Los preparativos para la cena de fin de año seguramente comenzaron varios días antes para la mayoría de la gente, claro, planear una reunión de varios no siempre es fácil. Sin embargo, cuando la mayoría se envuelve de un espíritu festivo para la ocasión, hay quienes sólo tienen que ocuparse de planchar su uniforme.
Muchos pasaron la medianoche del 31 trabajando e incluso solos. Las sensaciones que esto provocan son varias: resignación, aceptación, adaptación e incluso agradecimiento por tener un trabajo.
Esto último es lo que siente Marcelo Garro, quien se desempeña como guardia para una empresa de seguridad y pasó la ocasión encerrado solo en una playa de estacionamiento: “Uno lo ve desde el lado del agradecimiento, poder terminar el año trabajando, saber que se tiene un sustento y puede llevar el pan a su hogar, más en mi caso que tengo chicos. Me ha sucedido estar sin trabajo y la he pasado mal, que los chicos comiencen el año escolar y no tener ni para un cuaderno. Más allá de las malas, uno le pone el pecho y el corazón y sale adelante”.
Tiene 5 hijos, los dos más pequeños de 10 y 11 años. Contó que a la familia “no le convence” su ausencia y que para él también es difícil porque es una fecha en la que se cierra un ciclo y lamenta no poder compartir con sus padres ya que tiene la suerte de tenerlos. Pero aseguró que aunque no es lo mismo trata de disfrutarlos más los francos y feriados.
Anoche no tuvo la mesa abarrotada de comida, estuvo solo con un sanguchito ya que en su lugar de trabajo no tiene ni heladera. Tampoco pudo brindar con alguna bebida alcohólica porque su actividad se lo impide.
Médico de guardia
El doctor Dardo Peña es cirujano del hospital Central y justamente allí pasó las primeras horas de 2018. Quizás ya se acostumbró: para Navidad hizo lo mismo porque le tocan guardias todos los domingos.
“Me ha pasado varias veces desde que soy médico”, relató. Casi en tono de resignación aseguró: “Te acostumbrás, es así la profesión”. Y agregó que la familia lo entiende, en particular su esposa que también es médica.
Dijo que suelen ser noches intensas: para Navidad no pararon en toda la noche, pero procuran coincidir un momento para comer algo juntos todos los que corrieron con la misma suerte. Para ponerle un tono festivo intentan llevar comidas diferentes de las habituales.
Peña tiene dos hijos, de 3 años y de 3 meses, con quienes festejará hoy, así como abrieron los regalos juntos el 25 cuando el regresó a casa.
Policías patrullando
El Principal Miguel Rodríguez, de la Unidad Especial de Patrullaje de Capital, empezó su horario de trabajo ayer a las 19, por lo que pasó en esos menesteres el cambio de año. Y no era una tarea menor: coordinó la movilidad y los efectivos de todas las comisarías del departamento.
No sólo eso, sino que además había dejado a su familia desde temprano ya que vive en La Paz por lo que había salido de allí a las 15.30.
“Es habitual que pase esto y le pasa a cualquier policía”, señaló y agregó: “La comisaría es mi segunda casa porque uno pasa más tiempo ahí que en el propio hogar”.
Contó que en Capital a partir de las 22 y hasta las 5 está bastante tranquilo, aunque su actividad es constante. Justamente por eso no puede lleva a su familia a cenar con él a la comisaría como hacía cuando trabajaba en departamentos más alejados de la urbe.
Para hoy tiene planeado dormir lo que pueda en el colectivo de regreso a su casa y pasar el resto del día en la pileta con su familia.
Quien al menos alcanzó a brindar es Silvio Tejerina, comisario general jefe de la distrital 1 de Capital y Godoy Cruz. Pero el brindis no fue tan largo ya que a partir de las 0.30 salió a recorrer distintos puntos de la zona que tiene a cargo.
Tampoco cenó tan relajado: contó que a sabiendas de esto la familia lo hace temprano y él debe estar con un teléfono y una radio encima para estar al tanto de lo que está sucediendo.
Pero en definitiva todos reconocen estas situaciones como parte de las actividades que desempeñan y lo aceptan así desde que que las eligieron, lo cual aliviana la carga.