El 8 y el 9 de mayo se conmemora la capitulación incondicional del ejército alemán nazi en 1945. Hoy se recuerdan los 70 años de esa fecha histórica en la que el mundo empezaba a enterarse de los horrores cometidos en lo que se denominó el “Holocausto” o la “Shoá”. Ni más ni menos que el plan de asesinato sistemático de 11 millones de judíos de Europa, mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial.
Según los historiadores, fueron 6 millones de historias, 6 millones de hombres, mujeres y niños asesinados en las calles, guetos o campos de exterminio. Quienes tuvieron la suerte de sobrevivir, nunca, jamás pudieron superar la impronta que les dejó este genocidio. Muchos tomaron el compromiso y juraron intentar contar sus historias y las de sus seres queridos.
A pesar de la restricción que en un principio regía en nuestro país para los inmigrantes judíos, muchos lograron ingresar y se instalaron en diferentes provincias argentinas, como Mendoza, hasta que fueron reconocidos como ciudadanos.
Algunos de ellos fueron Regina Lajter de Engelstain, Tipre Hercovici de Bohor, Helena Ickovic de Garfinkel, Clara Ickovic, Víctor Oppel, Clara Nemetsky, Gerszon Sznajderman e Igo Herscovici. Todos ellos ya no están entre nosotros, pero sí dejaron el legado en sus hijos y nietos.
Historias que siguen vivas
El último sobreviviente en nuestra provincia fue Igo Herscovici, quien nos dejó el 29 de marzo de 2013. Este hombre fue uno de quienes pudo dar testimonio de su supervivencia, de los días en Rumania, en el gueto de Cernauti y la odisea que pasó, escapando, para no terminar en un campo de exterminio.
Hasta el día de su muerte, Regina Lajter de Engelstain conservó el 47117 en su brazo izquierdo. En Auschwitz tuvo que presenciar cómo sus padres entraban a las cámaras de gas. Con el tiempo pudo reconstruir su historia y compartirla con sus hijos Daniel y Manuel y con sus nietos.
Helena Ickovic murió en 2001, pero antes de eso (1997) reveló con detalle su vida en la cinta para la Shoah Foundation -de Steven Spielberg-. Recién allí su familia supo que con apenas 11 años ella y su hermana Clara (16) estuvieron encerradas en el gueto de Chuste y que juntas soportaron y sobrevivieron al mismísimo infierno: Auschwitz.
Otra de las historias es la de Gregorio Sznajderman, a quien tuve la suerte de conocer y entrevistar a sus 85 años, cuando aún conservaba una memoria privilegiada. Su vida cambiaría en Macejow, su pueblo natal, en Polonia, cuando fue reclutado para unirse a las filas del ejército ruso.
Pero sus padres y la mayoría de sus nueve hermanos cayeron en las garras nazis. Al terminar la guerra supo el triste destino de los suyos y fue algo de lo que recordaba con lágrimas en los ojos, como cuándo lo rememoró en aquel encuentro.
Hoy también es un día de recuerdo y homenaje para las víctimas, tanto las que perdieron la vida como las que juraron hacer trascender el valor de la memoria.