Sería una catástrofe para la influencia estadounidense en el mundo si el Congreso echara por tierra el tratado nuclear con Irán.
Quizá debido a que hay mucho en juego, el debate se ha emponzoñado. Los detractores están acusando (ridículamente) al presidente Barack Obama de estar apelando a tropos antisemíticos. Y Obama (con petulancia) sugirió que algunos oponentes eran ''alarmistas'', ''ignorantes'', ''no eran derechos'' y ''formaban una causa en común'' con iraníes que entonan ''Muerte a América''.
La retórica de Obama fue contraproducente. Como me dijo la ex senadora Kay Bailey Hutchinson, republicana de Texas: ''A estas alturas, el presidente ha vuelto imposible que un republicano vote por este''.
Los llamados de las bases populares a oficinas del Congreso son en su gran mayoría en contra del acuerdo, y con el senador Chuck Schumer desafiando a la Casa Blanca al oponérsele, la oposición es más bipartidista en comparación con el respaldo. Eso es trágico, ya que echar por tierra el trato enfurecería a muchos aliados, aislaría a Estados Unidos en vez de a Irán y, a final de cuentas, incrementaría el riesgo de ayatolás con armas nucleares.
Ya he explicado por qué estoy realmente a favor del tratado y exhorto a Obama a que empiece de nuevo con su labor de ventas y se concentre en tres puntos.
Primero: Seguro, el tratado es imperfecto, pero es la mejor forma de alcanzar un objetivo que todos compartimos apasionadamente: impedir que Irán desarrolle armas nucleares.
La gran mayoría de los expertos en armas apoya el tratado, algunos con entusiasmo, otros a regañadientes. Reconocen deficiencias pero, en perspectiva, como escribieron 29 de los principales científicos nucleares y expertos en armas en una carta abierta la semana pasada, este tratado tiene ''ataduras mucho más estrictas que cualquier marco de trabajo sobre no-proliferación previamente negociado''.
De la misma forma, tres docenas de generales y almirantes estadounidenses ya retirados divulgaron una carta conjunta declarando que este tratado ''es el medio más efectivo que hay disponible actualmente para impedir que Irán obtenga armas nucleares''.
Irán probablemente pasaría de, quizá, estar a unos pocos meses de una bomba a estar a un año. El acuerdo no resuelve el problema subyacente, pero pudiera darnos 15 años.
Sí, sería bueno que Irán renunciara a todo su uranio enriquecido. Pero, ¿acaso no es mejor que renuncie a 98 por ciento de su acumulación en vez de que no entregue nada?
Todos saben que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se opone al tratado, pero no todos se percatan de que otros israelíes con mucha más experiencia en seguridad lo apoyan. Ami Ayalon, ex director del servicio de seguridad Shin Bet de Israel, lo describe como ''la mejor alternativa posible''.
Además, Efraim Halevy, ex director del Mossad, dice: ''¿Cuál es el punto de cancelar un acuerdo que distancia a Irán de la bomba?''
En segundo lugar, es cierto que Irán pudiera intentar hacer trampa, pero es más fácil alcanzarlo y detener el engaño con el tratado que sin él.
Los detractores a veces notan que el ex presidente Bill Clinton alcanzó un acuerdo sobre armas nucleares con Corea del Norte en 1994, solo para ver cómo hacía trampa este país. La lección que extrajeron es que no tiene sentido negociar con regímenes incontrolables y nada confiables.
He cubierto Corea del Norte desde que era un joven reportero en Asia en los años 80, y la lección es, de hecho, más bien lo opuesto.
Ese acuerdo de 1994 efectivamente era defectuoso, y Corea del Norte lo violó. Pero incluso así, en lo ocho años que el acuerdo estuvo en marcha, Corea del Norte no fabricó una sola arma nuclear, según estimados de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Tras la caída del tratado en 2002, la administración Bush recurrió a una estrategia de enfrentamiento, y Corea del Norte después produjo quizá nueve armas nucleares.
Tercero, si todo se va a pique, o si Irán nos está dando largas y después de 15 años emprende una carrera hasta una arma, nosotros conservamos la opción de un ataque militar.
Le pregunté a David Petraeus, general retirado de cuatro estrellas y ex director de la CIA, con respecto a eso. ''Creo con firmeza que seguirá habiendo una viable opción militar si Irán intentara pegar una carrera y construir un aparato nuclear tras la expiración de muchos de los elementos del régimen de inspección en la marca de los 15 años del acuerdo''.
En lo personal, creo que este tratado es malo y defectuoso, e infinitamente mejor que las alternativas. Las críticas al tratado me parecen razonables, pero las alternativas que los detractores proponen parecen poco razonables e incoherentes.
Así que Obama debería presionar el botón de reencendido. Debería reconocer que el tratado tiene deficiencias, pero también hacer énfasis en que este debe juzgarse no por un referendo sobre sus condiciones sino, más bien, como una elección: va o no va.
De igual forma, él puede aplicar medidas para tranquilizar a quienes dudan. Podríamos darle un impulso a los fondos para que la Agencia Internacional de Energía Atómica vuelva más efectiva la supervisión. Podríamos hacer más por hablar por los derechos humanos en Irán y por contrarrestar la interferencia iraní en la región, particularmente en Siria.
El general Brent Scowcroft, el patriarca de los expertos en seguridad republicanos, me dice que él apoya el tratado con Irán, en parte, porque ejemplifica el liderazgo estadounidense con respecto a un crucial tema global. Coincido, y que el Congreso estadounidense lo elimine no solo hará retroceder al liderazgo estadounidense, sino que también incrementará las probabilidades de que Irán obtenga la bomba.