Ayer fue el último días para publicar sondeos. Lo revelan estos estudios demoscópicos es que se abre una nueva etapa histórica en España donde para llegar al poder con mayoría absoluta las cuatro fuerzas principales tendrán que pactar, negociar sin descanso, multiplicar las incertidumbres, confrontarse sin piedad y dejar, quizás, abierta por un tiempo la puerta de la España ingobernable.
En todas las encuestas, las de ayer y las de los últimos días, el Partido Popular (PP) y Mariano Rajoy marchan a la cabeza pero en ningún caso llegan hasta el 30% de los votos cuando necesitan por lo menos un 42 ó 43% para lograr los 176 diputados que les otorgan la mayoría absoluta indispensable para formar gobierno.
Un ejemplo, hasta el día de hoy porque el domingo hablarán las urnas que tienen la última palabra, de las grandes distancias que deben cubrir los aspirantes para llegar al poder es que los populares en los comicios de 2011 sumaron un 44,62% y 186 diputados.
Es un horizonte lejano. Los socialistas se mantienen a duras penas en el segundo lugar, a veces empatan con Ciudadanos o Podemos, los dos movimientos emergentes, juveniles que expresan lo más dinámico de la renovación que ha subvertido la política española.
Existe un clima de gran incertidumbre, propiciado por la gran dispersión de votos no solo en los cuatro partidos sino, en la existencia de pequeñas y medianas agrupaciones que van por las suyas pero se unen para robustecerse y cambian las relaciones de fuerzas. Como en Galicia, ex fortín del PP, donde las llamadas Mareas van a conquistar municipios y ciudades y estarán juntos en la batalla por el poder.
Los cambios son incesantes, inefables, y difíciles de computar,gaseosos, volátiles. O sea que hay que ser muy prudentes con los pronósticos.
Para contribuir a la confusión general, nunca en la historia electoral hubo tantos indecisos. Se calcula su número entre 16 y 24%.
En los últimos comicios generales de Gran Bretaña, que sorpresivamente ganaron los conservadores con amplitud, muchos votantes declararon: “La verdad es que me decidí cuando estaba frente a la urna”.
Los últimos sondeos aparecieron ayer poco antes de la veda. Uno de los más esperados es el de El País Metroscopia. El PP registra un 25,3% de la intención de voto y una horquilla entre 105 y 112 diputados preferentemente 109.
Lo sigue el PSOE con 90, Podemos y Ciudadanos igualados en 60 aunque Ciudadanos obtiene un punto más, 19,1% a 18,2%. Entre los cuatro partidos principales se repartirían 319 asientos de los 350 en disputa. Podemos gana una remontada y Ciudadanos, que siempre había estado en auge, ahora retrocede.
La Cadena Ser, el mayor grupo radiofónico, favorece en su estudio al PP con 114-118 diputados (26,5%) segundo el PSOE con 82-86 (21,7%) después Ciudadanos, 61-65 (18,6% y Podemos 51-67 (17%).
Las fuerzas se igualan en todos los terrenos. El PP es el partido preferido para un 20% cuando se pregunta por la mejor opción de gobierno; el PSOE solo registra un punto menos. “Un voto más” es lo que pide Sánchez para tratar de obtener esa mayoría.
El Periódico de Barcelona también registra al PP primero con el 25,2% y entre 103 y 105 escaños con el PSOE segundo con entre 80 y 84 diputados y el 20,8%.
El último debate
El jefe del gobierno español saliente, Mariano Rajoy, se enfrentó ayer al líder de la oposición, Pedro Sánchez, en el único de los debates electorales al que accedió participar cuando su partido consolida una tímida ventaja para las legislativas del domingo.
Líder del conservador Partido Popular, Rajoy, de 60 años, ve en peligro su reelección en un contexto político muy diferente al que a finales de 2011 lo alzó al poder con una amplia mayoría absoluta, tras dos legislaturas del socialista PSOE al que muchos españoles culpaban de la crisis.
Ahora, tras cuatro años de una draconiana política de austeridad que alimentó el descontento social, la emergencia de dos partidos nuevos -el antiliberal Podemos y el centrista Ciudadanos- amenaza el bipartidismo histórico de PP y PSOE.
Pero como si nada hubiese cambiado, Rajoy se negó a debatir con los líderes de estas jóvenes formaciones, el politólogo Pablo Iglesias de 37 años y el abogado Albert Rivera de 36 años, y aceptó únicamente participar en el ya tradicional “cara a cara” televisivo con el actual jefe de la oposición.
La creciente desigualdad social, el aún muy elevado desempleo o la caída en el nivel de vida de las clases medias deben centrar este encorsetado duelo dialéctico, donde hasta la temperatura del plató está pactada, organizado por la Academia de Televisión y emitido por varios canales y emisoras de radio.