Los reiterados malos ejemplos que nos ofrece el chavismo

La situación en Venezuela debe ser motivo de preocupación para los argentinos ya que el kirchnerismo tiene trazada la misma senda del chavismo y con resultados muy similares.

Los reiterados malos ejemplos que nos ofrece el chavismo

El gobierno venezolano de Nicolás Maduro acaba de producir otro nefasto golpe a la virtud republicana de su pueblo. La detención del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, acusado de ser uno de los instigadores de una movida desestabilizadora del régimen chavista, ha hecho sonar todas las alarmas entre quienes pretenden que los países de la región se mantengan dentro del marco de convivencia democrática que exigen los actuales momentos políticos.

El confuso procedimiento para la detención de la principal autoridad política de la capital venezolana necesita todavía de un esclarecimiento puesto que, más allá de la denuncia del Gobierno, las razones puntuales por las que se incrimina a Ledezma, promovidas por el propio presidente Maduro, aún no han sido totalmente dadas a conocer.

Todo conduce a otra clara demostración de que, en definitiva, lo que buscó el heredero político de Hugo Chávez fue silenciar las voces de quienes se manifestaron en el país caribeño en contra de la detención del líder opositor Leopoldo López. La marcha ciudadana allá fue, precisamente, por haberse cumplido un año de dicho encarcelamiento.

Se trata del uso del poder basado en una concepción cada vez más autoritaria, que no tolera disensos y que ve una chispa conspirativa en cualquier opinión o reacción contraria a la voluntad del Gobierno.

A los argentinos, la situación en Venezuela nos debe preocupar mucho. Desde su incursión en el poder, el kirchnerismo puso sus ojos en el régimen de Caracas ejercido por Hugo Chávez y ahora por su sucesor Maduro.

El estilo demagógico y los aprontes autoritarios del chavismo siempre sirvieron de modelo ejemplar para los discípulos políticos de Cristina y Néstor Kirchner y para los militantes que se formaron bajo su amparo.

Ese andamiaje totalitario crujiente, en franca decadencia, que en su eventual caída puede generar un destrozo institucional generalizado en Venezuela, es el que el gobierno nacional argentino pretende seguir tomando como modelo político aun ante la irremediable realidad que marca el fin de su ciclo en el poder.

Precisamente, kirchnerismo y chavismo comenzaron a transitar un año difícil en lo económico y político, y decisivo en cuanto a su futuro organizacional. En nuestro país, el oficialismo juega a todo o nada su permanencia en el escenario político nacional en elecciones presidenciales que se le presentan a priori adversas.

En Venezuela, habrá en setiembre elecciones parlamentarias que podrían comenzar a torcer el brazo de la mayoría chavista que, con su uso y abuso del poder, ha transformado a los demás poderes del Estado republicano en meras dependencias para materializar sus designios.

Otros aspectos a tener en cuenta a la hora de evaluar la calidad política e institucional que, se supone, irradia Venezuela. El presidente Nicolás Maduro inició 2015 en su peor momento de popularidad.

En 21 meses de gestión, el sucesor de Chávez tiene una economía en recesión y una inflación de 63,6%, lo cual le pasa una alta factura al gobierno que, según encuestas serias, hace que 86% de los venezolanos tengan una evaluación negativa de la situación de su país.

En el marco del arresto del alcalde opositor de Caracas, el presidente venezolano dijo que tanto en su país como en la Argentina las marchas de rechazo a sus respectivos gobiernos no son otra cosa que insinuaciones destituyentes tramadas en connivencia con Estados Unidos.

También aludió a las denuncias de corrupción a funcionarios de otros gobiernos de centroizquierda de la región como hechos orientados en el mismo sentido.

Malos ejemplos de un gobierno autoritario amparado en el voto que sigue siendo tomado como ejemplo a imitar por las actuales autoridades argentinas. Como consecuencia, dos países cada vez más aislados del mundo y sometidos al deterioro institucional y económico surgidos de sus propias torpezas.

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