Fueron los compadres de este gran campeón. Pablo Palacios Alvarenga y Patricio Cucchi quedaran en la memoria mensana por su capacidad goleadora y por la sociedad que conformaron a lo largo de la temporada. Uno por potencia, el otro por velocidad, siempre dieron la cara cuando hizo falta.
El “Paragua” sumó 21 tantos en el torneo, arrollando todos los pronósticos tras un 2017 inolvidable, donde convirtió 21 goles en su primera temporada en el club.
Mientras, “Pato” fue fundamental en los partidos decisivos, apareciendo por sorpresa en el área y resolviendo con la jerarquía de los grandes. Claro, el oriundo de Rosario también fue fundamental asistiendo a Pablo. Desde la creatividad del extremo surgieron varios festejos del centrodelantero.
En los últimos cuatro compromisos, solo Pato y Pablo anotaron goles. En los momentos decisivos pusieron la cara y empujaron al equipo hasta la final de anoche. Pasaban los rivales y los goleadores se repetían: Pablo o Pato; Pato y Pablo. El paraguayo convirtió cuatro y el rosarino hizo dos.
Imposible olvidar la frase que cada uno construyó a su modo y que hablaba de un mismo objetivo cuando iniciaba la temporada: “nos quedamos para sacarnos la espina de la final perdida”. Cada uno la repetía por separado y, sin quererlo, estaban encolumnando la ilusión de los hinchas en sus deseos de revancha. Todavía dolía en el alma la definición por penales ante Mitre de Santiago del Estero y había fuerza para seguir intentando.
Llegaron las ofertas, aparecieron equipos interesados, hubo propuestas... Sin embargo, decidieron quedarse para dar el salto de categoría con el Lobo. El dolor de la final perdida ante Mitre de Santiago del Estero fue más fuerte y las ganas de una segunda chance impusieron condiciones ante cualquier negociación. Querían al Lobo en la B Nacional y ellos sabían que no se podía abandonar el barco.
Desde que Darío Alaniz los juntó por primera vez en el comienzo de 2016, se hicieron grandes amigos. Pato apuraba al goleador cuando tras las prácticas la prensa pedía su palabra. Mientras, el paraguayo siempre lo buscaba en los festejos. La dupla se entendió desde el comienzo y se potenció con el correr de los partidos hasta ser claves en el andamiaje del equipo.
Quiso el destino que Cucchi no fuera parte de la definición ayer, pero los hinchas lo reconocieron casi tanto como a ese grandote que llegó desde Coronel Oviedo, en el departamento de Caaguazú, Paraguay, con un bolso cargado de goles inolvidables.
“Desde hace varios partidos recuperamos convencimiento, que era algo que nos faltaba. Nos animamos y a partir del encuentro en Madryn, más allá del resultado, empezamos a tener el juego que le gusta al hincha de Gimnasia. Ahora corre el balón y lo cuidamos de otra manera” analizó en la previa el “Pato” y confió que “Estar en otra final es hermoso. Nos faltaban los 180 minutos más difíciles y pudimos lograrlo”.