Lucas Parisi encontró otra vida en el futsal

Tuvo que abandonar el fútbol luego de una grave lesión de rodilla. Sin embargo, tres años después volvió a las canchas, ahora como arquero.

Lucas Parisi encontró otra vida en el futsal
Lucas Parisi encontró otra vida en el futsal

"Es otra vida; cambió el día a día. A lo otro (al fútbol 11) no lo cambio por nada y me hubiera gustado terminarlo de otra manera, pero son etapas y considero que, por todo lo que vino después, estuvo bien". Quien habla es Lucas Parisi Garnica, imponiendo el apellido materno tal como él mismo se encarga de aclarar. A lo largo de casi una hora de charla mostrará su tono medido, reflexivo en muchas ocasiones y con un cierto dejo de nostalgia por los años jugando en las principales categorías del fútbol nacional. Sin embargo, su presente también tiene muchos motivos para disfrutar: hoy, lejos del fútbol 11, donde se desempeñó como defensor o volante, juega de arquero en La Colonia, en Primera C del fútbol de salón. Un giro inesperado, un toque mágico y la certeza de siempre estar volviendo.

-¿Costó tomar la decisión de dejar el fútbol profesional?

-Siempre dije que cuando tuviera una lesión importante iba a dejar el fútbol. Lo veía en mis compañeros y sabía lo mucho que cuesta volver a jugar. Sin embargo, cuando me pasó, fue al revés: le puse muchas ganas para intentar volver.

-Pero la lesión te jugó una mala pasada…

-Con la lesión me rompí dos ligamentos, sufrí tres operaciones y fue realmente muy complicado. Cuando me operaron la primera vez, no conseguía estabilidad en la rodilla, por lo que decidieron operarme por segunda vez. Intenté y no podía. Cuando me operaron por tercera vez dije basta.

-¿Cuánto tiempo pasó desde que sucedió la lesión hasta que dijiste no juego más?

-A los ocho meses me operaron por tercera vez y ya sabía que la recuperación iba a ser mucho más lenta que cualquier otra operación. El alta médica la recibí un año y medio después de haber sufrido la lesión.

-¿Y cómo llegas a jugar de arquero en el fútbol de salón?

-Cuándo éramos chicos, mi hermano Franco empezó a jugar fútbol de salón en Banco Mendoza y como les faltaba un arquero insistió para que lo acompañara. Yo tenía edad de Cadetes y Banco en aquel tiempo tenía solo tres divisiones: Cadetes, Intermedia y Primera. ¡Y yo atajaba en las tres! Estuve en una selección mendocina de Cadetes que jugó un Argentino en Rosario. Federico Pérez, actual arquero de la selección argentina que salió campeón del mundo, fue compañero en aquellos años. Estuve dos años así hasta que debuté en Primera División de la Liga Mendocina con Luján.

-¡Atajabas en  fútbol de salón y eras volante en la Liga Mendocina!

-Sí, incluso cuando se me superponían los partidos, la prioridad era el fútbol 11, pero cuando finalizaba, salía disparado para atajar en el fútbol de salón (risas).

-¿Y ahora como fue la vuelta?

- No sentía bien la rodilla y estaba negado a hacer cualquier otra cosa que no fuera spinning (NdR: es un deporte de bajo impacto para la rodilla). Pensaba que si no iba a jugar profesionalmente, no iba a poner en riesgo la rodilla. Y fue entonces cuando mi hermano Franco volvió a escena, ahora como DT de La Colonia, ahí en Luján. Esto fue en febrero; me insistió para que probara que tal me sentía y me dijo que el arquero actual en setiembre se va a España. Ahí me convenció. Conozco a muchos chicos del plantel y arranque de a poco. Ahora, con más confianza, me siento más tranquila.

-Te cambiaron los conceptos futbolísticos incluso; nada que ver con el fútbol 11…

-Absolutamente. De hecho el otro día hablábamos sobre eso. En el equipo hay muchos chicos que pasaron por el fútbol 11 y hay otros conceptos. Mi hermano me decía que lograr que los chicos paren la pelota con la plata del pie es un triunfo. Es algo que a mi me sucede y que quienes han jugado fútbol de salón lo tienen asimilado. Es algo totalmente distinto.

-¿Y te gusta jugar de arquero?

-Me gusta, si. Jugué como volante central y antes del cambio de reglamento, se podía jugar más o menos como armador. Ahora, con la nueva regla, solo me la pueden dar una vez a la pelota. Lo que si utilizo mucho es el recurso de patear desde lejos. El arquero titular tiene menos gestos técnicos que yo y cuando cambiamos también varía la estrategia. Cuando estoy yo por ahí probamos más de media distancia.

-En los picados informales en Independiente Rivadavia se te recuerda con los guantes…

-Soy feliz ahí. En aquellos últimos tiempos en la Lepra era un arquero yo y el otro Fede Guerra. Es algo que me gusta y me divierte.

-¿Las cuestiones técnicas son fundamentales para el puesto de arquero?

-En esos aspectos es donde me llevan ventaja los que llevan mucho tiempo atajando. Mi compañero, Tomás López, me va corrigiendo algunos movimientos. Yo la cara la pongo (risas). El inicio de esta locura es mi hermano Franco; así empecé y acá estamos todavía.

-Actualmente sos abogado, trabajas en una Tribunales Federales, en una fiscalía,  y estas casado: ¿imaginabas este presente cuando todavía eras un jugador profesional?

-Estudiaba, pero la carrera siempre estuvo en un segundo plano. La lesión me permitió avanzar en la carrera. Es complicado estudiar y jugar al fútbol porque no lo entienden en ninguno de los dos ámbitos. Yo no le puedo decir al técnico no vengo a entrenar porque tengo que rendir y en la Facultad no puedo pedir una mesa especial o una clase de consulta porque no lo van a aceptar.

-Lejos de las concentraciones y los viajes, intensificaste el tema de la carrera…

-Rendí la última materia en diciembre pasado. Me operaron la última vez en mayo del 2017 y quince días después de eso me llama una profesora de la facultad diciendo que tenía una posibilidad de trabajo y acepté. Hoy estoy trabajando en un lugar que me gusta mucho, relacionado con lo que estudié y con lo que iba a hacer cuando me retirara. Estando en el fútbol hubiera dicho que no a ese llamado. Se me cerró una puerta y se me abrió otra. Eso me ayudó a sobrellevar la situación de otra manera.

-¿Qué extrañas de aquellos años y que no?

-Lo que pasa es que lo bueno y lo malo son dos caras de la misma moneda. Cuando te va bien, el reconocimiento de la gente, y cuando te va mal, no queres salir de tu casa. Las concentraciones, la convivencia, el día a día también se sufrían cuando los grupos no eran tan buenos.

-¿Cuál fue tu mejor momento?

-En Independiente Rivadavia, por el contexto en que se dio todo. En mi familia son todos leprosos y llegar a jugar ahí fue algo inesperado porque venía de Desamparados en un año que habíamos descendido. Se me abrió una posibilidad cuando no la esperaba. Ese primer año en Independiente Rivadavia lo disfruté un montón.

-¿Hiciste amigos en el fútbol?

-No muchos, pero con los que tengo relación vienen de aquellos años en Independiente Rivadavia.

-Lo que te sucede a vos es también un mensaje para los pibes que recién inician: el estudio es siempre el mejor plan B para todos aquellos que piensan el fútbol como una salida laboral…

-Nunca me planteé la posibilidad de no estudiar una carrera. Lo primero que hay que decir es que se puede estudiar a la par de jugar al fútbol.

-Los contextos también son fundamentales para encontrar que quiere uno hacer fuera de la práctica deportiva…

-Hay veces en que uno debe poner la cabeza fría y saber que a veces uno no alcanzará su sueño de jugar al fútbol. Ahí es cuando uno debe plantearse que oficio o profesión quiere hacer en caso de no alcanzar ese sueño de llegar a jugar en Primera División.

-Ni siquiera uno imagina cuando puede llegar a ser el último partido…

-Me pasó que luego de la tercera operación, acompañando a mis compañeros de Maipú en un juego frente a Gimnasia, pedí hablar en el vestuario y les dije que disfrutaran cada partido como el último. Nunca me imaginé que un Maipú - Gutiérrez iba a ser la última vez que me iba a cambiar en un vestuario con mis compañeros.

-Pasaron los años, la lesión quedó atrás y estas de nuevo dentro de una cancha: ¿siempre se vuelve al primer amor?

-El día que volví a pegarle a una pelota, supe que quería estar dentro de una cancha de nuevo. Viví atrás de una pelota desde los tres años y no paré nunca. En algún momento estuve negado, pero cuando la rodilla respondió, quise volver.

FICHA PERSONAL

Nombre y Apellido: Lucas Parisi Garnica.

Edad: 29 años.

Profesión: Abogado.

Estado Civil: Casado con Paula (30).

Hijos: Francesca (3) y uno en camino.

Padres: Omar y Marisa.

Hermanos: Franco (31); Mariela (27); Mauro (26) y Carla (22).

Clubes en los que jugó: Chacras de Coria; Asociación Atlética Luján de Cuyo; Aldosivi (MdP); Deportivo Maipú; Sportivo Desamparados (SJ); Independiente Rivadavia.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA