Después de 2018 fatídico, Mauricio Macri se apresta a afrontar el último año de presidencia con muchos desafíos a cumplir, si es que aspira a conseguir la reelección presidencial. El tema económico será fundamental para saber si el Presidente es capaz de ganar la confianza de los argentinos para continuar un nuevo mandato.
El gobierno tiene varios frentes abiertos y el mayor problema es que todos lo están porque no hay un plan económico definido, que coordine todas las políticas y se muestre de forma armónica. Cada ministerio toma decisiones como para “salvar la ropa” sin medir consecuencias y no hay quien coordine en serio.
Nivel de actividad
Este tema parece estar jugado. Con un año 2018 terminando con una caída del 2,5%, como mínimo, el arrastre estadístico le jugará en contra. Pero además de la estadística está el problema de la caída del poder adquisitivo de los salarios, que impacta muy fuerte en el consumo y que debería tender a recuperarse algo, aunque no consiga recuperar la totalidad de lo perdido.
La actividad también, está impactada por altos niveles de las tasas de interés fijadas por el Banco Central para mantener contenido el precio del dólar. Aunque las expectativas de inflación para los próximos doce meses están un rango cercano al 28,5%, el BCRA sostiene tasas en el nivel de 59,5% promedio. Es demasiado premio para la especulación y muy gravosa para la producción y el consumo. En el gobierno aseguran que a fines del primer trimestre la tasa podría arrimarse a 40%, y aunque sería más baja que la actual, seguiría siendo muy alta como para esperar una recuperación firme en el segundo semestre.
El gobierno parece haber depositado en las exportaciones el destino del nivel de actividad, además de confiar en estas ventas externas para aumentar la oferta de dólares en el mercado cambiario. Con la nueva paridad el gobierno espera que se reactiven las exportaciones pero el dólar no logra levantar cabeza. Se sabe que BCRA ya publicó los nuevos valores referenciales para la banda de flotación y el precio en la divisa se acerca cada vez más al piso.
La idea es que el valor del dólar vaya acompañando la actualización inflacionaria para no perder competitividad, aunque las retenciones a las exportaciones han puesto de mal humor a muchos. En el caso de las economías regionales prácticamente les ha puesto un cepo entre los impuestos internos y las retenciones que afecta las ventas al exterior.
Otro sector que ya está aportando en forma positiva es el turismo. Para el presente año se espera una gran reactivación del turismo interno y menos viajes de argentinos al exterior, mientras se espera que aumente la cantidad de visitantes extranjeros.
Tensiones con el dólar
El Presidente ha dado instrucciones muy claras para que se evite cualquier desborde cambiario y pretende que los movimientos se hagan por la vía de las bandas de flotación, es decir, suavemente. Por esa razón todos tienen en la mira los escenarios cercanos al mes de mayo, algunos días antes de la PASO, porque es habitual que los inversores dolaricen sus carteras antes de que haya elecciones. Este escenario será más complejo si aparece en el horizonte la posibilidad de que ganen las elecciones personas que estuvieron vinculadas al último gobierno y fueron responsables de los grandes desequilibrios que aún no se logran solucionar.
Otro aspecto que puede disparar al dólar está relacionado con las decisiones de la Reserva Federal de EE.UU y la lectura que los inversores hagan de los datos básicos de la economía. Si siguen saliendo datos de mucho crecimiento y alza de la inflación, apostarán a mayores intervenciones de la Fed y presionarán sobre los bonos del Tesoro, haciendo subir al dólar en el mundo.
El otro interrogante puede llegar de las decisiones que tome el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. El nuevo mandatario aún sigue siendo un interrogante, porque mientras por un lado muestra un perfil aperturista. El próximo 16 el presidente Macri viajará a Brasil a reunirse con Bolsonaro pero las declaraciones previas han resultado más auspiciosas que las previas. Cuando Macri asumió la presidencia pro tempore del Mercosur habló de la necesidad de flexibilizar el Tratado y es, aparentemente, la dirección en la que quiere transitar el brasileño.
El frente fiscal
Es uno de los desafíos más grande del gobierno de Macri. Según lo presupuestado, e incluido en los acuerdos con el FMI, este año debería haber equilibrio fiscal para el año próximo tener superávit fiscal. El problema es saber si se logrará arrimar la cantidad de recursos necesarios. El año 2018, con una caída del PBI de 2,5%, mostró una recaudación que creció 32%, contra una inflación del 47%, y no fue mayor porque aportaron los impuestos a las exportaciones.
En 2019 se espera una caída del PBI de no menos de 1%, es decir, seguirá la recesión, y esto siembra dudas. Además, se anunciaron nuevos aumentos de tarifas que, si bien bajarán los niveles de gastos en subsidios, podrían arrimar mayor recaudación por el lado del IVA. Pero la situación de recesión no permitirá mejorar en forma importante los niveles de consumo.
El panorama no luce fácil pero, en principio, luce un poco mejor que en 2018. Desde abril comenzarán a aparecer datos positivos, sobre todo, porque estaremos comparando con los malos indicadores de 2018, que comenzaron a registrarse en Marzo, con la pérdida de la cosecha de granos. El gobierno debe ser muy prolijo, aunque el resultado electoral dependerá, además, de factores sicológicos de los votantes.