Expectativas altas tiene la dirigencia nacional de la UCR, que ayer le dio una muestra de apoyo contundente a Mauricio Macri, el candidato del frente electoral que el centenario partido integró con el Pro y la Coalición Cívica. Fueron todas loas en la ciudad de Santa Fe, donde se realizó el foro de intendentes radicales, en el que el invitado principal fue Macri.
La señal de despliegue territorial que brindó el radicalismo busca tener eco en Macri y en su reducido círculo áurico para que luego del 22, cuando todos descuentan que el jefe de Gobierno porteño se convertirá en presidente, se abra entre las fuerzas integrantes de Cambiemos una negociación en buenos términos para construir un gobierno de coalición.
En el radicalismo nadie habla en voz alta “para no aparecer como que estamos pidiendo cargos”. Sin embargo, algo de eso hay. La cúpula radical cree que “al menos” Macri debería nombrar en su eventual gabinete a tres ministros importantes salidos de las filas de la UCR.
El líder del Pro ya le ofreció a Ernesto Sanz, titular del partido, el ministerio de Justicia, algo que el senador mendocino no aceptó por el momento para poder negociar más y mejores espacios para su partido. Además, en el entorno de Macri todos creen que el diputado tucumano José Cano recalará en Salud.
La tercera cartera para la UCR debería ser “grande”. La Cancillería, Planificación Federal e Interior son las ambiciones de los radicales. Pero en el Pro sus interlocutores sólo dicen que “Mauricio no le ha dicho nada a nadie de lo que tiene en mente” y las expectativas empiezan a convertirse en ansiedad galopante en la UCR.
Además, hay pendiente entre radicales y macristas un debate mayor: cómo construir y sostener la gobernabilidad. Los radicales y algunos hombres del Pro influyentes, como Emilio Monzó, creen que se debe armar un interbloque en las dos cámaras del Congreso (que sumarían 91 diputados y 16 senadores de Cambiemos) y buscar acuerdos amplios y programáticos con el massismo y la centro-izquierda. “Si no, será imposible sancionar ninguna ley”, explican.
En esta discusión se introduce una decisión clave: quién conducirá la Cámara Baja. Macri lo quiere a Monzó, que fue electo diputado por la provincia de Buenos Aires. Pero el actual ministro de gobierno porteño prefiere manejar la relación con los gobernadores desde el Ministerio del Interior, para destrabar desde Balcarce 50 las iniciativas legislativas.
Monzó, el constructor del acuerdo con la UCR, quiere por ello al radical cordobés Mario Negri como titular de Diputados. En el Senado, todos creen que el kirchnerismo hará valer su aplastante superioridad numérica y exigirá la presidencia provisional.
Sanz admitió ante los medios que en Cambiemos avizoran tiempos difíciles en el Congreso, si Macri gana. “Nosotros en principio vamos a trabajar con leyes. Ahora, si precisamos decretos de necesidad y urgencia (DNU), los vamos a usar y no nos va a temblar la mano”, afirmó.
En el kirchnerismo leyeron estas palabras como una sentencia de muerte del Parlamento, que ha sabido funcionar como una eficiente escribanía del Ejecutivo. “Van a gobernar con DNU y vetos”, dijo un legislador oficialista que se prepara para ser un férreo opositor.