Los estadounidenses más ricos viven en promedio 10 años más que los más pobres; sin embargo, la brecha no es tan amplia en muchas comunidades, en especial en las ciudades adineradas y con alto nivel educativo, de acuerdo con un estudio.
El estudio subraya que el lugar donde se viva y los ingresos que se tengan contribuyen a determinar la esperanza de vida, además de aquellas conductas modificables como fumar y no hacer ejercicio.
El economista de la Universidad de Stanford, Raj Chetty, y sus colegas examinaron más de 1.000 millones de expedientes sobre impuestos que abarcaban de 1999 a 2014, además de expedientes de gobierno sobre casi siete millones de muertes.
Los investigadores utilizaron la información para calcular la esperanza de vida a partir de los 40 años según los ingresos y el área geográfica.
El análisis fue difundido el lunes en la edición digital de la publicación Journal of the American Medical Association.
La difusión del estudio coincide con la temporada electoral a la que caracteriza un acalorado debate en torno a la igualdad de los ingresos y la clase media, a la que se le cataloga como una especie en peligro.
El informe examina la relación bien conocida entre los ingresos y la longevidad, pero con más precisión y detalle que estudios previos, dijo el economista Angus Deaton, de la Universidad de Princeton, en un editorial en la publicación.
"El tristemente célebre 1% no sólo es más rico, sino mucho más sano''
"El tristemente célebre 1% no sólo es más rico, sino mucho más sano'', declaró Deaton.
Los hombres en el 1% de ingresos más altos vivieron 15 años más que los hombres en el 1% de ingresos más bajos. Para las mujeres, la brecha fue de 10 años.
De 2001 a 2014, la esperanza de vida no cambió para las personas en el 5% de ingresos más bajos, en cambio aumentó tres años para los hombres y mujeres en el 5% de ingresos más altos.
Esos cambios y la esperanza de vida en general variaron sustancialmente según la zona.
Los estadounidenses más pobres vivían más tiempo en áreas donde fumar, la obesidad y la inactividad eran poco comunes, y el acceso a la atención médica influyó menos que lo dejado entrever en estudios anteriores.
Entre los hombres y mujeres de menores ingresos, la esperanza de vida fue menor en Detroit y Dallas, y más alta en Nueva York.
Entre los hombres con los ingresos más bajos, la esperanza de vida era de 72 en Detroit, pero casi 80 en Nueva York. Entre los hombres con los ingresos más altos, la esperanza de vida era de 86 años en Detroit y de 87 en Nueva York, una diferencia de sólo un año. La brecha fue más pequeña entre las mujeres.
La esperanza de vida más baja para los hombres y mujeres más pobres se ubicó en Indiana, Nevada y Oklahoma, con menos de 78 años. Para los ricos, la esperanza de vida más baja se registró en Hawai, Nevada y Oklahoma, con 85 años.