La discusión que atraviesa el sistema financiero acerca de la necesidad de regular o no a las fintech se amplificó en las últimas semanas. La primera batalla fue para los bancos: la AFIP y ARBA determinaron que las operaciones en billeteras electrónicas tengan iguales retenciones impositivas que sus similares bancarias. Poco antes, un informe de la consultora FIEL encargado por la ADEBA había pedido expresamente terminar con esa "asimetría impositiva", moción apoyada por los bancos internacionales de ABA. A ello se le sumó la situación de Mercado Libre: la principal fintech del país recibió dardos del dirigente kirchnerista Juan Grabois y, en los últimos días, del sindicalista bancario Sergio Palazzo, quien avisó que saldrá a la caza de los 6.500 trabajadores del nuevo sector. "Las fintech no afrontan los mismos costos operativos e impositivos que los bancos, lo que genera una competencia despareja" señaló Palazzo, usando una línea discursiva coincidente con el mencionado informe de FIEL.
Pero el disparador de esta disputa entre bancos y fintech tal vez resida en algunos datos duros del sector fintech, que cada vez pisa más fuerte en negocios de la banca tradicional. Mercado Pago asegura que en el último año reunió 400.000 pequeños inversores en FCI (en alianza con el BIND), procesó 8 millones de pagos QR y financió a 40.000 pymes. Ualá, por caso, ya emitió más de 500.000 tarjetas prepagas Mastercard. Las fintech también crecen en el otorgamiento de préstamos para consumo, de bajo monto y rápido otorgamiento.
Otros tres negocios serán claves en la evolución de esta pelea. El primero es la interoperabilidad de las transferencias entre cuentas bancarias (CBU) y cuentas virtuales (CVU), que permitirá operar con fluidez entre ambos mundos. Otro es el pago con código QR: los bancos podrían aprovechar cada comercio con el QR de Mercado Pago u otras billeteras electrónicas para generar pagos con sus propias aplicaciones, que tienen vinculadas a sus cuentas y tarjetas. Hasta ahora, salvo contadas excepciones, no han mostrado interés en hacerlo.
El tercer negocio es la posibilidad de transformar cuentas virtuales en cuentas-sueldo. Muchos pequeños empleadores podrían pagar los salarios a través de billeteras, afectando una fuente de fondeo a costo 0 para los bancos.
En el heterogéneo ecosistema fintech, quienes se dedican a dar préstamos piden que llegue una regulación que precise los límites de intermediación financiera. Como no pueden captar depósitos del público, ya que eso los convertiría en bancos, deben salir a buscar inversores, a menudo extranjeros, que no quieren afrontar el "riesgo regulatorio".
Esa necesidad de las fintech fue uno de los ejes de discusión en el reciente seminario "Regulación Fintech en la Argentina", organizado por el economista Ignacio Carballo en la facultad de Ciencias Económicas de la UBA con la plana mayor de la Cámara Argentina de Fintech, funcionarios como Lucas Llach (Banco Nación) y Horacio Liendo (director del BCRA) y representantes de los bancos como Alejandra Naughton (ADEBA), entre otros expertos.
Más allá de cierta tensión en el debate, el evento sugirió que se trata de una "guerra" de corto alcance. Hacia el futuro, la banca tradicional y las fintech tienen más para acordar en negocios comunes que para reclamarse entre sí. Comparten dos enemigos: el altísimo uso del efectivo y el bajísimo nivel de crédito de la Argentina (7,4% del PBI). Pueden pescar en diferentes peceras. Las fintech no pueden operar sin bancos y, a la vez, algunos de éstos ya se muestran pro-fintech y tratan de sembrar alianzas sin perder su agenda digital propia.
La convergencia a futuro no quita los reclamos cruzados en el presente, los que tal vez resulten la base de una futura regulación. La clave, según los expertos, es regular por segmento. Una amplia "ley de fintech" podría frenar el impulso de empresas demasiado nuevas. En medios de pago, los bancos exigen la igualdad impositiva que ya empezó a concretarse con las decisiones de AFIP y ARBA. También recuerdan que las fintech no tienen que financiar a SEDESA ni gozan de su respaldo. Naughton, de ADEBA, se preguntó quién protege al depositante en una cuenta recaudadora virtual, tarea que SEDESA cumple en una cuenta bancaria.
Los bancos también resaltan el costo de los elevados encajes que deben afrontar y alegan que eso eleva el nivel de sus tasas. Y piden que las fintech vuelquen a una base pública los datos de sus clientes, tal como ellos lo hacen en la Central de Deudores del BCRA. Sobre este último punto, hay fintech (incluyendo a Mercado Pago) que se muestran accesibles, ya que ello ayudaría a construir o renovar el historial crediticio de millones de argentinos que hoy no califican en los bancos.
Las fintech aseguran que están enfocadas en públicos que la banca tradicional no atiende y critican cierta reticencia de los bancos en implementar el ensamble entre pagos virtuales y bancarios. Llach coincidió en esas demoras por parte de los bancos, al igual que en los casos de la implementación del DEBIN o el Pago Electrónico Inmediato (PEI). También señaló que es claro que la banca privilegia el uso de tarjetas por sobre el de transferencias, dado que el primero es más redituable.
En el seminario, ambos bandos privilegiaron las chances de la convergencia. "Lo de los bancos y las fintech no es como lo de Blockbuster contra Netflix, en que uno sobrevive y el otro no. Hay servicios en los que puede haber convergencia", resumió Juan Pablo Bruzzo, titular de la Cámara fintech. Desde el lado de los bancos, Naughton pidió no hacer planteos "binarios" ya que "hay espacio para la colaboración mutua".
En el mundo fintech se habla de la "teoría de los tomates" en alusión a una metáfora que usa Lucas Llach. Según el ex vicepresidente del BCRA, regular a las fintech se parece a plantar tomates: primero hay que dejarlos crecer libremente y recién entonces se debe separar la maleza del fruto e intervenir. Aún cuando las fintech reconocen que la ausencia de una regulación temprana les permitió desarrollarse en forma adecuada, la etapa del "dejar ser" parece estar llegando a su fin. A la vez, los tiempos políticos tampoco son ajenos a la cuestión. En ambos bandos, muchos se preguntan cuál será el criterio a seguir para las fintech, con Mercado Libre a la cabeza, si en octubre se impone la fórmula Fernández – Fernández.