Resulta casi una obviedad decir que esta noche, en el estadio San Juan del Bicentenario, habrá tres escenarios posibles tras el pitazo final del ecuatoriano Zambrano en el marco del trascendental Argentina-Colombia por las Eliminatorias sudamericanas. Triunfo, empate o derrota albiceleste. La particularidad es que, como viene la mano, cualquiera de los resultados alimentaría la tensión y los cuestionamientos hacia el proyecto del DT Edgardo Bauza y varios de los jugadores después de un andar cansino y abúlico que colocó a la albiceleste en zona de exclusión mundialista a pocos encuentros del cierre clasificatorio.
Veamos: si Lionel Messi y compañía no logran la victoria en tierras cuyanas (entiéndase como otra caída o una igualdad, que es prácticamente lo mismo) la paciencia del hincha argentino terminará por agotarse y la palabra adiós será la vedette de la noche. El armado del bolso del entrenador podría ser cosa juzgada, así como el de algunos futbolistas que no vienen rindiendo a la altura de sus capacidades, tales los casos de Ángel Di María, Pablo Zabaleta, Lucas Biglia, Ezequiel Lavezzi, Sergio Agüero y Gonzalo Higuaín, entre otros.
Es que un nuevo tropezón dejará a la celeste y blanca marginada de los lugares de vanguardia al menos hasta que se reanuden los cruces en marzo de 2017. La presión que ello generaría en el seno del cuerpo técnico más la crítica periodística conformarían un cóctel explosivo casi imposible de soportar en el verano que se aproxima. Pasado en limpio, no ganarle a Colombia será -posiblemente- la ventana de salida del Patón y de al menos tres o cuatro de los jugadores anteriormente citados.
Otra de las pobilidades es ganar, por qué no. Material hay, capacidad y talento también. Argentina cuenta con el mejor jugador del mundo y ese detalle nunca puede ser adoptado como algo menor. Sumémosle que esta camada de futbolistas llegó a tres instancias decisivas (Copa del Mundo Brasil 2014, Copa América Chile 2015 y Copa América Centenario EE.UU 2016) aunque las haya perdido en fila. Si se da un triunfo claro, Edgardo Bauza habrá conseguido no solo un gran tubo de oxígeno para encarar lo que viene sino que el equipo podría pasar a integrar el poker de privilegiados (clasificación directa), lo que se entendería como un fin de año en paz.
Aunque claro está, el hostigamiento continuará si la victoria resulta ajustada y eso responde a diversos factores: escaso volumen de juego, una idea poco clara sobre qué es lo que se pretende hacer en el campo, demasiados goles en contra, pocos a favor, modificaciones en pleno partido que no produjeron un cambio sustancial, la convocatoria de los mismos de siempre aunque no jueguen en sus clubes, la no convocatoria de los que están atravesando un gran momento en diferentes ligas, la pelea constante con un sector de la prensa, etcétera, etcétera.
Vale remarcar un dato: Argentina suma 16 puntos y está en el sexto lugar aunque solo la separan dos unidades de su inminente rival, dueño del tercer escalón. En el medio están Ecuador (4°) y Chile (5°), ambos con 17.
Sabrá el director técnico cómo actuar en cada caso, sea cual fuere el score final. Sabrá el capitán (y su grupo de confianza) qué decidir de cara al futuro. Hasta ahora todo esto es una incógnita; lo único cierto es que hay garantía de partidazo entre dos que saldrán a buscar goles desde el minuto inicial. La mesa está servida.
