Por Carlos Sacchetto - Corresponsalía Buenos Aires
Si hay alguien que no pertenece a Cambiemos y garantiza la gobernabilidad mejor que muchos de los integrantes de la alianza oficialista, ese es el eterno senador peronista Miguel Angel Pichetto, jefe de la bancada del PJ-FPV en la cámara alta. El razonamiento resulta inevitable porque otra vez los avances políticos que Mauricio Macri logró la semana pasada en el Congreso nacional, tuvieron al rionegrino como uno de sus principales artífices.
Por experiencia legislativa y por expresar el pensamiento de un peronismo que tiene la responsabilidad de gobernar en varias provincias, Pichetto se ha convertido en un referente obligado para las espadas oficialistas, no sólo para negociar acuerdos con él, sino también para escuchar sus consejos políticos. Es una práctica a la que recurren asiduamente, entre otros, la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti, y el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo. En la Casa Rosada, aseguran que Macri tiene su número entre los teléfonos favoritos de rápida conexión.
La influencia de Pichetto se extiende también a la Cámara de Diputados, donde el bloque Justicialista que encabeza Diego Bossio no toma posiciones que no estén en sintonía con el senador, y Sergio Massa procura siempre tenerlo cerca. En el proyecto más importante aprobado durante la madrugada del jueves, el Presupuesto 2017 enviado por el Gobierno, hasta hubo apoyo de 12 votos kirchneristas que se apartaron del criterio negativo de la conducción del Frente para la Victoria, lo que provocó la irritación de Máximo Kirchner y -de manera previsible- de su madre, Cristina Fernández. El macrismo, agradecido.
Pero la autonomía de Pichetto, con su íntimo deseo de unificar al PJ para volver al poder dejando afuera al kirchnerismo más concentrado, lo lleva también a asumir posturas francamente críticas contra el Gobierno. En su entorno dicen que es la manera de marcar un camino de oposición responsable, sin la creciente demagogia de Sergio Massa.
Los pesos
El dato destacado de la semana es que el Presupuesto para el año que viene fue aprobado por una amplia mayoría de votos que superó los dos tercios, y obtuvo la media sanción de Diputados. Nada hace prever sobresaltos en el Senado.
Otro influyente que muchas veces se anota como impulsor de decisiones en el oficialismo, aunque lo haga en forma reservada, es el titular del interbloque Cambiemos, el radical Mario Negri. En el cierre del debate se mostró orgulloso de haber “construido el Presupuesto entre todos, escuchando, corrigiendo” y echó una mirada al pasado reciente: “¡Ay, la nostalgia! ¡Cuántos años no pudimos cambiar ni una coma”, rememoró.
Fue también Negri, junto a la diputada del Pro Silvia Lospennato, quienes insistieron ante el titular de la cámara, Emilio Monzó, para que diera marcha atrás con el aumento del 47 por ciento en los haberes de los legisladores. Hubo para eso una presión social a través de las redes y medios de comunicación, y hasta del presidente Macri quien pidió públicamente “no pasarse de largo” con los incrementos.
Este tema del aumento de las dietas se transformó en un vodevil que aún no ha terminado, porque salvo en el bloque de la izquierda, en todas las bancadas hay posturas disímiles. En el Senado, a la vez, tanto Pichetto como Pinedo están de acuerdo con que los sueldos sean actualizados con el 47 por ciento. Sostienen que hay empleados de la cámara y niveles de subsecretarios del Gobierno que ganan más que un senador. La tradición indica que estas polémicas finalizan con la oficialización del incremento cuando la cuestión baja de tono y pasa inadvertida frente a otros temas resonantes de la coyuntura.
Los deseos
Así como las respuestas políticas que ha obtenido el Presidente resultan en general satisfactorias para su gestión, a 11 meses de asumir no puede decirse lo mismo de la situación económica. No hay funcionario del Gobierno que no se muestre ansioso y preocupado por la demora del despegue que permita no sólo salir de la recesión sino también comenzar a crecer. Las inversiones productivas llegan en cuentagotas y los indicadores, ahora creíbles, exhiben una realidad compleja.
A pesar de este panorama y de una comprensible caída con respecto a comienzos de año, Macri sigue con alta aceptación en las encuestas. Para los analistas de la Casa Rosada eso se debe a que gran parte de la sociedad comprende las serias dificultades que provocan la herencia recibida y un contexto de crisis que no favorece en nada al país. Ponen como ejemplo la situación de Brasil, los precios internacionales de las materias primas y otros factores que no dependen exclusivamente de la gestión oficial.
Por encima de esos problemas, hablan también de un optimismo de la gente basado en el deseo de que al Gobierno le vaya bien, para dejar definitivamente atrás la alternativa del kirchnerismo que fue derrotada en las urnas hace un año. Nada de eso será eterno, y en el Gobierno lo saben. Es uno de los motivos por los cuales en cada reunión de gabinete Macri le pide a su equipo que no descuiden la atención a aquellos sectores sociales más conflictivos. El objetivo coyuntural más inmediato que ha planteado el Presidente es atravesar diciembre en paz, afirman en los despachos de la Rosada.
Confía en que el nuevo año será muy diferente al actual. Tanto, que estaría convencido de que el oficialismo ganará las elecciones legislativas. Calderón de la Barca diría que la vida de los políticos, también es sueños.