Cuando se realizan encuestas sobre los temas que preocupan a la sociedad, la educación no suele figurar en el podio. La inseguridad, la inflación, el desempleo o la corrupción aparecen como las primeras respuestas, mientras que aspectos vitales como la educación o la salud quedan relegados, quizás por el simple hecho de que los resultados sólo se dan en el mediano y largo plazo. No es tan fácil advertir que con una mejor educación podrían reducirse los índices de inseguridad o de desempleo y hasta sería posible que se mejorara en el plano de la corrupción.
El tema de la educación, a lo largo del periodo democrático, ha sido abordado desde distintas facetas. Se ha hecho hincapié especialmente en poner en la balanza las ventajas de una escuela inclusiva que permita mantener a los chicos en el ámbito escolar para evitar así que sean absorbidos por los problemas de la calle, dejando de lado la calidad educativa. Es así entonces que nos encontramos con que, a pesar de haberse triplicado o cuadruplicado el presupuesto educativo en los últimos años, descendemos lugares en las pruebas PISA, aun en el ámbito latinoamericano.
Además, la necesidad de mantener al chico en el ámbito escolar bajando las exigencias, está directamente ligado también a la disciplina y al respeto a la autoridad escolar, aspectos que se han debilitado en la última década y que ha motivado que mucha gente decidiera retirar a sus hijos de las escuelas públicas para derivarlos a colegios privados.
Dentro del esquema educativo, otro de los puntos a considerar es el de la cantidad de días de clase. Desde los ámbitos oficiales se ha insistido en la necesidad de alcanzar los 180 días, y en ese marco es que se han fijado los asuetos e inclusive el receso escolar de julio.
Pero en el caso de Mendoza se dan imponderables, como es el caso del viento Zonda que, por el peligro que acarrea y por los problemas que provoca en la salud de la población, obliga en la gran mayoría de las veces a suspender la actividad escolar.
Otro de los aspectos que determinan la no concurrencia de chicos a las escuelas se da en oportunidad de la realización de las jornadas de capacitación docente. No se puede dudar de la necesidad de que el docente se capacite en forma permanente, en razón de que los cambios que se dan tanto en la vida diaria como en la tecnología así lo determinan. Pero el tema pasa por el día en que se dicten las jornadas. En este último aspecto, bien podría utilizarse una o dos semanas previas a la iniciación del ciclo lectivo -que se ha fijado este año para el 6 de marzo- de manera tal que los docentes concurran a las escuelas y se capaciten. Como también podrían utilizarse los días de receso invernal, que este año se ha fijado entre el 10 y el 21 de julio. Debe consignarse que el receso se fija anualmente para evitar que los chicos concurran a las escuelas durante los días supuestamente más fríos del año, pero los docentes bien podrían concurrir para capacitarse y evitar así utilizar días restantes del ciclo lectivo para las jornadas.
En el último año se adoptaron criterios interesantes respecto de la concurrencia de chicos a las escuelas. Resultó positiva, por ejemplo, la decisión de las autoridades escolares de utilizar las vacaciones de verano para realizar las mejoras edilicias en los colegios, de manera tal que el inicio del ciclo lectivo cuente con todos los establecimientos en condiciones para el dictado de clases. Será cuestión entonces también de estudiar la posibilidad de establecer de qué forma se pueden alcanzar los ansiados 180 días de clases que intentan las autoridades.
