Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Las primeras señales del gobierno han merecido una respuesta positiva por parte del mercado y hasta han generado simpatía en una parte importante de la población. El clima de apertura hacia la oposición, y algunas medidas tomadas con firmeza, le han generado una buena respuesta, mientras que algunos gestos austeros, como viajar a Davos en un avión de línea, dan un buen hándicap al Presidente Mauricio Macri.
Pero la situación argentina sigue siendo mala y los operadores de los mercados lo saben. Por eso han recibido bien algunos anuncios aunque quieren mayores precisiones. Están de acuerdo con los objetivos de inflación pero, como no son metas fijadas por el Banco Central, temen que siga la discrecionalidad en el manejo de la emisión monetaria y eso termine complicando los objetivos planteados.
En cuanto al plan para reducir el déficit lo ven poco ambicioso para el primer año, que es cuando se debería atacar a fondo, ya que en 2017 no pueden esperarse demasiadas medidas profundas por tratarse de un año electoral. Por ello, lo grueso debería encararse rápido y en 2016, para llegar un poco más distendido al año electoral.
Este gradualismo, que contrasta con el formato de shock con el que se salió del cepo, es lo que pone nerviosos a los mercados. La salida del cepo también fue gradualista pero el formato de shock le dio otra imagen. Es que se liberó el mercado pero el BCRA salió a absorber liquidez pagando tasas exorbitantes, ahogando cualquier intento de demanda inmediata.
Esto permitió que el salto del precio del dólar estuviera por debajo del valor del paralelo o el contado con liqui y, de esa manera, le puso un freno a las correcciones de precios que fueron excesivas ya antes de la liberación.
Consecuencias
La forma de salir del cepo los obligó a tener tasas de interés muy altas, las cuales fueron un freno al consumo y a la producción, mientras las expectativas inflacionarias se mantenían muy altas. No obstante, el dólar se mantuvo calmo porque la demanda por parte de los importadores todavía no ha podido acomodarse, aunque muchos lo harán con rapidez aprovechando que el valor del dólar está en niveles considerados “bajos” por la mayoría de los operadores.
Esta forma de “manejar” el tipo de cambio también ha hecho que, a pesar de la eliminación de las retenciones, la ecuación de costos todavía no sea favorable para exportar, salvo en el caso de los granos, que estaban en niveles muy altos. Pero para las economías regionales es un pequeño alivio que no compensa el hecho de que se mantengan precios del petróleo que duplican al internacional e impactan de lleno en los cotos de la logística.
El tema de la reducción del déficit, más allá de los objetivos planteados, ha dejado muchos interrogantes porque, como en los anuncios de la inflación, no se han anunciado los instrumentos con los que el gobierno planea alcanzarlos por lo que, los hombres del negocio, más allá de anunciar planes, no ponen primera hasta que el panorama no sea más claro. Si bien confían en el equipo de gobierno, temen que los primeros resultados les den un exceso de confianza y se relajen los objetivos.
Un tema que preocupa es que hasta ahora no se hayan anunciado los esquemas de tarifas sin subsidios en los servicios públicos. Todos sabían que en ese rubro se asienta el grueso del déficit y suponían que se llega con un plan concreto para implementar rápidamente y la demora se considera como una forma de ir “de a poco”, aunque algunos analistas entienden que lo que se pretende es que la reducción de subsidios no se cuele en las paritarias.
Estos sectores dicen que necesitan llegar a marzo, sancionar las leyes que modifiquen el impuesto a las ganancias, para dar más poder adquisitivo a los salarios y, de esa manera, tener herramientas para morigerar los pedidos sindicales. De todos modos, consideran que las quitas de subsidios también serán graduales para sectores de la clase media tradicional.
El bono fallido
El miércoles pasado el gobierno salió a licitar una colocación del Bonar 2020, un bono que, si bien es corto, es lo posible en estos momentos, y se buscaba una colocación de 1.000 millones de dólares. También aprovechaban para ofrecer un canje a tenedores del Bonar 2017, que vence el año próximo. El resultado fue que se canjearon unos 440 millones de dólares de este bono, pero se declaró desierta la licitación de la nueva colocación.
Este resultado fue inverso al que los funcionarios calculaban y la única reflexión fue: "Esto confirma que la demanda de los inversores por activos dolarizados ya fue en gran medida satisfecha", según tiraron sobre la mesa algunos funcionarios.
Las explicaciones en el mercado fueron otras. Unos, más moderados, le restaron importancia y lo atribuyeron al contexto internacional tumultuoso generado por la caída del precio del petróleo que generaba pérdidas en todos los mercados mundiales. Otros dijeron que, en función de ese contexto, había sido un error de “timing” haber lanzado los bonos. Otros, más ácidos, dijeron que “Prat-Gay y su equipo tienen un exceso de optimismo por los primeros resultados y creen que todo funcionará como a ellos les conviene”.
Lo cierto es que lanzar un bono y tener que declarar desierta la colocación es, al menos, un pequeño fracaso. Puede estar originado en la situación internacional o en las condiciones en las que se quería colocar, pero lo cierto es que no es bueno dar estos pasos en falso.
Queda claro que el mercado ve con simpatía declaraciones y gestos pero quieren medidas concretas. En definitiva, la Argentina de Macri todavía está en default, tiene inflación alta y dólar atrasado. Todavía no se han dado pasos concretos para superar esta situación.