En agosto de 2012, Cristina Fernández dijo: "Me siento la reencarnación de una gran arquitecta egipcia", al presentar por cadena nacional el proyecto de creación de un polo audiovisual en la isla Demarchi, en la Capital Federal. Ese sueño faraónico parece estar dando su primer paso, con el anuncio de la licitación para la construcción de lo que será -según señalan las propias autoridades- el edificio más alto de América Latina. El problema radica en saber si la misma está en condiciones de ejecutarse en un momento en que la Argentina se encuentra atravesando un momento más que complicado y cuando existen necesidades básicas mucho más necesarias de ser cubiertas.
La reencarnación (la creencia de que la mente, el alma o la energía adopta un cuerpo material distinto según va muriendo) es la base de las religiones orientales, como el hinduismo, el budismo y el taoísmo y en algunas africanas y tribales de América y Oceanía. Sin embargo, más allá de la alegoría, lo cierto y lo concreto es que la Presidenta, utilizando una vez más la cadena nacional, anunció que decidió otorgar la licitación de un edificio que está previsto para construir en cuatro años y que contendrá un hotel, departamentos, estudios de televisión y museos en una superficie de 216 mil metros cuadrados, habiéndose también previsto un estadio para 15 mil personas, parques y restaurantes.
El Estado aportará el "bien", es decir el terreno en el extremo sur de Puerto Madero, cuyo valor se fijó en 620 millones de pesos y la empresa privada se encargará de la construcción y de la inversión, habiéndose fijado un plazo final de cinco años. Según Cristina Fernández, se convertirá "en el símbolo de la ciudad de todos los argentinos", cayendo en una nueva contradicción, ya que días antes había anunciado la intención de "trasladar" la capital a Santiago del Estero.
Los hechos y el paso del tiempo dirán si ese sueño arquitectónico de la Presidente podrá concretarse en los hechos o si quedará como uno más de los anuncios rimbombantes que nunca se cumplieron, como el tren bala que uniría a Córdoba con la Capital Federal, pasando por Rosario; el puente directo entre la Capital Federal y Uruguay a través del Río de la Plata o el tren que uniría también a Buenos Aires con Montevideo.
Más aún si tomamos como ejemplo lo que sucede con el popularmente conocido como "el Teatro Colón de Cristina", que consistía en modificar el ex edificio del Correo Central y convertirlo en un "Centro Cultural del Bicentenario" y que ahora ha dejado de ser alusivo a una fecha de semejante relevancia para la independencia nacional, como es la Revolución de Mayo, para pasar a engrosar la extensa lista de obras que llevan el nombre del ex presidente Néstor Kirchner.
La inauguración del edificio estaba prevista para 2010, pero cuatro años después aún no se conoce cuándo estará terminado, pero que, desde los 926 millones estimados ya lleva "invertidos" 1.872 millones de pesos, aunque el aumento de costos no haya sido atribuido por los funcionarios a la inflación, sino "a los incrementos salariales (!) de los trabajadores".
En lugar de hablar y anunciar obras faraónicas muy difíciles de concretar, resultaría mucho más oportuno para los argentinos que la señora Presidenta de la Nación utilizara el valioso tiempo que otorga la cadena nacional para anunciar cómo enfrentará la inflación y la inseguridad, cómo hará para mejorar la salud y la educación o hasta para impulsar el destino de esos miles de millones de pesos a la construcción de viviendas, que son las principales preocupaciones de la población.
