento de los casinos, pero resulta interesante que haya aumentado un 20 por ciento la cantidad de llamados al organismo específico, por parte de gente que, habiendo tomado conciencia del problema, intenta solucionarlo.
De allí que debe incentivarse la campaña a los efectos de que también la familia se inmiscuya en el tema y concurra en apoyo de quien, sin proponérselo y sin siquiera darse cuenta, va cayendo en esa enfermedad social.
